Capitulo 4

89 8 0
                                    

  Tenia 16 años cuando comenzamos con este juego, mejor dicho, mi cuerpo era su regalo de consolación. Ese día, recuerdo que era Martes y llovía, cuando llegue del colegio, en la entrada observe dos par de zapatos, los de color negro de inmediato los reconocí -mi hermano llegó- mencione en susurro y al ver el otro par de zapatos mi emoción se fue -con quien estas?- preguntaba al escuchar unos gemidos que venían de la recamará de él, no lo soporte y fui a ver que era lo que estaba haciendo. Dos cuerpos moviéndose en un acto atros, rudo, desesperado, satisfactorio, tan complaciente que me gustaría que fuera yo quien esta debajo de él, que sea yo quien recibe esa explosión de placer. -podrías guardar silencio?- con un tono firme, molesto, agitado le ordenaba a su acompañante -Yo quiero disfrutar esto tanto como tu- decía la voz femenina un tanto molesta, reprimida y al igual que la de él, agitada -no quiero escucharte, solamente deseo sentirte, ser yo quien domine la situación- su voz era segura, seductora, tranquila; me siento celosa de que ese tono de voz valla completamente dirigidas a ella -yo me voy de aquí y no me busques, no me veas, ni siquiera me mires cuando estemos en la escuela, terminamos Kouyou- mi corazón se rompió al escuchar las palabras que ella le dedicaba, cubría mi boca con la palma de mis manos para evitar cualquier sollozo triste , entre mis lagrimas lograba ver como la chica se ponía de pie y tomaba su blusa para colocársela, cerré la puerta delicadamente para después tomar mi mochila e irme a mi cuarto, secaba mis lagrimas frente a mi pequeño tocador, tomaba mis audífonos, comenzaba alguna canción de Luna Sea, llegue a tranquilizarme.

Cuando estaba lista para quitarme mi uniforme de reojo mire a mi hermano, el reflejo en el espejo era tan claro que logre ver su pecho desnudo, ese pelo desarreglado; era algo que me incitaba a ver mas de él. El primer paso que realice fue el tomar mi largo pelo para después sujetarlo en un chongo alto, quitaba la parte alta de mi uniforme tan despacio, solo esperaba poder seducirlo, hacer que el deseará tomar mi cuerpo, quiero complacerlo. De pronto sentí como sus piernas eran puestas a un lado de las mías, su respiración sobre mi nuca provoca el cerrar de mis ojos, no menciona ni una sola palabra, mi cuerpo tiembla al poder sentirlo de esta manera -tranquila, no tengas miedo, no haré nada que tu no quieras- sus manos rodeaban mi cintura; paralizándome por completo -no tengo miedo y menos si eres tu quien me toca- respondía aun con mis ojos cerrados y mi nerviosismo a flor de piel, sus labios comenzaban a tomar camino desde mi cuello hasta mi hombro, mi respiración se acelera, mi cuerpo quería responder de inmediato a sus labios, mi voz quería exclamar todo lo que sentía en ese momento -no quiero escucharte, deseo sentirte, seré yo quien domine la situación, ¿Entendiste?- su voz se volvía gruesa, imponente; mi piel se erizaba al sentir su aliento tan cerca de mi oído; no mencione ni una sola palabra, fui yo quien hizo el primer movimiento en este tablero de seducción ¿Cuantos minutos tomará cada movimiento? ¿Cuando seré yo, quien tenga la oportunidad de mover la pieza? ¿Este juego llegará a un final? si ese es el caso ¿Quien es el que saldrá perdiendo?

Todas esas preguntas cruzaban en una mente en blanco, en una mente que solo quería satisfacerse, una mente que perdió la noción de tiempo y espacio; solo hasta que él comenzó a moverse de tal forma que me lastimaba; queriendo entrar a la fuerza en mi -no te resistas, solo así lo harás mas doloroso para ti- entrelazaba su mano con la mía, la otra provocaba una estipulación deliciosa que por momentos eliminaba toda sensación de dolor en mi cuerpo. Quería gritar, quería que el supiera cuanto lo gozaba, pero, su voz exclamando mi nombre inundaba mis oídos, eso era lo que quería escuchar, no quería escuchar mis gemidos, no quería oír mis palabras implorando por mas placer. Poco a poco mi cuerpo comenzaba a sucumbir a ese éxtasis tan exquisito, trataba de controlar los sonidos que emanaba por culpa de mi hermano, pero no lo lograba, uno que otro gemido trataban de alcanzar los oídos de él, del hombre que ha robado mi primera vez, del hombre que generosamente me regalaba un Azucarado Dolor.

Ya ha pasado mas de una hora y ella no regresa, tal vez fui muy cruel al apartarla de mi por haberme besado, pero jamas, nunca en mi vida me ha gustado que tomen la iniciativa, detesto que quieran controlarme, que se quieran mover a su santo gusto, debo ser yo el encargado de darle placer y obviamente a mi también. 30 minutos mas tarde llego con una mirada desilusionada, molesta -por que te tardaste?- decía molesto pero a la vez preocupado -lo siento, quería dar una vuelta- hacia una reverencia, aun con la mirada baja -por que no me dijiste, te hubiera acompañado- la tomaba fuertemente de la muñeca; acercándola rudamente a mi cuerpo, quería sentirla, deseaba tenerla en ese momento y lo podía hacer sin que ella hiciera reproche alguno. La cargue y acerque de inmediato a la mesa, arranque su panst junto con su pantaleta, ella miraba estupefacta cada acción que hacia sin mencionar nada, comenzaba a entrar en ella, mis movimientos eran veloces, pareciera que es la primera vez que lo hacíamos, sus manos sobre mis hombros no la dejaban alejarse, escuchaba su respiración; eso no me molestaba. Mi lengua entraba en su boca, las dos danzaba en un dulce juego, en una danza amarga, adictiva. Como ya era costumbre mi voz mencionaba su nombre, cada embestida de éxtasis se la dedicaba a ella. La pequeña mesa temblaba al mismo tiempo que nuestros cuerpos lo hacían, una ola de placer inundaba la habitación, dando termino el acto que ayer dio inicio. Mi cuerpo estaba agotado pero felizmente complacido, la sonrisa en mi cara duraría todo el día; miraba su rostro y no había ni una sola expresión -lo disfrutaste?- acariciaba su rostro, quería que sus ojos me vieran, que una sonrisa se plasmará en su hermoso rostro, pero sus palabras me pusieron de malas -¿Ahora quieres que te diga como me siento, después de años de haberme quedado callada?- me miraba sorprendida por haberle hecho esa pregunta, sentía como sus manos me empujaban alejándome de ella, la cual ponía de nuevo su panti y se iba molesta a su habitación. Después de acomodar mi bóxer dirijo mis pasos hacia su habitación para llevarme una sorpresa -abre, déjame entrar- mi voz se volvía agresiva ante la impotencia de no poder entrar a la habitación de ella -vete de aquí, déjame en paz- su llanto me daba mas rabia, quería abrazarla, hacerle sentir que todo iba a estar bien, quería decirle que la quiero -Himemiko abre la maldita puerta- en verdad me molestaba el que no me hiciera caso, llegue hasta el punto de romper el papel del cual estaba hecha la puerta para poder entrar, pero ella no estaba ahí, busque en su clóset y no está, su ventana esta cerrada. Recordé que la ventana da hacia la casa de un amigo de nosotros, lo más seguro es que saltará hacia su depa -Maldita sea Himemiko, ya no eres una maldita mocosa para estarte escapando- gritaba mientras me dirigía hacia la puerta completamente furioso.




Tarde pero seguro, aquí les dejo este capitulo y otros dos más.

Espero que esta nueva historia sea de su agrado.

Dejen su comentario y estrellita si les gusto.

Gracias por tomarse el tiempo en leerlo.

Sugar PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora