Alejandro

El que conocí años atrás.

Ese día me dí cuenta de que tenía que abrir los ojos ante la clara afirmación de que ya no eras el mismo.

Me refiero a que ya no eres el Alex que yo conocí años atrás.

Ni el mismo cabello, ni el mismo rostro, ni la misma sonrisa, ni la misma manera de pensar, ni la misma forma de ver la vida, ni el mismo sentido del humor, ni la misma idea sobre el respeto, es más, pareciera que ni siquiera tuvieras la mínima idea de lo que es el amor.

Supongo que de todo lo demás, eso es lo más cierto.

Pues si tú supieras lo que es el amor, sabrías perfecto que nadie te ha amado como yo te amo.

Aquí me tienes, como ya es costumbre.

De hecho, no sé por qué te lo digo.

De seguro que ya lo sabes.

Me dí cuenta de tanto esa noche.

Tengo tantas preguntas para ti que no me atrevo a hacer porque sé perfectamente que mentirías al responder sólo para protegerte.

Y de hecho, esa es una de ellas.

¿Por qué nunca demuestras lo que sientes?, ¿por qué te proteges tanto?, ¿a qué le temes?, ¿le temes a enamorarte?, ¿le temes a amar?, ¿le temes a que te amen?, ¿le temes a que yo te ame?.

No lo sé.

Nadie sabe.

Sólo tú.

Quizá estoy errónea.

Supongo que si yo hubiera sido así, oculta de sentimientos, si no te hubiera hecho saber lo mucho que yo te amo, cuánto te necesité siempre, cuánto es que formabas parte de mí y de mi piel, de todo mi ser, quizá no te hubieras aprovechado tanto de mí y de mi maldita e inservible fragilidad.

Sí, soy frágil, más de lo que crees, más de lo que te he dicho, más de lo que se ve.

Pero sólo y únicamente contigo.

En conclusión, todo este tiempo tuve la esperanza de quizá algún día recuperar a ese Alex que tanto amé y me amó día con día.

Pero al fin, he perdido esa última esperanza que quedaba.

Porque si lo piensas bien, ¿qué puedo recuperar?, si ese Alex ya no existe.

O quizá nunca existió.