Aquel trío se había encaminado en sus respectivas monturas hacia el oeste (tras unas semanas de descanso en aquella posada) donde se situaba La Comarca que Gandalf les había dicho que debían de visitar una vez completada la compañía de los fieles al rey bajo la montaña, o por lo menos cuando él preparara algo con un hobbit allí. Gandalf y sus secretos que nunca faltaran.
Thorin había conseguido un cuervo mensajero en una humilde tienda allí en Bree para enviarlo a Ered Luin* con un mensaje que apremiaba que se realizara una reunión en base a quién estaría dispuesto a acompañar a su rey en aquella misión un tanto suicida pero necesaria para recuperar su antiguo reino y hogar. En teoría, él también debería asistir y estar presente en aquella reunión, pero como que iba bastante pillado de tiempo y las Montañas Azules cerca no estaban.
La travesía fue tranquila, a paso lento, con diferentes temas de conversación en el aire sobre todo entre la mujer y el enano, como por ejemplo, cómo había logrado huir de los orcos. Ella, como cabría esperar, dio una respuesta parte real y parte inventada para que el rey no supiera exactamente lo que había ocurrido, y mucho menos, descubrir en verdad qué era Kilâna. Le había contado que su huida y la muerte de aquellos orcos fue por pura suerte, que Ilúvatar la había bendecido con el don de la supervivencia hasta el día de hoy, además de la aparición de Gandalf, su verdadero salvador. La historia cojeaba un poco por sí sola, aunque el enano no hallaba otra forma de cómo una joven inexperta y totalmente nula con las armas pudo sobrevivir y cuanto menos, matar a cinco orcos ella sola.
Pasado un tiempo en silencio tras aquella conversación, un tanto incómoda, fue esta vez Kilâna quien dio el tema de conversación.
—Es muy arriesgada la misión que tenéis en mente, mi señor enano, ya que Smaug hasta el momento sigue vivo bajo esas laderas rocosas —dijo Kilâna mirando hacia Thorin mientras cabalgaban uno a la vera del otro.
—Pero los enanos de Érebor prestarán sus servicios para recuperar nuestro hogar de una vez por todas, y por supuesto, dar muerte a ese gusano escupefuego que osó arrebatarnos nuestro hogar —dijo Thorin con una voz poderosa y con cierto odio hacia aquella bestia, lo cuál era completamente comprensible.
—¿Y cuántos creéis que se ofrecerán para esta expedición? Un ejército es demasiado grande para llegar rápido hasta tan lejos, además del peligro que conlleva dicha misión —opinó la medio-elfa, lo que era bastante acertado.
—Quizá con un pequeño grupo bastará. Los dragones son peligrosos por su fuego, pero son lentos y patosos, es decir, nada ágiles dado su gran tamaño —afirmó Gandalf.
—Cierto es. Pero aún así, deberán acudir los mejores guerreros. No cualquiera puede enfrentarse a un dragón escupefuego —reflexionó Thorin.
—A vuestro lado tenéis a uno de ellos, mi señor Thorin —dijo Kilâna con un tono un tanto arrogante. El enano la miró seriamente, cuestionando lo que le acababa de espetar la elfa. Finalmente, sonrió ladeadamente sin apartar los ojos de su mirada ambarina; unos ojos realmente cautivadores, únicos en toda la Tierra Media cabría pensar. Brillaban como el oro que se hallaba en aquella cima solitaria. Un hermoso tono amarillo resplandeciente, lleno de vida. Eran realmente atractivos.
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Dor e aran Thorin (Corazón del rey Thorin) | El Hobbit
FanfictionLejos, hacia el este, más allá de sierras y ríos, donde se alza la Montaña Solitaria, se encuentra una compañía de trece enanos dispuestos a recuperar su tierra, contando con la ayuda del istar, Gandalf el Gris, y un mediano procedente de Hobbiton...