My Name

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*Aoi x Reader*

Una chica caminaba por la costa mientras una puesta de sol sucedía, vagaba con lentitud, con un vestido de boda y con un velo; sosteniendo un par de tacones y dejando que la arena cubriera sus pies.
Unas horas antes estaba a punto de casarse con, el que ella creía, era el amor de su vida. El joven Tanabe era apuesto y un buen hombre pero tenía el defecto de ser bastante celoso, especialmente con el mejor amigo de (n), Yuu quien siempre estaba tratando de llamar su atención, incluso en su gran día.

Unas horas antes, cuando la ceremonia se iba a llevar a cabo, Aoi fue muy temprano a visitar a (n) para darle las felicitaciones, llevaba una docena de rosas blancas para ella ya que su novio no se encontraba. Ella estaba tomando una ducha, cuando escuchó el timbre de la puerta y salió solamente cubierta con una toalla a abrir.

— Es de mala suerte que el novio vea a... Yuu. –dijo y se cubrió con la puerta, lo dejó pasar y él sonrió pícaro y triunfante.– pervertido. Espera aquí.

— Sí linda. –dijo aún con las rosas aún en mano.

(n) subió de nuevo a terminar de lavarse y regresó con su cabello húmedo y una bata blanca. Recibió las flores de su amigo quien le dio un fuerte abrazo y dejó que el aroma del exótico shampoo entrara por su nariz.

— Me siento verdaderamente mal de que no me hayas elegido. –dijo dramático y le entregó las flores a la chica quien las puso de inmediato en un florero con agua.– aunque Tanabe no es un mal partido.

— Por eso lo escogí a él. –(n) rió, tocaron una vez más la puerta y ahora fue el chico quen abrió. Se trataba de las amigas de la futura esposa que llegaban para ayudarle antes de la ceremonia.
Ellas y (n) fueron a su habitación donde se encontraba el vestido y el maquillaje mientras Aoi se quedaba a esperar pacientemente en la sala la llegada de la limusina.
Pasaron dos o tres horas hasta que dos de las tres chicas bajaron.

— ¡Yuu! –gritó una de ellas.– nos falta el jodido ramo, tienes que esperar a que (n) baje. Nosotras los alcanzaremos más tarde.

— A la orden. –dijo rodando los ojos.

Las chicas salieron disparadas del lugar. El pelinegro le restó importancia y se dirigió al cuarto de su amiga, quería ser el primer hombre que la viera vestida de blanco. Y allí estaba, asomándose por la gran ventana del balcón con un vestido de escote discreto y color melocotón, con un velo sencillo que llegaba más abajo de los hombros y el cabello recogido en un elegante peinado digno de una reina.

— Maldita sea. –susurró él e inmediatamente (n) lo miró, sonrió y le volvió a abrazar.– nena... Estás preciosa.

— Gracias Yuu. –ella le dio un beso en su mejilla, se quiso apartar de él pero no la dejó.– ya puedes soltarme.

— No lo haré, no te dejaré. Ese patán no te valora tanto como yo lo hago, (n) por favor quédate conmigo. –Aoi la tomó de la nuca y la acercó a sus labios, le dio un cálido beso; ella le siguió el juego soltando un par de lágrimas que le hicieron apartarse.– lo siento no debí… te veo después.

Shiroyama salió de la casa a toda prisa mientras la chica lo llamaba una y otra vez, su maquillaje se había hecho un desastre debajo de sus ojos. Las chicas regresaron y cuando la encontraron así, de inmediato retocaron todo lo que pudieron antes de que llegara el chofer.
Yuu por su parte de quedó sentado en una acera a dos cuadras de la casa de la novia. Las personas que pasaban y lo veían sacaban raras conclusiones, algunas de ellas eran ciertas. Después, vio pasar la limusina conducida por Takanori que se dio cuenta de su presencia, aprovechando que el semáforo estaba en rojo, bajó y jaló a Yuu del brazo para meterlo en el coche.

— ¿No ibas a ver a (n)? ¿Qué pasó con las rosas que compraste? –preguntó el castaño con la mirada fija en la calle.

— Lo he aceptado amigo. La he perdido. Ese idiota de Tanabe ha ganado la partida. –el hombre, que miraba por la ventana, suspiró.– sin embargo iré a apoyarla con su decisión, así lo quise desde un principio.

— Lamento mucho escucharte decir eso. –una vez en la ya conocida casa, Yuu miró por segunda vez a la chica acompañada de las demás quienes reían y subían una por una al auto; saludaban a Takanori, a Aoi no lo habían notado por lo emocionadas que estaban.

Una vez en el santuario, miles de invitados se quedaron embelesados viendo el gran carro blanco adornado con listones, primero bajaron las damas y después la chica principal. Yuu y Takanori tardaron en bajar, divisaron a Kouyou y a Akira cerca de la entrada.
Una vez que la mayoría estuvo adentro de la iglesia, el Cura dio inicio a la ceremonia. Como es tradición, llegó la parte de los votos y después la famosísima pregunta:

— Si alguien se opone a la unión de esta pareja, que hable ahora o calle para siempre. –se formó un silencio sepulcral en la sala y una vez que el obispo iba a continuar, alguien se levantó de una de las bancas de atrás y se fue acercando poco a poco al altar.

— Yo lo hago, yo me opongo. –Yuu tomó del brazo a (n) una vez que estuvo lo suficientemente cerca de ella y la cargó como si fuera una princesa ignorando a Tanabe, después salió corriendo como pudo fuera de la catedral y subió a (n) a la limusina donde estaba esperando Takanori.

— ¿¡Qué creen que hacen ustedes dos!? –(n) quiso bajar antes de que el coche arrancara pero no pudo.– ¡Están locos! ¡Tanabe les dará una paliza cuando me encuentre!

— No creo que pueda con cuatro. –dijo Ruki. La chica estaba desconcertada y furiosa. Ninguno de los tres habló en todo el camino hasta que llegaron a una costa.

La chica bajó a la fuerza y para que no escapara Yuu la tomó de la mano y la guió hasta el sitio indicado, ahí en medio de la arena había una mesa con  copas y una botella de vino. (n) miró a Aoi quien sonrió.

— Tienes que pensar mejor las cosas. –fueron a sentarse en las sillas que había e inmediatamente Uruha sirvió el vino en las copas.– no me digas nada, sólo disfruta.

La chica obedeció y tomó por sorbos la bebida; ya que nadie decía una palabra, se levantó y se quitó sus zapatos, dejó a Aoi con las palabras en la boca y caminó silenciosa por la orilla.
El chico se mantuvo siguiéndola por un buen rato hasta que ella dio media vuelta, miró a Yuu y se lanzó a sus brazos, tirándole a la orilla del mar.

— Tienes razón. Debí pensarlo un poco más. –ambos sonrieron y Yuu volvió a besarla mientras Akira, Kouyou y Takanori los miraban recargados en la limusina.

— Y vivieron felices para siempre. –dijo el rubio y Takanori lo golpeó en la cabeza.

INSIDE BEAST (one shoots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora