ㅡEntonces es por eso, ¿quién es la afortunada? -Preguntaba Guillermo, curioso tras la confesión de su amigo.
ㅡEl afortunado.
Quizás aún no sea tiempo de decírselo.
ㅡOh vaya, ya veo.
Guillermo estaba tan sorprendido como Samuel. Este último no sabía que reacción esperar, por lo tanto, decidió dejarlo a imaginación de su amigo.
ㅡPor favor.. ¿puedes irte y dejarme solo? -Samuel necesitaba tiempo, tiempo para procesar todos los acontecimientos que tenía encima.
ㅡEstá bien, cualquier cosa llámame ¿sí?
No pensó que Guillermo se fuese tan fácil, pero era mejor, no creo que pudiese seguir tanto tiempo junto a él sin que su corazón se siguiera lastimando.
Pero Guille se había ido por una razón que aún no sabía explicar; sintió una mezcla de sensaciones al escuchar que a su mejor amigo, efectivamente, no le gustaban las chicas como a él, porque él lo hacía ¿cierto?
No del todo mi pequeño Guille. Si lo dudas, es porque tú tampoco estás cien por ciento seguro de ello.
En cambio, Samuel sabía que liberó una gran parte de sus sentimientos, pero no lo más importante que era decirle a su amigo que ese "alguien" era él.
Guillermo estaba preocupado por lo que sentía porque no sabía qué era. Sentir que sus mejillas ardían, sentir que alguien más que no fuera él podría tomar a Samuel, sentir tantas cosas y no poder decirlas, era parte de su día a día.
Como consecuencia, o gracias a eso, Guillermo podía ver a Samuel todos los días un poco más. Este problema interno que tenía, hizo que sus calificaciones bajaran y que su madre tuviera que conseguirle un tutor.
Así es como Samuel se ofreció para ayudarle, como él ya terminaba el bachillerato muy pronto, tenía algo de tiempo para que Guillermo pudiese subir sus calificaciones otra vez y aparte, este siempre era el mejor de la clase. Le dolía poder estar tan cerca y no poder hacer nada, pero si el destino esto quería, lo tenía que aceptar.
Se iba a su casa los lunes, miércoles y viernes, a veces también los sábados, pero ese día, más que estudiar, era para jugar a la play o pasar más tiempo juntos y llamarse "Vegetta" y "Willyrex".
Hoy era sábado, eso significaba que Samuel ya estaba en camino a la casa de Guillermo para estudiar, una vez más.
ㅡ¡Hola, Samu! -Saludaba Guillermo, haciéndose a un lado para que su amigo pudiese pasar.
ㅡHola.
Recordemos, por favor, que no había pasado mucho desde que Samuel había confesado su peor problema a Guillermo. Es obvio que, por más de que se haya ofrecido, no iba a ser fácil estar cerca de él.
ㅡBien, hoy toca... ¡matemáticas! ¿te dije que soy el mejor en esto? -Decía Samuel orgullosamente.
ㅡDe acuerdo, profe Vegetta.
Esta era una de sus bromas internas. Solo ellos sabían de estos apodos, por lo que si imaginamos que están en una clase de verdad, Samuel se molestaría si escuchase a Guillermo llamarlo así y él lo sabía.
ㅡ¡Qué no le digas así a tu profesor, niño! -Samuel fingió estar molesto, pues nunca podría enojarse tanto con él.
ㅡPfffffffff, como si enseñaras de verdad. -Contestó Guillermo guiñándole un ojo.
Con que quería jugar ¿cierto? Sería Samuel quien ganase.
ㅡYa verás tú.
ㅡ¿Qué me va a hacer? -Preguntaba Guillermo desafiante.
ㅡNada, solo haz tu tarea y deja de bromear.
No era fácil, para nada fácil tener que ocultar esto por más tiempo. El tiempo era jodidamente molesto, pensar que pondría las cosas en su lugar pero lo único que hace es distanciarlos más. Esto no era bueno.
ㅡCreo que entendiste el ejercicio bastante bien. -Samuel rompió el silencio en el que estaban. ㅡYa es hora de irme.
ㅡEstá bien, te esperaré el lunes. -Contestó Guillermo cerrando el cuaderno donde tenía sus apuntes.
Llegaron hasta la puerta principal como siempre, algo tristes por tener que despedirse. Guillermo salió afuera junto a él para fijarse de que no hubiera ningún inconveniente.
Samuel se aseguró de que no había nadie cerca y se despidió.
ㅡNos vemos el lunes, Guille. -Dijo para proceder a dejar un tierno beso en su mejilla izquierda. ㅡDescansa.