Ya habían pasado veinte años y los enanos aún permanecían en Mithdidôr (no todos, pero en su mayoría ahí permanecieron como si hubieran perdido la brújula que guiaba sus vidas), ya que no sabían hacia dónde ir; algunos decían que si emprenderían el viaje hasta las Colinas de Hierro junto con los enanos bajo el mando del primo de Thorin, Dain; otros a las afueras de Ered Luin*, y otros simplemente vagaban por las aldeas de los hombres trabajando en puestos precarios con tal de llevarse algo de comer a la boca. Sólo les importaba sobrevivir y tener cobijo, fuera en un reino enano, élfico, humano o en cualquier otro recoveco de la Tierra Media.
No haría ni un año, una compañía liderada por el rey Thrór había hecho una avanzadilla hacia el antiguo reino de Moria, pero al arribar a Khazad-dûm*, con el enemigo se encontraron. Y entonces fue Azog, el Profanador, quién hizo frente al rey bajo la montaña y acabaría con su vida, decapitándolo.
Su hijo y entonces rey, consternado, inició la guerra contra los orcos en Moria para así, intentar recuperar su reino y vengar a su padre. Junto a su hijo Thorin, fueron al antiguo reino enano en Moria, con la esperanza de poder asentarse allí, pero cuando llegaron, orcos, miles de ellos les sorprendieron ocupando dichas minas. Habían tomado todo Khazad-dûm. Combatieron contra ellos a muerte para intentar recuperar lo que les pertenecía, y ganaron, mas no hubo celebraciones pues las bajas eran demasiadas, se contaban por centenares: Thráin (aunque el cuerpo de éste último jamás se encontró) y de su hijo menor, Frerin, hermano de Thorin y de Dís, fueron los caídos más llorados por el pueblo y por sus familias.
Sobre Thráin, unos decían que no estaba muerto y que había sido secuestrado por los orcos, llevándolo posteriormente a Dol Guldur. ¿Podría ser aquello posible? Podría ser, pero eso es otra historia que ahora no nos concierne.
Debido a la baja del rey y de su sucesor directo, el rey ahora, era el príncipe Thorin. Pero eso acarrearía problemas al Reino Sombrío, cuya armonía que parecía eterna y permanente, se acabaría pronto, ya que había muchos en la Tierra Media que se habían enterado del suceso en el antiguo reino de Moria y ahora, su propósito era acabar de una vez por todas con el Linaje de Durin, el más grande de los señores enanos, ahora que sólo quedaba un único sucesor directo, el actual rey. Por suerte, la hermana que poseía Thorin, Dís, estaba a salvo, puesto que su nacimiento fue ocultado a los ojos del mundo para que no se supiera jamás que también formaba parte de dicho linaje. Se había criado con una familia adoptiva en las Montañas Azules, hasta que, en su mayoría de edad, se le contó la verdad: de quién era hija y qué sangre portaba.
Aquellos que se interesaban por la muerte del último del noble linaje eran los orcos y los trasgos mercenarios, criaturas sádicas, repugnantes, sin piedad alguna ni sentimientos a los que les divierte el sufrimiento de otros, y este suceso, no andaba muy lejos.
Amaneció un día habitual, nublado, como siempre. Kilâna estaba riendo y correteando veloz pero torpe por su vestido color turquesa, pese a su edad adulta de veintiséis años, afuera en el patio cercano al castillo, amplio con una fuente de mármol blanco en su centro rodeado de bancos de madera de castaño y árboles de diferentes especies, con Ánthera y alguna otra de sus amigas. Siempre imaginando ser fuertes guerreras, jugando con palos como si fueran espadas e incluso varitas mágicas, disfrutando como aquellas infantes que en su momento fueron.
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Dor e aran Thorin (Corazón del rey Thorin) | El Hobbit
FanfictionLejos, hacia el este, más allá de sierras y ríos, donde se alza la Montaña Solitaria, se encuentra una compañía de trece enanos dispuestos a recuperar su tierra, contando con la ayuda del istar, Gandalf el Gris, y un mediano procedente de Hobbiton...