4. Investigar

49 9 1
                                    

Wendy había llegado temprano aquella mañana como nunca en su vida puesto que a través de sus amigos se había enterado del regresó de los chicos Pines.

Al abrir la puerta se encontró con Stan quien buscaba algo de comida en el refrigerador aún algo adormilado mientras rascaba su trasero.

-¡Señor Pines! -gritó la chica corriendo hacia él para abrazarlo mientras él intentaba reconocer a quien lo había atacado.

-¡Auxilio! ¡Una bestia pelirroja me ataca! -gritó el anciano.

-¡Wendy! -gritó Mabel al aparecer en la cocina.

Las chicas se abrazaron con fuerza mientras el tío Stan se recuperaba del susto.

-Wendy, no puedo creer que seas tú -dijo Dipper al verla para ir a unirse al abrazo.

-Los extrañe tanto -sonrió la pelirroja-, y puedo ver que ambos han crecido en estos meses, en poco tiempo seguro serán más altos que yo.

-Así que tu eres la famosa Wendy -dijo Elizabeth viendo al trío con una amplia sonrisa.

-¿Quién eres? No me dirás que eres la madre de estos dos ¿Verdad?

-Claro que no, aún estoy muy joven para pensar en tener hijos -rió ella ante la ocurrencia de Wendy-. Me llamo Elizabeth Pines, soy la hermana mayor de estos dos.

-¿Hermana? ¿Y por qué no sabía de tu existencia? -preguntó mirando a los gemelos.

-Bueno, no soy precisamente la hermana ejemplar, me fui por años así que es normal que no hablen de mi debido a mi ausencia -dijo encongiéndose de hombros-, muy por el contrario en este poco tiempo que llevamos aquí me han hablado hasta el cansancio de ti y e de decir que te imaginaba muy diferente.

-Suelen decirme eso -dijo con una sonrisa-. Soy Wendy Corduroy, es un gusto conocerte.

Las chicas estrecharon sus manos con una sonrisa mientras los gemelos observaban confundidos esta extraña complicidad nacida de la nada entre ambas.

Bill por su parte llegó a la cocina molesto como de costumbre en busca de algo para comer, ignorando por completo la reunión que se celebraba ahí.

-¿Y ese quién es? No es otro hermano perdido ¿Verdad? -preguntó la pelirroja.

-Creo que recuerdas bien a Bill Cipher -dijo Dipper entre dientes-, e aquí lo que quedó de él.

-¿Bill? ¿El triángulo volador que convirtió a mi familia en piedra?

-El mismo.

La expresión de Wendy cambió al instante y sin previo aviso atacó al rubio quien dando un pequeño gritó de sorpresa quedó bajo ella con un tenedor contra su cuello.

-Juro que he imaginado cientos de formas para devolverte lo que nos hiciste -dijo la chica-, pero nunca pensé que tendría siquiera una chanse para hacerlo.

Bill se había quedado mudo, sabiendo que la chica que tenía en frente podía matarlo si realmente quería.

-Wendy, dejalo, Bill es inofensivo, sólo míralo -dijo Mabel.

La pelirroja miró a su prisionero un largo tiempo hasta que al fin alejó el tenedor de su cuello. Bill sonrió pero entonces la chica le dio un fuerte golpe con su puño en plena mejilla.

-Te mantendré vigilado día y noche -dijo ella levantándose por fin.

Bill sólo podía retorcerse en el suelo con ambas manos sobre su mejilla herida maldiciendo a Wendy en un idioma que nadie podía entender.

-Ahora resulta que habla latín -suspiro Dipper.

Elizabeth pensó un momento para luego mirar su brazo plagado de símbolos al tiempo en que una idea se formaba en su cabeza.

-Gracias Dipper, eres el mejor - dijo ella abandonando la cocina con rapidez.

-¿Qué diablos? -murmuró el castaño.

-Eres un completo idiota Pino -dijo Bill.

Dipper se encontraba más que confundido, pero prefirió no decir nada, no estaba dispuesto a dejar que Bill siguiera burlándose de él.

Después de aquello la mayor de los hermanos permaneció encerrada en su habitación releyendo los diarios y comparando la simbología de sus tatuajes con diferentes diccionarios que abarcaban hasta los jeroglíficos más antiguos.

El único que realmente se atrevía a irrumpir en la habitación era Bill con el pretexto de ayudar pero más que eso parecía que iba a distraer la puesto que dos veces lo sacó a patadas del lugar y luego de la tercera no le permitió volver a entrar.

Luego de mucho dudar el tío Ford por fin se le unió en la investigación, lo cual al parecer si fue de ayuda puesto que tras su entrada en escena ambos salieron dos horas más tarde a diferencia de los casi dos días que la joven llevaba ahí encerrada.

-Al fin -dijo Mabel al verlos- ¿Pudieron dar con alguna pista?

-Nada muy alentador -dijo Ford quitando sus lentes para frotar sus cansados ojos.

-Tal parece que la manera de quitarme estos poderes es devolviendolos a su portador, pero no es tan simple como se escucha, el proceso es lento y desafortunadamente para lograr resultados debo permanecer tan cerca de Bill como me sea posible.

-Espera un momento, no quiero estar ni un segundo cerca de ti -dijo Bill claramente en contra-, apenas puedo soportar tu presencia debido a que mi poder la mantiene suprimida.

-Yo también estoy en contra -dijo Dipper-, no podemos arriesgarnos a que Bill recupere su poder, sé que aún buscas la manera de vengarte.

-Y no pretendo ocultarlo, pero hice una promesa, mejor dicho un trato con tu querida hermanita mayor.

-¿Qué acabas de decir? -saltó Stan inmediatamente.

-Yo prometí quitarle mi poder a cambio de recuperarlo, pero también debo marcharme de esta dimensión en cuanto eso pase y como bien saben, yo siempre cumplo mi palabra.

-No puedo confiar ni en ti ni en tu palabra, ya me has traicionado antes y no veo el motivo para que está vez sea diferente -dijo Ford.

-Querido Stanford, yo nunca habría hecho nada en tu contra si en primer lugar no hubieras roto el pacto -dijo sonriendo ampliamente-, pero esta bien, aceptó tu remordimiento y falta de confianza en mi, pero ya saben que esto es diferente, no por nada ella también tiene mi poder, el pacto está hecho desde ambos lados, es un trato que no se puede disolver de ningún modo.

Y Dipper pudo advertir como por un momento en la mirada de Bill ardía la ira y el remordimiento hacia su hermana y supo, de algún modo, que el trato era inquebrantable para toda la eternidad.

No te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora