Capitulo 68.🌻

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Mientras la miraba sentí como el color de mi cara se borraba. ¿Por qué ella?

Categóricamente me odiaba. ¿Por qué tenía que ser ella la que nos pillase? Se me cayó el alma a los pies mientras que una sonrisa lenta dibujaba sus labios. ¡Oh Dios, por favor que esto sea un sueño! ¡Por favor dime que esta clase fuera tan aburrida que me dormí y estoy teniendo ahora mismo una pesadilla!

—¿Qué demonios? —Con el ceño fruncido movió la cabeza, como si intentase resolver algún problema.

Justin no se había movido y seguía pegado a mí, sujetándome contra la mesa, sus manos permanecían exactamente en el mismo lugar que estaban dos minutos antes que ella entrase en el cuarto. ¿Qué hacemos ahora? ¡Justin se va a meter en muchos problemas, a mí me expulsarán, nuestras vidas quedaran destruidas y todo por mi culpa! ¿Por qué tuve que llevar esta estúpida falda corta y tentarlo? ¿Por qué tuve que llamar su atención y ser una maldita coqueta en el horario escolar? Soy tan idiota, ¡y ha sido mi culpa el provocar esta situación!

De nuevo tragué saliva y abrí la boca para intentar hablar; no tenía ni idea de lo que iba a decir, así que esperaba que algo coherente saliese de mi boca. Sin embargo lo que salió fue:

—Yo... nosotros... no.... no es.... de ninguna manera... —Podría pegarme a mí misma. Justin seguía sin moverse, es como si estuviese congelado. Ni siguiera estaba segura de si aún respiraba, pero una cosa tenía clara, ¡tenía que quitarse encima de mí y empezar a encontrar excusas de por qué me estaba besando y de por qué estaba casi sin camisa!

Le empujé el pecho, haciendo que se pusiese derecho, pero continuaba situado entre mis piernas, boquiabierto. Sus ojos estaban de par en par y su cuerpo tenso. ¡Jesús, espabila Justin! Me levanté rápidamente, tirando de mi falda y de la parte superior, poniendo todo en orden mientras me sonrojaba.

—Señorita Dennison, no es lo que parece —se defendió Justin, sacudiendo la cabeza mientras salía del aturdimiento y comenzaba a abotonar su camisa.

Ella se rió en voz baja. —Oh, esto no tiene precio. Volví para recoger mi libro y me encuentro con esto. Es demasiado bueno para ser verdad —Erika reflexionó, sonriendo con satisfacción—. Señor Bieber, pienso que podría haber conseguido algo mejor. Quiero decir, mírela, ¡por Dios, es Selena! —Me miró lentamente de arriba a abajo, asqueada y mis ojos se llenaron de lágrimas, pero de ninguna manera iba a dejar que salieran de mis ojos delante de ella.

Una enfadada expresión cruzó la cara de Justin.
—¡Basta! —espetó Justin.

Ella sonrió dulcemente y se giró para recoger su libro que estaba encima de la mesa. No sabía qué hacer o que decir; sólo podía pensar en que todo esto era por mi culpa. Justin irá a la cárcel por mi culpa.

Ella agarró el libro y se dirigió hacia la puerta. —Bueno, ha sido un placer haberte conocido —gorjeo ella, riendo silenciosamente.

Tragué el nudo que se me estaba formando en la garganta. Ella se lo iba a contar a alguien, ¡e iba a ocasionar un montón de problemas a ambos! Brevemente consideré mis opciones.
La podía dejar ir y podríamos fingir que ella mentía. La podía agarrar, darle una tremenda paliza, después cortarla en pedacitos y esconderla en alguna parte. Podría rogarle que no dijera nada. O simplemente podría admitir la verdad y, podríamos fingir que fue una locura del momento, una indiscreción que sólo ha ocurrido en esta ocasión.

Personalmente no me gustaba ninguna de estas opciones. Me inclinaba más bien por cortarla en pedacitos, pero no creía que Justin estuviera de acuerdo con ello. Por lo tanto decidí por rogar e intentar pedir su lado compasivo, si es que tenía uno.

—¡Erika, por favor! —grité con desesperación. Ella se paró y se me quedó mirando, elevando una ceja mientras yo continuaba. Por favor no digas nada; todo esto es culpa mía, todo.

Justin negó con la cabeza. —No, selena, yo he sido... —Empezó a decir, pero yo fingí que no había dicho nada y continué hablando.

—Lo empecé yo, simplemente le besé. Ha sido culpa mía —le mentí, rogándole con mis ojos.

—Cuéntaselo al director. —Erika se encogió de hombros y abrió de un tirón la puerta, saliendo como un huracán.
Me giré a Justin; sentía el latido de mi corazón en la garganta, lágrimas escocían en mis ojos.

Cariñosamente me cogió la cara con sus manos.
—Ni se te ocurra cargar con la culpa de esto; juro por Dios, selena, que si lo haces me voy a cabrear mucho contigo. Si alguien tiene que cargar con la culpa, ¡soy yo! —dijo él gravemente.

Tragué saliva y quité sus manos de mi cara. Aún no había tirado la toalla; quizás conseguiría convencerla en no decir nada. Le aparté con un empujón y salí corriendo por la puerta, ignorando como me llamaba por mi nombre mientras corría. Sabía que no podía seguirme inmediatamente; todavía tenía que abrocharse la camisa y no podía andar por los pasillos con la camisa como estaba.

Corrí como un rayo y visualicé a Erika paseando tranquilamente por el corredor. No tenía ninguna prisa; tenía la cabeza bien levantada mientras se encaminaba al despacho del director.

Me acerqué corriendo a ella y la agarré del brazo, haciendo que se parase mientras la miraba desesperadamente.

—¿Por favor? ¡Por favor no le causes problemas! Todo ha sido culpa mía, me eché encima de él, nada de esto es culpa suya. ¿No le hagas sufrir por algo que he hecho yo, ¿por favor? —rogué. Sentía nauseas, mis manos temblaban y todo mi cuerpo estaba frío.

Ella me sonrío con satisfacción. —¿Es culpa tuya?
Asentí rápidamente, y me enjuagué la lágrima traidora que se deslizaba por mi cara.

—Sí —susurré.

Se tocó con el dedo la barbilla, su larga uña pintada de rojo tocando sus labios mientras hacía un puchero, meditando sobre ello.

—¿Entonces, que valor le pones? —preguntó ella, ladeando la cabeza.

¿Qué cuanto valor le pongo? ¿Para mantenerse callada pedía dinero o algo así? Mentalmente calculé cuánto dinero tenía, así como cuantos ahorros tenía en la cuenta corriente.

—No... No sé. ¿Creo que podría reunir un par de cientos de dólares? —Ofrecí, encogiendo los hombros confusa. Podría obtener el dinero de Justin; seguramente tendría más que esa cantidad.

Ella soltó una carcajada. —No quiero tu dinero, princesa de hielo. ¿Qué otra cosa me puedes ofrecer? —siseo ella con desprecio.

Fruncí el ceño y sacudí la cabeza. ¿Qué más puede haber que le pueda ofrecer?

—No... no sé. ¿Qué es lo que quieres? —pregunté en voz baja. Paseé la mirada a mí alrededor.

Afortunadamente no había nadie en el pasillo ya que la gente se había ido ya a casa. Amy me estaría esperando a la vuelta de la esquina en la calle. Quizá la podría pegar un grito y llamarla, ¡apuesto lo que sea a que Amy me ayudaría con el plan de cortar a Erika en pedacitos!

Me miró detenidamente. —Bien, definitivamente no quiero los trapos que llamas ropa —se mofó con una mirada despreciable en la cara. No estoy muy segura. ¿Qué te parece si lo pienso? —Ofreció ella.

Mentalmente hice una danza de alegría, al saber que no nos iba a entregar inmediatamente, al querer pensarlo, me daría más tiempo para poder reunir más dinero o alguna otra cosa.

—Por favor Erika, no se lo digas a nadie. Haré todo lo que quieras, sólo no le causes problemas —susurré, intentando no volver a llorar.

Ella sonrió dulcemente, pero sus ojos eran duros.

—¿Harías cualquier cosa? —Su voz sonaba cruel y desagradable, sintiendo un hormigueo recorrer mi espina dorsal. Tragué saliva y asentí en acuerdo. Por alguna razón sabía que me iba a arrepentir al hacer ese comentario—. Para empezar, quiero ese dinero que me has ofrecido, me lo traes cuando vengas mañana. —Metió la mano en su bolso, sacando los libros de historia y de inglés; empujándolos contra mi pecho—.Haz mis tareas, están previstas para mañana, no quiero sacar menos que una B, ¡así qué no te hagas la lista queriendo dejarme en un mal lugar mañana en clase! — siseó ella, haciendo un gesto de despedida con la mano.

Dinero y hacer los deberes, bien eso lo puedo hacer

• Amor Verdadero • ❤️  |Jelena| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora