Capitulo 27.🌻

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El resto de la semana pasó casi lo mismo. Evitaba a Justin siempre que era posible. Si veía que venía por el pasillo o algo así me excusaba hacia el baño más cercano o aula. Los castigos a la hora del almuerzo estuvieron bien, no me los quitó así que solo me senté hasta atrás del aula escuchando música y leyendo. Lo ignoré completamente, como él hizo conmigo...

No me compró el almuerzo otra vez; a propósito me hice un sándwich para poder regresárselo si lo hiciera.

Sus clases eran horribles. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Apenas si entendí algo y me sentí al borde todo el tiempo mientras las chicas babeaban y coqueteaban con él como locas. No me dio preferencia, pero tampoco me ignoró, solo me trató como a cualquier otro estudiante en su clase.

Excepto que quizás obtuve menos sonrisas. De hecho, ahora que lo pienso, no obtuve sonrisas en absoluto, pero fue probablemente porque tampoco le di ninguna. Nick y yo nos reuniríamos el sábado para ayudarme a estudiar.

Hoy era viernes y tenía previsto reunirme con Sam en cualquier momento. Mientras la campana sonaba señalando el final del día, recogí mis libros y me quedé esperando que Amy recogiera su cabello en una cola de caballo.

—Así que esta noche es la gran cita —dijo con entusiasmo, agitando las cejas.

Casi podía sentir la mirada de Justin taladrando en un lado de mi cabeza. Por el rabillo del ojo podía verlo parado ahí, observándome. Todo su cuerpo parecía tenso.

—No es una cita —contesté rotundamente, mis manos empezaban a sudar porque Justin estaba mirándome fijamente.
—Vas a al cine con un chico, es una cita —contestó, agitando la mano con desdén. Negué con la cabeza y abrí la boca para protestar, pero ella habló otra vez interrumpiéndome—. Debería ser una cita de todos modos, porque maldición, me lo haría con ese chico sin pensar y tú deberías también. Te ayudaría a sobreponerte del Sr. Perfecto si saltaras sobre su hermano. Dejarías de poner tan mala cara —bromeó.

Jadeé.
—¡Amy! —susurré, agarrándola del brazo y arrastrándola más cerca para decirle que se callara la maldita boca. Demasiado tarde. Escuché un estruendo en la dirección de Justin y volteé para ver que había caminado hacia el escritorio, golpeando las sillas y dejado caer la pila de libros que llevaba. Su mandíbula apretada, se miraba furioso.
—¿Está usted bien, Sr. Bieber? ¿Necesita una mano? —ofreció Amy, sonriendo seductoramente.

—Eh... Este... No, está bien. Gracias por ofrecerse señorita Clarke —rechazó educadamente.

Decidí que tenía que irme antes de que pudiera arrastrarme a un lado.

—Me tengo que ir —murmuré, mirando solo a Amy—. Te llamo y nos reunimos el domingo.

La abracé rápidamente, antes de pasar por la puerta dejándola para que terminara de recoger sus libros.

—¡Selena, espera! —llamó Justin.

Me detuve en seco. Esa era la primera vez que me llamaba Selena desde que descubrimos que era mi maestro. El sonido hizo que mi estómago revoloteara a pesar de que me enojé conmigo misma por dejarlo tener ese poder sobre mí. Me volví a mirarlo, no queriendo ver realmente su cara enojada otra vez.

—De hecho podría necesitar algo de ayuda, ¿quizá me puedes dar una mano? —pidió, aunque sus ojos decían algo totalmente diferente.

—Yo le ayudaré, Sr. Bieber —interrumpió Amy—. Selena tiene una cita caliente.

Me empujó hacia la puerta con una sonrisa pícara y un guiño. No había duda de que estaba emocionada por unos cuantos minutos a solas con Justin.

Justin frunció el ceño.
—Pero yo... Yo... Claro, está bien, sí, gracias, señorita Clarke.

Me despedí con la mano de Amy y me encaminé hacia la puerta. Me sentí culpable por no quedarme y aclararle a Justin que esto no era una cita y que no iba a «saltar sobre su hermano» como Amy lo había hecho parecer. Pero una vez más, debería saber que nunca dormiría con su hermano de todas maneras.

Debería saberlo porque primeramente, no soy del tipo de chica que se acuesta con alguien en la primera cita, y segundo, nosotros acabábamos de terminar, por lo tanto no lo haría de todas maneras, especialmente no con su hermano.
Me dirigí hacia mi casillero rápidamente, agarrando el resto de los libros que necesitaría para hacer mi tarea el fin de semana. Me quedé cerca del casillero, perdiendo tiempo.

Cuando no pude retrasarlo más, caminé fuera de la puerta delantera, silenciosamente deseando no haber acordado esto. Solo quería irme a casa, cambiarme a unos pantalones de chándal y relajarme. Esperando que Sam ni siquiera apareciera...

Mi esperanza se desvaneció tan pronto como levanté la vista y vi un jeep negro estacionado justo a la orilla del camino. Mi corazón se hundió cuando lo vi encaramado detrás de la llanta. Sonrió cuando me vio y encendió el coche; puse una sonrisa falsa y abrí la puerta.

—Hola —lo saludé con falsa felicidad, deslizando mi mochila en el asiento trasero.

—Hola, Selena, ¿buen día? Oh-oh, alerta de hermano mayor —dijo, mirando sobre mi hombro justo cuando estaba a punto de subirme. Me volví para ver a Justin saliendo del edificio. Podía ver que apenas contenía la furia construyéndose con cada paso que daba hacia nosotros.
Se detuvo justo detrás de mí.

—Selena, me gustaría tener unas palabras con mi hermano, por favor —gruñó, ni siquiera me miraba.

Estaba mirando a Sam con tanta ira que me sorprendí de que no hubiera muerto por tanto veneno.
Agarré su brazo fuertemente haciendo que me mirara. Sus ojos encontraron los míos. Me estremecí un poco por la dureza en ellos.

—Déjalo. Ignora a Amy, esto no es una cita —le aseguré. Miré alrededor viendo que la mayoría de la gente ya se había ido así que afortunadamente casi no había nadie.

Él no contestó; sino que agarró mi brazo y me arrastró detrás de su cuerpo, poniéndose entre el auto y yo mientras se inclinaba para hablarle a su hermano.

—No te atrevas. Te lo advierto Sam. Tienes que irte ahora mismo —espetó enojado; todo su cuerpo tenso y en alerta.
Sam solo se rió.

—Relájate, no quiero tus sobras. —Rodó los ojos.

—Sam —dijo su nombre como una advertencia, sus manos apretándose en puños.

Maldita sea, ¿Justin va a golpear a su hermano? Agarré su muñeca rápidamente, apartándolo del auto.

—¡Basta! Vamos a salir solo como amigos. De todas maneras esto no es de tu maldita incumbencia. ¡Te estás comportando como un niño malcriado, discutiendo por un juguete con el que ya ni siquiera quieres jugar! —reprendí. Podía sentir la picazón en los ojos y sabía que iba a llorar otra vez. Necesitaba irme.

• Amor Verdadero • ❤️  |Jelena| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora