Requiescat in pace

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Carmen

Ya pasó una hora desde que hiciéramos explotar el coche del último chico que quedaba de la pandilla de Dylan. Eran ya sobre las doce de la noche, y necesitábamos descansar.
- Laura, ¿te encuentras bien? ¿quieres descansar?- le pregunté preocupada.
- No hace falta, estoy bien.
- No Laura, tienes un ojo morado, la cara llena de sangre y un corte en el antebrazo. Necesitas descansar.- le expliqué para que se concienciara de que necesitaba descansar.
- Está bien, está bien- dijo Laura intentando hacer como si le importara- Pero... ¿Como quieres que descansemos si no tenemos donde dormir?
- Pues en el mismo coche. ¿Ves ese camping de allí? Podríamos...
- Mejor dejémonos de campings y de sitios en los que pueda haber gente por ahora- me interrumpió Ana señalando el disparo de Kike y las heridas de Laura.
- Pues paremos aquí.- dijo Ángela mirando un cementerio.
- ¡Qué!- exclamó Laura- ¡¿Podéis dejar  ya de sugerir sitios posiblemente peligrosos o macabros!?
- Tienes razón, durmamos en aquel prado- sugirió Eva.
Laura giró y se metió en el prado hasta llegar a un punto en el que nadie nos pudiese notar desde la carretera.
- Tendremos que hacer turnos para vigilar si hay algún furnante...- comentó Laura.
- Yo primero- gritó Eva.
- Está bien.- Le dije dándole mi catana- Cuídala, era de mis padres y es lo único que me queda de ellos.
Después saqué la M-16 del bolsillo de Kike y se lo puse en la mano.
- Usarla sólo en caso de emergencia, le quedan pocas balas.
- De acuerdo.- me prometió Eva.
- ¡Bueno! ¡Todos al coche!- grité.

Eran las siete de la mañana y estaba profundamente dormida. De repente un disparo y un grito estruendoso interrumpen mis sueños y parece que también el de las demás.
Todas salimos pitando y cerramos las puertas para evitar que a Kike le pasara algo. Encontramos a Eva de pié apuntando con la pistola a un furnante tirado en el suelo.
- Eva, ¿qué te dije de la pistola?- le pregunté.
- Que solo se usaba en caso de emergencia...- respondió- Pero...
- ¿Pero qué?- empezé a preocuparme.
- Nada, nada.- dijo mientras negaba con la cabeza.
Me fijé en su cuerpo hasta que vi que su pierna estaba manchada de sangre.
- ¡Eva! Dame la pistola.- le ordené
- ¡No! Porfavor Carmen no lo hagas...- me suplicaba Eva- Solo ha sido en la pierna, se me pasará.
Después de aquella palabra le inmovilicé  con una llave de judo que aprendí en las clases de artes marciales y le quité la pistola de las manos.
- Eva, sabes que lo hago porque te quiero y no quiero ver como te transformas.- le expliqué apuntándole con la pistola.
- Carmen...- sollozó Eva- No...
- Tú solo mira el cielo, ¿quién piensas que te espera allí?- le dije.
- Mi familia y muchos amigos...- pensó en voz alta mientras empezaba a llorar.
- ¿Tu crees que quieren verte?
- Sí.
- ¿crees que tienen ganas de verte sufrir?
- No.
- ¿Quieres ir con ellos?
- Sí, llevame con ellos.
- Eva, adiós.
- Adiós, decidle a Kike adiós de mi parte también, ¿eh?
- Claro- nos reímos todos con un fino hilo de voz.
- Espero no veros ahí arriba, que os vaya bien.
- Eso esperamos.- le dije y se me saltó una lágrima- Adiós.
Apreté el gatillo de la pistola que apuntaba a la cabeza de Eva y acabé con su efímera existencia.
- Vayamos a enterrarla.- ordené.
Le cavamos una tumba y la cubrimos con flores. En una roca tallamos las tres letras de su corto nombre que mencionaremos con orgullo al acordarnos de ella y después la colocamos en forma de lápida.
- Adiós Eva.- dije mirando hacia el cielo- Nunca te olvidaremos
Nos montamos en el coche y nos alejamos de la tumba de Eva y emprendimos nuestro viaje.
- Le queda poca gasolina al coche.- comentó Laura- Hay que llenar el depósito.
- Hay una gasolinera a cinco kilómetros de aquí, vayamos a ella- dijo Ana.
FIN DEL CAPÍTULO 10



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