V e i n t i c u a t r o

1K 68 2
                                    

Cuando salimos del coche Adam estaba llegando en el suyo y me esperé para entrar con él – Me ha dicho Kim que anoche te dieron un pequeño golpe – me miró el labio y yo asentí – Nada del otro mundo, no duele demasiado – me miró serio y asintió – ¿Qué tal con Kim? ¿Cómo va la boda? – pregunté con una sonrisa, Kim me lo había dicho la noche anterior – Aun no tenemos ni fecha, así que con calma – asentí y decidí no preguntarle más sobre ello, quizás no le apetecía hablar de ello.

Cuando subimos a inteligencia miré la pizarra con fotos y nombres y suspiré, todavía no teníamos al culpable del asesinato del chico. Antonio y Atwater me miraron con el ceño fruncido – ¿Qué te ha pasado en el labio? – preguntaron casi al unísono y yo solté una pequeña carcajada – Ayer un atracador se topó con la chica indefensa equivocada – me encogí de hombros sonriendo – No duele demasiado y estaba con Kelly – agregué al ver la cara de reproche de Kev, lo que me resultó curioso fue la mueca de fastidio que Antonio trató de esconder al nombrar a Kelly, decidí no darle demasiada importancia y miré a Alvin cuando entró en Inteligencia.

– ¿Tenéis algo nuevo? – preguntó Alvin y todos negaron, cuando Voight entró con su placa y pistola todos aplaudieron y Antonio le puso al día de todo lo ocurrido. – Bien, Jay y Meredith id a tantear a las pandillas de la zona, metedles miedo con lo ocurrido a ver si alguien se pone nervioso – nos ordenó Voight, asentí cogiendo mi arma y mi placa y me encaminé al aparcamiento junto a Jay.

– No conduzco yo, ¿verdad? – Jay negó y suspiré sentándome en el asiento del copiloto. – ¿Cómo te has hecho lo del labio? ¿Pelea de gatas? – alcé las cejas y negué riendo – Ayer estaba acompañando a Severide a casa y un idiota quiso atracarnos y aquí estoy, con un labio partido y Kelly tiene unos cuantos moratones, pero... Está metido entre rejas – aseguré cuando vi la cara de Jay, de cabreo – Podrías haberme llamado, te habría llevado a casa – aseguró y yo negué – Me acercó Burgess a casa, tranquilo fiera – me burlé dándole un par de toques en el hombro – Bueno, aun así podrías haberme llamado y me habría asegurado de que estás bien – se volvió a quejar él – Sigue conduciendo anda – me crucé de brazos mirando por la ventana. No sabía cómo narices había conseguido que todo el equipo se preocupase por mí.

Cuando llegamos al barrio nos bajamos los dos del coche y comenzamos a andar – Mi confidente me ha dicho que suelen reunirse en unos garajes que hay por allí – indicó Jay y yo asentí yendo hacia la dirección y cuando llegamos vimos drogas por todos lados, estaban fumando marihuana y otras muchas razones por las que podríamos arrestarlos. Esbocé una media sonrisa – Vaya, menuda fiesta tenéis montada – dije en voz alta atrayendo la atención de todos y la de Jay – Jay, ¿cuánto crees que le caerá a aquel de allí por tener apuntar a dos detectives con un arma para la que probablemente no tenga licencia? – pregunté en voz alta y el chaval tragó saliva – Tranquilos chicos, no estamos aquí para detener a nadie ni para que nadie salga herido – advirtió Jay guardando su arma en su cinturón, yo hice lo mismo – Solo queremos saber quién mató al chaval ayer y al de hace dos días... Sabemos que el primero era de alguna de las dos bandas, de la vuestra o de la de vuestros rivales, pero el chico de ayer tenía diez años y no se merecía morir por una bala perdida – hablé mirando directamente a los ojos al que parecía que mandaba allí – Si ha sido alguno de los míos que lo diga – se levantó cruzándose de brazos y cogiendo su arma, instintivamente me llevé la mano a la mía y Jay miraba con cautela la escena.

Justo cuando parecía que el silencio se iba a romper hubo uno que empezó a correr – Ni se te ocurra disparar o acabarás tú en la cárcel también – advertí apuntándole, cuando le vi bajar el arma eché a correr detrás de Jay - ¿Por dónde ha ido? – le pregunté y una voz salió de mi walkie diciéndome por la calle que había tirado. Eché a correr con pistola en mano apartando a la gente de la calle, no sabía si llevaba arma o no. En una esquina de repente me encontré con el chaval apuntando con una pistola a una civil y mirándome a los ojos – Tranquilo, ¿vale? Estamos de tu parte, ella no tiene culpa de nada – intenté calmarle, vi que Jay llegaba por el fondo y tanto él como yo sabíamos que no iba a soltar el arma. Se empezaba a poner nervioso y tuve que dispararle, vi como el cuerpo del chaval caía al suelo y agarré a la chica y la puse detrás de mí. – Manden una ambulancia al número 5 de Fuller Park – dije por el walkie con preocupación, no le disparé en la cabeza, pero estaba sangrando mucho.

Jay comprobó el pulso y negó – Mierda – dije cerrando los ojos y dándole una patada al suelo. El camino de vuelta a la comisaría fue en silencio y cuando llegamos Voight nos llamó a los dos a su despacho, Jay cerró la puerta cuando entró y yo me esperé la bronca que me iba a caer – ¿Qué ha pasado ahí fuera? – preguntó cruzándose de brazos e iba a hablar yo pero Jay se adelantó – Entramos en el sitio donde se reunían una de las pandillas, Meredith habló y el jefe se levantó para que el culpable saliese y salió, pero echó a correr – empezó él – Le quité el arma al jefe de pacotilla y salí a correr detrás de ellos, le pillé en una calle y tenía a una civil con un arma en la cabeza – expliqué suspirando – Y tuvimos que disparar, fue ella la que disparó pero un segundo más y habría disparado yo – dijo y Jay y Voight asintió – Bien, rellenad los papeles y dádmelos antes de iros a casa – dijo él y yo asentí yéndome a la mesa de Mouse para ponerme a rellenar papeleo.

Cuando me di cuenta ya era de noche y aun no había terminado con el papeleo – Meredith dame lo de hoy y deja lo demás para mañana anda – me dijo Hank, asentí y le entregué mi papel junto con el de Jay y luego recogí la mesa y me fui a cambiar. – Vaya, ¿aun por aquí? – le pregunté a Antonio y él asintió – Ya me iba para casa, ¿te acerco? – me preguntó y yo asentí – No hace falta si has quedado o algo puedo pedir un taxi o llamar a mi hermano – aseguré notando que mi móvil vibraba, miré el mensaje – Vale, lo retiro, tengo que ir a por mis sobrinos a la guardería, a mi hermano le han dado un caso importante y se va a quedar en el despacho toda la noche – suspiré, tendría que darles de cenar yo y acostarles a todos – ¿Qué tal se te dan los bebés? – pregunté mirándole a los ojos unos segundos y él soltó una carcajada – Hace mucho que no tengo uno, pero podría hacer memoria – sonrió divertido. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora