Ladybug y Chat Noir

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Alex seguía sin poderse creer lo que pasaba ¡Había accedido a convertirse en una superheroína de verdad! Continuaba viendo su imagen en el espejo ante la mirada de sorpresa de su brije.

—Sigo sin creerme lo que te esta pasando —admitió Xóchitl

—Y yo tampoco ¡y eso que traigo puesto el traje! —dijo Alex todavía emocionada

Mientras Alex estaba feliz, Severus tampoco podía creer en lo que se había involucrado. Se miró en el espejo y no sabía que era peor: el hecho de convertirse en un superhéroe o el traje de gato con todo y cascabel.

—Genial ¿y ahora cómo me quito esto? —preguntó Severus

Se buscó en todo el cuerpo pero no encontró nada que pudiera ayudarle a quitarselo. Agarró las orejas y trató de quitarselas pero estaban pegadas a su cabeza.

—¡Auch! No puede ser... —se rindió de intentar quitarse el traje y busco con la mirada al pequeño kwami negro—.¿Plaga? ¡Plaga! ¡Oye, si puedes oírme, quiero que me devuelvas mi ropa! ¡No voy a ir a ningún lado así! —pero no recibió respuesta. De golpe recordó que al decir las garras, el kwami fue absorbido por el anillo—. Demonios...

De pronto, escuchó que alguien intentaba abrir la puerta principal. Se asustó de que su madre o, peor, su padre lo viera así. Corrió hasta su habitación y se encerró en ella.

—Tal parece que no tengo otra opción más que descubrir cómo funcionan estos poderes de gato —dijo Severus

Pusó sus manos tras su espalda para pensar y entonces se dio cuenta de que tenía algo en su espalda baja, lo tomó y vio que era un bastón plateado con una huella verde de gato en el centro.

«Supongo que esta será mi arma» pensó el azabache

Presionó la huella y vio con asombro que el bastón se alargó hasta el techo haciendo que se agrietara un poco.

—Ups...

—¿Qué fue ese ruido? —se escuchó una voz en la planta baja. Severus miró hacia la puerta con horror, era su padre—. ¡Mocoso! ¿eres tú? ¿¡qué demonios estás haciendo!? —en seguida se escucharon pasos por la escalera

—Demonios... —Severus volvió a presionar la huella y el bastón volvió a su tamaño, lo colocó en su espalda baja y salió rápidamente por la ventana segundos antes de que Tobías irrumpiera en su habitación.

—¿Mocoso? —el hombre revisó la habitación pero no vio nada anormal, ni siquiera se fijó en el techo—. Seguro fue mi imaginación —y salió de la habitación de su hijo dando un portazo

Severus había subido hasta el techo y gracias a sus nuevas habilidades de gato logró escuchar todo. Suspiró de alivio posando una mano en el pecho.

—Cerca... —se puso de pie y miró toda la calle. No se lograba ver nada bien a causa del humo de la chimenea de la fábrica y de las casas—. Al menos nadie me verá con este ridículo traje —dijo Severus mirándose las manos—. Pero bueno, tengo superpoderes y... —volvió a tomar su arma— este extraño bastón

Apretó la huella una vez más y el bastón se extendió de nuevo, pero esta vez Severus estaba agarrado de la punta por lo que se elevó por los aires. Presionó la huella y el bastón se detuvo, se colgó de este y, para su sorpresa, el bastón no perdía el equilibrio. Cuando el susto pasó se sorprendió de la genial vista que tenía de su calle y todo el pueblo de Cokeworth.

—Increíble... —entonces recordó que Plaga le dijo que tendría una compañera superheroína con traje de catarina y que tenía que encontrarla—. Espero que ya tenga su traje puesto y este en la calle —accionó el bastón una vez más y saltó de techo en techo, con ayuda de su nueva arma, buscando a su compañera.

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