V e i n t i t r e s

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Antes de llegar al apartamento de Connor mi móvil empezó a sonar y lo cogí confusa – ¿Herrmann? – pregunté frunciendo el ceño – ¿Qué? Está bien, ahora mismo voy – dije conforme colgaba el teléfono – Lo siento Connor, pero... Un amigo necesita ayuda y solo han conseguido localizarme a mí, ¿podrías dejarme en el Molly's? – pregunté algo molesta y él asintió, me dejó en la puerta y supuse que no querría quedar más conmigo, parecía que ponía excusas todo el rato y le entendía perfectamente. Cuando entré en el bar Severide estaba borracho tirado sobre la barra y pidiéndole más bebida a Herrmann.

Con un suspiro entré quitándome la chaqueta y me senté a su lado mirando a Herrmann – Hace un año que murió Shay – me susurró y asentí, entendía por lo que estaba pasando, el primer año era el más duro – Hola forastero – saludé dándole en el hombro con el mío él se giró y me dedicó una media sonrisa, miré el reloj – Kelly, es hora de ir a casa, venga, vamos andando un rato – le ofrecí mi brazo y él, bastante más obediente de lo que me esperaba, se agarró a mi brazo. Herrmann agradeció mientras se ponía el abrigo – ¿Cuánto no ha pagado? – pregunté sacando la cartera, él no me quiso cobrar por lo que dejé unos 40 dólares encima de la barra y me llevé a Kelly de allí, esperaba que él supiese dónde vivía, porque yo no tenía ni idea.

Caminamos durante un rato y tardé una hora entera en darme cuenta de que andábamos sin rumbo ninguno – Joder, Kelly, mañana trabajo, no tengo el día entero para dormir, ¿sabes cómo llegar a casa? – pregunté y él se encogió de hombros – Bien, despertaré a Hank – dije negando y comenzamos a andar hacia mi casa, en uno de los callejones de repente Kelly se cayó al suelo y yo suspiré – Vamos, arriba – le levanté pero alguien me apuntó con una pistola a la cabeza, dejé a Severide en el suelo y me giré con las manos en alto – Dame todo el dinero que lleves encima – escuché la voz del hombre y reí – Estaba claro que la noche no podía mejorar más – me quejé sacando mi cartera y enseñándole que solo me quedaban 10 dólares en ella y mis tarjetas no estaban ahí.

– Toma, 10 dólares, si quieres te puedo dar mi móvil roto también – dije enseñándole la pantalla rota del móvil. El ladrón de pacotilla acercó la pistola a mi cabeza y me pegó contra la pared – Si no puedo llevarme nada se ti puedo hacerte muchas otras cosas – me susurró al oído y Kelly se levantó para darle un empujón y apartarle de mí, antes de que eso pasase el individuo me soltó un puñetazo en el labio, para poder salir corriendo, pero no le salió bien porque Kelly le interceptó. No sé en qué momento se descontrolaron las cosas, pero escuché un disparo de pistola y no había ninguna bala en mi cuerpo

– ¡Kelly! – exclamé asustada, la bala había ido a parar a la ventana de un coche, aproveché la confusión del ladrón y le di un golpe en el brazo para que soltase la pistola, la cogí entre mis manos y le apunté – Ya está bien chaval, policía de Chicago manos detrás de la cabeza – le grité apuntándole. El chaval se asustó y trató de correr, pegué un tiro a sus pies, sabiendo que no le iba a dar – El siguiente no lo voy a fallar, estate quieto – volví a decir, volvió y conseguí retenerle las manos. Llamé a la policía y una patrulla apareció por el lugar al poco tiempo, eran Burgess y Roman – ¿Estás bien Meredith? – me preguntaron preocupados y asentí – Sí, tranquilos, llevaos a este idiota, tiene carteras de cinco o seis personas, a ver si podéis encontrar a los dueños y devolverles el dinero y los móviles – dije mientras metía al ladrón en la parte de atrás del coche y ellos asintieron. La ambulancia le estaba mirando las heridas a Kelly y cuando acabaron Kim se acercó a mí – ¿Te acercamos a casa? – preguntó dándome mis llaves, le había pedido que las cogiese de mi taquilla cuando me dijeron que venía ella y asentí – Sí, por favor – pedí con una sonrisa, Kelly se vino conmigo.

Por fin, a las 5 de la mañana, estaba tumbada en el sofá, a Kelly le había dado una ducha fría y le había dejado mi cama y me había tirado en el sofá con una manta por encima, al día siguiente Hank volvía al trabajo y a su casa, por fin, por lo que estaría mucho más tranquila con mi hermano y mis sobrinos en casa.

A las 7 de la mañana ya empezaba a haber movimiento por el salón y me desperté de un bote al notar que alguien me tocaba la nariz – Will, me has asustado – me quejé mirándole a los ojos y girándome cara al sofá – Meredith, levanta – me dijo Hank dos segundos después de volver a acomodarme – Joder Hank que susto – dije sentándome – ¿Por qué has dormido en el sofá? – me preguntó mi hermano y yo suspiré – Porque Kelly ayer no sabía ni dónde estaba su casa y no quería que me vomitase el sofá – me encogí de hombros y Jack asintió.

Cuando estuve presentable y Hank había recogido sus cosas me decidí a despertar a Kelly. Entré en mi habitación y me agaché al lado de mi cama, le removí – Kelly, despierta, Kelly – le volví a remover hasta que él abrió los ojos de golpe y me miró – Meredith, ¿estás bien? – me preguntó preocupado, a su memoria habían venido de golpe todo lo que pasó a noche, asentí – A mí me dio un golpe solo, tú acabaste peor que yo – aseguré señalando su cara, yo solo me había partido el labio. – Me tengo que ir a trabajar, quédate lo que necesites, mi hermano está por aquí hasta dentro de un rato, hay café y desayuno, siéntete como en tu casa – dije poniéndome la chaqueta y saliendo del lugar. – Vamos al colegio Will, trae a tus dos hermanos y les dejo en la guardería – grité con prisas, Hank nos llevaría en coche.

-Por fin, todos en sus respectivos lugares, Hank, ¿cuánto le queda a Erin de permiso? – pregunté mirándole con seriedad – Un par de días, no creo que vaya a volver – murmuró apenado, suspiré – Dale ese par de días, recapacitará – aseguré asintiendo – Quiero que te quedes en el equipo, vuelva ella o no vuelva, Meredith – me dijo a lo que yo sonreí ampliamente – Bien, habéis ganado una nueva agenda de confidentes – dije divertida y él rodó los ojos – Luego hago el papeleo para trasladarlos todos a inteligencia – asintió y aparcó el coche en la comisaría. 

Policía de Chicago (Antonio Dawson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora