Capítulo |7

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Sam y yo estamos sentadas esperando el delicioso helado que Oliver está por traernos.

-¿Ya los va tla... tla... trael? -pregunta ya con la carita fastidiada. Hemos estado aquí al menos 15 minutos. Creo que mi pequeña es algo desesperada.

-¿No puedes esperar un poco más? Es que está larga la fila -le contesto apuntando la fila.

3 minutos después...

-¿Oli ya viene?

-Es el segundo, seguro que sí.

1 minuto después...

-¿Oli ya viene?

-Ya lo están atendiendo.

30 segundos después...

-¿Oli ya...? -la interrumpo.

-Sam, vuelve hacer la misma pregunta y no te llevo al parque de nuevo.

Bien, es que ya me estaba estresando, yo también tenía calor y quería mi helado.

-¡Aquí tienen! -grito Oliver entusiasmado llegando a la mesa. -Creo que me he tardado un poco.

-Emm... Yo no diría lo mismo.

-¡Tal-tardaste muchísimo, Oli! -replico enojada mi niña.

Nos miro feo. -Ustedes no estuvieron de pie pidiendo helados. 

-Ya come tu helado, Sam. Tiene razón.

Sam toma su helado y se nos queda viendo como si quisiera ver que yo tuviera algo más que una amistad con este individuo. De hecho, Oliver y yo no hemos tenido contacto visual desde que mi hija salio con la palabra familia. Esa palabra me descoloco, supongo que a él también porque ha estado mudo por estos minutos comiendo helado. Es de preocuparse porque casi siempre batallo en tratar de que cierre la boca y deje de ser tan mujeriego con la vista, o que me deje de coquetear enfrente de la gente. 

-¿Pasa algo? -le pregunto al susodicho sin mirarlo. 

-No.

-No has dicho nada, eso es de preocuparse. 

-Sí, Oli, no me has dicho un chiste -dice mi hija con el ceño fruncido.

-No pasa nada, es que no tengo chistes hoy, Sam.

Sam hizo pucheritos por no haber obtenido un chiste de su héroe. De verdad, me ha dicho que es un héroe para ella porque siempre la defiende cuando trato de regañarla. 

 -¿Por qué no vas a jugar? 

-¡¿Ya puedo ir a jugar?! -grito emocionada con la idea.

-Sí, ya terminaste tu helado.

-¡Yes! 

-Te vas con cuidado -dije rápido antes de que se fuera a la velocidad de flash. 

Él no ha dicho ni pío, está comenzando asustarme. Mis manos están nerviosas, mi corazón a un ritmo indescifrable y extrañamente estoy comenzando a sudar. Estamos solos de nuevo, sin embargo, el ambiente se siente diferente, ya que él ahora está mirándome. Lo sé, porque siento su intensa mirada sobre mí y no parece tener intenciones de apartarla. Así que con todo el valor que junte me digne a verlo directamente a los ojos. Pocas veces lo hago porque mi corazón actúa de forma incontrolable y me hace querer retirar mis ojos de inmediato. 

-¿Ocurre algo? 

Me da una media sonrisa. -Eres muy bonita.

Rodeo los ojos. -¿Otra vez vas a comenzar con eso?

Baúl de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora