S i e t e

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Lo primero que le había dicho a Jay de la nota era que eso había sido un juego de niños, pero... La verdad es que una nota de ese estilo a la nieta de un jefe de policías nunca era plato de buen gusto ni una buena señal, pero cabía la posibilidad de que fuese solo eso, un juego de niños –De verdad, Meredith si quieres me quedo aquí a dormir contigo o te vienes a mi piso... -negué ante sus palabras –No te preocupes Jay, no me va a pasar nada, habrá sido un juego de niños –aseguré entrando en mi portal y despidiéndome de él, me miró con el ceño fruncido pero acabó yéndose de allí.

Después de que Jay se fuese a su apartamento o a dónde fuera que fuese me decidí a darme una larga ducha y ponerme cómoda para preparar algo de cenar, pero antes decidí sentarme un rato en el sofá, notaba mi cuerpo pesado y cansado, como si hubiese estado corriendo durante todo el día, todo me pesaba, incluso los párpados. Estuve un rato luchando contra esa sensación de querer dormirme y acabé cerrando los párpados.

Una luz me molestaba en los ojos y me decidí a abrirlos, no era como la luz del sol era como si una linterna me estuviese dando directamente en la pupila, sentía mi cabeza totalmente ida, como si no fuese capaz de concentrarme en simplemente abrir los ojos. Traté de mover las manos para deshacerme de la luz pero algo me lo impedía, no podía mover las manos y si lo intentaba me dolía -¿Qué ocurre? –pregunté desorientada –Ah, bien, estás despierta... -dijo una voz masculina pero mi cabeza volvió a sentirse como si pesara más de la cuenta y mis ojos se volvieron a cerrar.

Jay

Cuando llegué a la oficina no vi a Meredith y me resultó bastante extraño, siempre está la primera en el trabajo y siempre dice que llega tarde. Me senté en mi escritorio a que llegasen todos y esperaba que Meredith llegase también a la vez que todos los demás. Seguro que había ido a desayunar con Ruzek o con Voight. Como siempre el siguiente en llegar fue Antonio y también pareció extrañarse al no ver a Meredith -¿Dónde está Meredith? ¿No venís juntos? –preguntó frunciendo el ceño yo negué –Solemos venir juntos, pero esta mañana no me ha abierto la puerta y he deducido que ya había venido hacia aquí o que había pasado la noche fuera, aunque eso es menos probable ya que ayer la dejé en su apartamento –le informé mirando hacia la puerta, me estaba preocupando de sobremanera.

Al cabo de un rato estábamos todos menos Meredith y mi preocupación aumentó -¿Alguien ha visto a Meredith? –preguntó Voight yo suspiré y me decidí –Ayer encontró una nota en su coche en la que ponía "Tú eres la siguiente" y no le echó ninguna cuenta, dijo que habrían sido unos graciosos... -murmuré rascándome la nuca -¿Y lo dices ahora? ¿La dejaste sola? –me preguntó Ruzek cruzándose de brazos, yo me encogí de hombros -¿Qué querías que hiciera? ¿Que me quedase con ella aunque no quisiera ella? Tiene carácter de sobra para pegarme un tiro si la cabreo... -murmuré revolviéndome el pelo desesperado –Bien, vamos a mandar a Burgess a mirar bien en su casa y Mouse busca en las cámaras de tráfico a ver si encontramos algo... -ordenó Voight y Ruzek fue a avisar a Burgess.

Meredith

Al notar agua en mi cara abrí los ojos de golpe y me encontré con un mechero, aspiré y deduje que no era agua, era gasolina -¿Qué vas a hacer? ¿Quemarme viva? –pregunté mientras reía, era irónico aquello –Te voy a quemar a ti como quemé a tu novio –dijo encendiendo el mechero –Así que fuiste tú... Tenía razón, había alguien detrás de todo aquello –dije mirando hacia el cielo, sabía que tenía razón –Sí, esa bomba salió mal, tendrían que haber muerto todos los que estaban dentro del edificio, pero solo cayó tu novio –se encogió de hombros antes de volver a pegarme y perdí el conocimiento.

Comencé a toser y toser, solo veía humo a mi alrededor, había incendiado el lugar –Será hijo de... -intenté zafarme de las bridas que había alrededor de mis manos pero estaban muy fuertes comencé a gritar y a pedir ayuda intentando romper la bridas aunque me hiciese daño tenía que salir de allí. No llegaba apenas oxígeno a mis pulmones y se me empezaba a nublar la visión, me concentré para seguir gritando hasta que alguien me oyese. Una sombra se formó delante de mi campo de visión y me desató las manos –Tranquila, te vamos a sacar de aquí –escuché la voz de Matt y me sacó del edificio en brazos.

-Brett necesita oxígeno –dijo Matt dejándome en la camilla y yéndose -¿Cómo te llamas cielo? –me preguntó y yo carraspeé –Meredith –dije tratando de respirar con normalidad y busqué mi teléfono móvil para llamar a mi abuelo –Eh, no, en el hospital avisarán a quién sea, ahora te vamos a llevar allí y vas a hablar con la policía –me dijo Brett yo suspiré –Yo soy policía, avisad a Voight –dije antes de empezar a toser –Llamaré a Antonio –escuché a Gabby –Gabby, al fin, dile a Kelly que hable con mi abuelo, por favor –pedí -¿Meredith? Estás muy sucia –murmuró pasándome un trapo limpio por la cara, no parecían haberme reconocido ninguno, raro es que no tuviese ninguna quemadura en la cara -¿Tengo la cara quemada? –pregunté abriendo mucho los ojos y Gabby negó –Tranquila, pareces intacta pero llena de hollín –me aseguró con una sonrisa. Mis párpados volvían a pesar más de la cuenta y de un momento a otro había vuelto a perder el conocimiento.

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora