Capítulo 8

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Dos días pasaron, Samuel seguía sin comer y se encontraba en un momento donde, sinceramente, estar muerto sería un sueño hecho realidad.

Guillermo por su lado, no podía dejarlo perderse en sus pensamientos. Parte de él sabía que tenía que ayudar, incluso si Samuel no se lo permitía.

Entonces, aquí estaba. Esperando a que Samuel no le abriera la puerta de su casa, eso era obvio, pero debía intentarlo de todos modos. También, compró chocolates y poco más con los ahorros que tenía. 

Guillermo sabía que la casa de Samuel tenía dos entradas. Una de ellas era donde él se encontraba ahora mismo, que era la principal, y la otra era una de las puertas que llegaba directamente a su habitación. 

Esa entrada que ocupaban para esconderse y engañar a los padres de Guillermo cuando eran pequeños.

Normalmente, cuando una persona se encuentra en esta situación, lo que más desea es que lo dejen en total soledad. Samuel se encontraba en una de las esquinas de su cuarto, tapado en sábanas y con las luces apagadas. Ni siquiera se inmutó cuando escuchó el golpe de la puerta de su habitación, que solo Guille conocía. 

ㅡGuillermo no estoy de humor para verte. -Se le escuchaba débil, casi sin vida.

ㅡYa sé que no lo estás, por eso estoy aquí. -Si no lo intentaba, no podría llamarse a sí mismo un mejor amigo.

ㅡ¿Qué quieres? Dime.

ㅡQue abras la puerta, por favor.

ㅡVete ya ¿quieres?

Eso dolía. Él solo estaba tratando de ayudar.

ㅡNo, Samuel. Déjame ayudarte, como tú lo hiciste conmigo. 

ㅡ¡No necesito tu ayuda Guillermo! Vete. -Contestó Samuel sin titubear.

ㅡSí la necesitas Samuel, ¿no te das cuenta de que te estás muriendo?

ㅡSí lo sé, ese es mi objetivo. -Claro que lo sabía. Era lo que más quería en este momento, no le importaría morir.

ㅡCreo que estás grande para pensar en esas cosas ¿no lo crees? -Estaba caminando en una delgada línea. Bromear en estos momentos quizás no era lo mejor.

No deberías de decir eso cuando tú también lo hiciste Guillermo.

ㅡEres muy gracioso. No me importa lo que pienses. 

ㅡNo me hagas esto. Por favor abre, traje comida. -Guillermo ya se estaba cansando de insistir pero no se iría tan fácil.

Samuel no merecía a alguien como él. ¿Por qué solamente no se iba y lo dejaba ahí solo? Ya era suficiente con tener que soportar a alguien como él, pero parecía que a Guillermo no le importaba tener que hacerlo.

ㅡNo me veas cuando entres.

Definitivamente no esperaba una respuesta como esa y le dolió un poco tener que hacerlo, no podría ver a su amigo pero al menos podría escucharle.

ㅡTraje tus chocolates favoritos, si quieres puedes comer uno. También traje comida porque s-supuse que no habías comido nada. Por favor, come algo. -Agregó Guillermo, ordenando en algún lugar del inmenso suelo del dormitorio de Samuel todo lo que compró.

ㅡNo sé como puedes soportarme, solo d-déjame ir. -Se escuchaba como su voz se quebraba cada vez un poco más. 

ㅡNo Samuel, nunca te dejaré ir.

No hagas promesas que no puedes cumplir.

ㅡSi lo harás.

ㅡSé que lo harás. ¿Puedes responderme algo? Antes de que te vayas. -Guillermo no se quería ir aún, pero si Samuel así lo quería, debía hacerlo. ㅡ¿Por qué cortaste la pulsera? -Agregó.

No recibió respuesta. No había respuesta, de hecho. Fue un acto de impulso. 

ㅡAsí es como pruebas la realidad. No digas que no me olvidarás cuando ya has empezado a hacerlo. 

Guillermo podía imaginar la cara de decepción que probablemente tenía su amigo. Pero era cierto, él estaba en lo cierto.

ㅡLo hice por celos. Ya, ¿contento?

Mejor decir la verdad antes que perderlo.

ㅡ¿Celos de qué? -Preguntó Samuel, por fin dejando ver su rostro. Se veía muy pálido y con grandes ojeras.

ㅡYa lo sabes. De que me olvidaras, de que hagas tu vida lejos de mi, de que te importen otras personas antes que tu mejor amigo. Mi madre me lo recordaba cada vez que podía, "no importa que tan amigo de él seas, lo más importante de su vida son sus estudios y todo lo relacionado a eso". -Contestó Guillermo haciendo muecas e imitando la voz de su madre.

Cuanta mentira en una verdad tan repetida por los padres.

ㅡGuille.

Era la primera vez en la noche que él lo llamaba así.

ㅡDime.

ㅡNunca me dejes por favor.

No importaba cuanta distancia o espacio a solas Samuel necesitaba. Guillermo necesitaba darle un abrazo, porque aunque no podía imaginarse cuánto dolía la situación que su amigo estaba atravesando, de algún modo podía sentirla en igual intensidad y quería estar allí para ayudarlo a sonreír de nuevo. 

❝Miradas❞ || WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora