D i e c i s é i s

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Cuando llegamos a la escena del crimen reconocí el barrio en seguida, es donde había crecido, la gente habría cambiado muchísimo – Vaya, hacía años que no pisaba esta zona – dije en voz alta mientras caminábamos hacia las patrullas de policía – ¿Conocías esta zona? – preguntó Jay sorprendido y yo asentí sonriendo – Crecí en esta zona, mi hermano y yo tuvimos que mudarnos aquí cuando mis padres y mis hermanos murieron – dije cogiendo aire y Jay siguió caminando sin decir nada.

– Yo soy de Canaryville, hemos sido vecinos y ni si quiera nos conocíamos, ¿a qué instituto fuiste? – me miró sonriendo – Al del barrio, mi abuelo no tenía demasiado dinero y tenía que cuidar de dos niños pequeños – dije encogiéndome de hombros – Vaya, chica dura – dijo ofreciéndome su puño para que chocase, choqué y caminamos hasta Alvin - ¿Qué tenemos Alvin? – preguntamos al llegar a la escena – Un chico apuñalado tres veces en el abdomen, lleva muerto más de cuatro horas y nadie quería llamar a la policía, no creo que nos quieran decir nada, pero... Meredith, sabes moverte por el barrio, quizás consigáis que alguien diga algo – ordenó y yo asentí dándome la vuelta.

Fui hacia Adam y Atwater – Bien, ya os habéis movido por barrios donde la policía no es bienvenida, no creo que consigamos que nadie hable, tengo un par de confidentes en esta zona, mañana puedo llamarles y preguntar por lo sucedido – dije comenzando a caminar. Nos repartimos el barrio y en cuestión de un par de hora estábamos regresando a comisaría

– Nada, nadie ha dicho nada, sea lo que sea le tienen miedo – dije agotada sentándome en la silla de Mouse – Quítate de mi silla, Meredith – se quejó él y yo suspiré – No me dejáis conducir el coche, no me dejáis sentarme en las sillas cómodas, estoy empezando a pensar que no me queréis aquí – me quejé en voz alta – No digas bobadas – pegué un bote al escuchar a Alvin - ¿Cuándo has entrado? – pregunté alarmada y todos rieron, que capacidad para camuflarse.

Apoyé la cabeza encima de la mesa y un alma caritativa trajo café para todos – Trudy, eres un ángel caído del cielo – dije cuando me dio el café y ella me sonrió saliendo de allí una vez entregó un café a todos. Me bebí el café lentamente hasta que recibí una llamada de mi confidente.

– Vale chicos, mi confidente me ha conseguido dar un nombre, se hace llamar JP, es un mafioso que entrena niños para que roben, vendan drogas, las transporten y maten para él – dije pegando la foto sobre el tablón – Es un elemento de mucho cuidado, por lo que mi confidente sabe se dedica a pedir dinero por proteger a las familias humildes del barrio y si no pagan es él el encargado de mandar a alguien a pegarles o de destrozarles el negocio para que luego paguen por su protección – completó Adam y yo asentí mirando a Alvin – ¿Se deja ver con facilidad? – preguntó Alvin a lo que yo negué – Siempre delega en dos personas, sus dos perros fieles – dije colocando las fotos en la pizarra y poniendo los nombres debajo – Bien, id a hablad con ellos y ver si podéis traerles aquí de alguna manera – nos dijo Alvin, todos esperamos a que nos dijese con quién ir. Le costó llegar a la conclusión de lo que necesitábamos y yo sonreí cuando cayó en la cuenta – Bien, Robbins con Antonio, Jay con Atwater y Adam te quedas conmigo buscando información – ordenó y todos asentimos, no había otro con el que ir.

Me senté en el coche y fuimos todo el camino en absoluto silencio – Así que te criaste en este barrio, ¿no? – me preguntó y yo asentí – Sí, no es el mejor barrio, pero bueno, aprendimos a sobrevivir, por este barrio soy policía – le miré de reojo y luego clavé la mirada en la carretera, no estaba cómoda en su presencia. Al final iba a tener que darle la razón a Voight y no debería haberme implicado sentimentalmente con nadie. Antonio suspiró y cuando llegamos me bajé rápidamente del coche para observar a mi alrededor.

Vi que mi confidente estaba en el bar junto a uno de los elementos, miré a Antonio y asentí acercándome a él – Tú eres... ¿Frank? – pregunté apoyándome a su lado en la barra, mi placa estaba bien escondida y solo había dos personas que sabían que era policía. Aunque aquello duraría poco porque pensaba llevarlo a comisaría – Sí, ¿tú quién eres monada? – me preguntó a lo que yo solté una carcajada – La que te va a llevar a comisaría para hacerte unas preguntas – dije poniéndole las esposas, le pillé desprevenido totalmente. Se agitó e intentó tirarme al suelo – Zorra – me dijo antes de que Antonio se acercarse – Eh, cuidado – amenazó Antonio antes de mirarme – ¿Todo bien? – preguntó y yo asentí sonriéndole – Tranquilo, me han llamado cosas peores – murmuré saliendo del bar.

Al llegar a la comisaría lo metimos en la sala de interrogatorios y esperamos para que Alvin nos dejase interrogarle – Tenemos a Frank y a Scott, ¿les interrogamos o dejamos que pasen la mañana y la noche ahí dentro? – pregunté divertida cruzándome de brazos – Intentad que hable y, sino que se desquicien un poco durante la noche – Alvin me guiñó un ojo y nos dirigimos hacia la sala de interrogatorios. Frank no soltó prenda y Scott tampoco – Deberíais ir a descansar, sé que los médicos os dijeron que hoy no trabajéis así que id a dormir un poco y mañana nos vemos – dijo Alvin y yo agradecí a todos los dioses el poder dormir.

– Voy a ir a ver a Hank si no te importa Meredith – me dijo Alvin y yo negué – No, claro que no, ven a casa, ¿me sigues con el coche o recuerdas donde vivo? – pregunté cogiendo mi bolsa – Creo recordar el camino – dijo y me apoyé en la puerta del coche de Jay - ¿Vas a casa? Puedo irme con Alvin si quieres ir a ver a Erin – aseguré y Jay negó – Yo me voy a dormir que estoy muerto – dijo haciéndome un gesto para que subiese al coche. Me monté y en menos de quince minutos estaba en frente de mi casa y Alvin aparcaba, esperé a que saliese y subimos a mi apartamento – Hank, está Alvin conmigo, quiere verte – dije antes de entrar en casa. Cuando llegué un pequeño bichito de dos años corría hacia mí y le cogí en brazos – Estas bienvenidas dan gusto – aseguré besando a mi sobrino y llevándole a su parque en el salón – Me voy a dormir un rato Hank – dije empezando a caminar hacia mi cuarto – Alvin y yo vamos a ir a hacer unas cosas, tranquila, no me moveré de más – aseguró después de mi fulminante mirada – Tu hermano Jack ha ido a ver a Sharon así que te toca cuidar de los niños – dijo y yo lloriqueé por lo bajo – Claro, idos yo cuido de los peques – con suerte los dos se dormirían y podría dormirme yo. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora