La luz

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Ángela

Me despierto y lo primero que veo es a Laura gritándome para despertarme.
- ¡Ángela! ¡Despierta!- exclamaba Laura.
- Que quieres...- le dije con tono arisco.
- ¡Jacob nos llama! ¡Dice que es urgente!
Me levanté de un brinco empujando a Laura hacia un lado, cogí la ropa y me metí en el baño para vestirme.
Abrí el grifo y me lavé la cara con el agua a la temperatura más fría que se podía porque estaba adormilada. Cerré la puerta con pestillo y empecé a cambiarme.
Al terminar de vestirme, abrí la puerta y bajé con los demás.
- Bueno... ¿Salimos ya?- dije.
Fuimos todos hacia la entrada y salimos en fila.
La plaza que había en frente de nuestra casa estaba llena de gente del pueblo.
Nos acercamos a la plaza por la que pasamos hace tres meses para entrar a nuestra actual casa.
- ¿Qué pasa?- les pregunté a todos.
- Clarke desapareció...- Me respondió Wells.
- ¿Como? ¿Así sin más?- dije confusa.
- No, ésta noche estaba en su cama, pero al despertarnos ya no estaba.- explicó Beatrice.
- ¿Enserio?- grité.- Vayamos a buscarla a fuera del pueblo.
- No sale nadie de aquí sin mi permiso.- dijo Jacob con tono serio.
- ¡Pero tenemos que salir a buscarla!- gritó Beatrice.
- He dicho que no, así que a trabajar.
Salimos todos con una expresión de tristeza y preocupación.
Fui a los huertos con Beatrice y Wells porque me tocaba turno con ellos.
- Ángela, ¿donde crees que está Clarke?- Dijo Wells mientras plantaba semillas de tomate.
- Sinceramente, no tengo ni idea. Pero bueno, no es la primera persona que pierdo y con esto quiero decir que la vida sigue.
- Tiene razón...- comentó Beatrice mirando las murallas que protegían el pueblo.
- Bueno... Pero no es algo para tomarse a la ligera.- Reprochó Wells.
- Déjalo todo cómo está, si pasara algo tomaremos medidas pero por ahora tenemos que preocuparnos por nuestra salud.

Una luz me deslumbra.
Me levanto de la cama de un salto y veo por la ventana una luz que flota en el cielo oscuro plagado de estrellas.
El punto deslumbrante del cielo estrellado se dirige a lo profundo del bosque y se esconde.
Entonces, una voz se escucha en mi cabeza.
- Ven conmigo...
- ¿Quién eres?- pregunté mirando hacia alrededor.
- Alguien que te necesita...- susurró aquella voz grave.
- Pero... ¿donde estás?- dije preocupada.
Ya no se escuchó nada más.
Entonces el fondo del bosque se iluminó durante un milisegundo​.
- Tengo que ir a ver eso...- dije hacia mis adentros.
Me vestí y salí hacia la calle sin despertar a los demás.
Todo estaba en silencio y no había nadie en la calle.
Llegué al portón de la muralla que estaba abierto y nadie lo estaba vigilando.
Salí hacia afuera y me adentré en el bosque.
Cogí un palo por si algún furnante acechaba.
Después de andar un buen rato, encontré un punto de luz en lo más profundo del bosque.
- Acércate... Te necesito- escuché en mi cabeza.
- ¡¿Pero quién eres?!
Entonces el punto de luz que estaba a lo lejos se hizo más grande.
Cerré los ojos porque la luz me deslumbró aún más.
Me acerqué y encontré un circulo blanco con una puerta.
- Entra...- susurró alguien.
Miré hacia atrás y no había nadie.
Entré en la puerta y todo se volvió blanco.
Entonces algo de cristal me rodeó formando una jaula invisible.
El suelo empezó a desaparecer bajo mis pies hasta que me caí hacia un abismo negro.
Estuve cayendo durante un minuto hasta que caí sobre algo que crujió.
Una punzada de dolor en la pierna hizo que gritara fuertemente.
Entonces una figura alta y llena de tentáculos me cogió con sus "brazos".
- ¿Quién eres?- empecé a preocuparme- ¿Eres un furnante?
No me respondió.
Al rato, la figura me dejó en una habitación de color grisáceo y cerró una especie de puerta.
- ¿Quienes sois?
No hubo respuesta.
- ¿Por qué no me lo decís?
Una especie de gas morado empezó a salir por una rendija que había en el techo.
- ¿Qué es esto?
Nadie respondió.
El gas me alcanzó y mi corazón dejó de latir.
Pegué un grito sin mucha voz, ya que necesitaba la sangre que me quedaba para poder estar despierta un poco más.
De repente, mi vista se nubló y unos pasos se escucharon en la habitación.
FIN DEL CAPÍTULO 12

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