Capítulo |11

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Bueno, señoritas. Aviso que las citas que he tenido con Oliver han ido bien, en lo que a Sam se refiere. ¿A quién engaño? Han ido excelentes. Sin embargo, eso no es algo que le diría, estoy segura de que le subiría el ego mucho más de lo que tiene (lo cual es bastante). No creí que aceptara a mi niña en todas las citas, pensé que se rendiría y se cansaría pero al parecer... él quiere algo bien conmigo. No sólo conmigo, sino con Sam también.

Con sólo recordar sus risas me derrite el corazón. Mientras esa pequeña niña sonría y no haga nada más que reír a carcajadas me doy por bien servida, ella es esa luz que me guía y fortalece. Es esa fuerza que me hace seguir adelante cada día desde lo que paso.

Oliver, si supieras que también eres mi luz, eres mi razón de sonreír.

***

Toma una silla y sienta a Sam, después hace lo mismo conmigo.

-Gracias -decimos al unísono.

-De nada, hermosas.

-Plincipe, ¿podlia pasalme eso?

-¿Desde cuando ese es un príncipe, Sam? -frunzo el ceño.

-Desde que mami es la plincesa -dice Sam sonriendo.

-Concuerdo con ella -da los cinco con mi traidora hija. -Muy pronto seremos reyes, Sam.

-No le llenes la cabeza de ideas -respondo riendo.

-Entre más temprano lo sepa, más fácil será que lo acepte.

Me guiña un ojo, mi mano inmediatamente toma lugar en mi pecho. Tranquilo, corazón, no cedas ante eso. 

-¡Yo lo acepto, mami!

-¡Te lo dije! 

-Ya, par de niños.

El mesero llega, nos pide la orden y todos respondimos lo que queríamos.

-Mami, ¿polque los plincipes dan besos?

-Yo puedo responder eso, veras cuando un príncipe esta mucho tiempo con una chica le dan ganas de besarla y por eso le damos besos.

Escupo mi bebida al intentar reír.

Sam, abre los ojos como platos. -¿Besaras a mi mami?

Okey, que tu hija haga ese tipo de preguntas vuelve un momento peligroso, en uno más peligroso. 

-No sucederá...

-Ya sucedió, Sam -me interrumpe.

-¡Yupiiii! ¡Otra vez, mami! ¡Beso, beso! -grita emocionada.

Mis mejillas se tiñen de rojo al ver que todos los presentes se han percatado de su alboroto.

-¡Beso, beso! -gritan todos.

¿No podría ser peor?

-No hay de otra, princesa.

Idiota.

-¿Crees que yo...?

Me besa sin permitir que diga palabra alguna, vale eso fue sexy. ¿Qué? Lo trato de apartar pero mis manos en lugar de empujar lo acercan, mis labios le siguen el movimiento y mis ojos cerrados por lo increíble del momento.

Nos separamos. -No había de otra.

***

Aggh. Él si que arruina momen...

-¡Mami! ¡Yo no lo hice! -grita llorando Sam.

-¿Qué hiciste, Sam? -pregunto preocupada verificando su cuerpo. Los niños hacen cada cosa...

-¡Yo no lo hice!

-Bien, que fue lo que NO hiciste, Sam.

-No tile la caja loja que estaba aliba de tu lopelo.

Rodee los ojos. ¿Ella no lo hizo, eh? 

Sonrío y beso su frente. -No pasa nada, deja de llorar. ¿Vale? Yo arreglare lo que se cayo.

Dejo lo que estaba haciendo y me voy directo hacia mi habitación . Efectivamente, había tumbado una caja roja. ¿Pero, cómo llego a tumbarla? El ropero es alto...

-Sam, eres una loca.

Recojo lo a caja cuidadosamente, al levantarla cae un pequeño sobre viejo de ahí junto con algunas cosas que Sammy me había dado. Me toco el pecho de la impresión, y sí, estoy impresionada sin embargo, no hay tristeza en mi alma.

Me siento en el suelo tomando la carta con mis manos.


Sammy.


Rasgo la parte superior del sobre, saco la carta que al parecer es bastante extensa.


Baúl de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora