-Kei, despierta por favor, cuánto lo siento... no debí dejarte solo –esa voz- Por favor responde –conozco esa voz...- Lo siento cariño –esa calidez, su mano rozando la mía- Por favor, no me dejes –abrí los ojos lentamente- Aoi –dije por lo bajo- Lo siento, de verdad lo siento –dijo, sentí sus fuertes brazos rodeándome- ¿Sentir qué? –la cabeza me punzaba.
Abrí los ojos tan rápidamente que la luz de la habitación quemaba, estaba en una habitación blanca, toqué mi ropa, traía una bata de hospital, al lado mío estaba Aoi tomándome de la mano.
Flourence estaba entrando a la habitación- ¿Qué demonios le paso a mi hermano? –Me miró horrorizada- No lo sé –empezaron a volver los recuerdos a mi mente. Iba a la biblioteca y luego a buscar a Aoi, y justo cuando iba a tocar el timbre me desmayé- Yo... me desmayé –dije por lo bajo- Iba a buscarte y luego me desmayé –miré mi muñeca, estaba vendada- Lo siento Kei, no debí decir eso –dijo Aoi, tenía los ojos llorosos- Yo... también lo siento, debí haber entendido cómo te sentías, más por todo lo que pasó ese día –el negó con la cabeza- Fue todo culpa mía, enserio lo siento –me abrazó- Estaba muy preocupado, cuando te cargué y te traje estabas helado como un hielo, yo... creí que –lo interrumpí- Lo siento, no debí haber hecho que te preocuparas por mí, en primera, ni siquiera tendría que haberme molestado.Narra Kei:
Flourence salió a la terraza del hospital a fumar, así que Aoi y yo nos quedamos solos- Yo... lo siento, no debí decir eso –dijo Aoi- no importa, era el funeral de Ukyo, tenías que estar ahí para estar con Yamato –después de disculparnos un par de veces más, se sentó a mi lado en la cama de hospital, se acercó a mí y susurro a mis labios un "lo siento" muy tierno, para después besarme, me sentía feliz, estaba bastante feliz, aunque mi muñeca rota me molestaba un poco, no podía contener las lágrimas de alegría de que estuviera conmigo, y de que todo se hubiera solucionado.Salí ese día del hospital a las 11:30 p.m., estaba agotado, Aoi tenía los ojos hinchados, Flourence se fue a casa y yo fui con Aoi a la suya, estaba un poco mareado, así que bajé torpemente del FIAT rojo, estaba que me daba vueltas la cabeza, sentía la mano de Aoi sosteniendo mi cintura con fuerza. Rápidamente me prestó ropa, debido a que la mía estaba empapada. Solté un estornudo, Aoi puso su frente contra la mía- Tienes un poco de fiebre –dijo mirándome a los ojos, todo se me tornó oscuro- Kei, Kei, despierta, ¡Kei! –Aoi me tenía entre sus brazos, estábamos en la cama ambos, yo estaba sudando frío, estaba temblando, me sentía débil y con muchos escalofríos- ¿Qué sucedió? –le dije a Aoi- Te volviste a desmayar, estás ardiendo, ya he llamado a mi médico para que venga a revisarte –dijo sonriéndome, me depositó en la cama, las sábanas estaban frías, me refrescó un poco eso, de vez en cuando me bajaba la fiebre con un paño con agua fría en la cabeza. Hasta que llegó el médico, me revisó la garganta, me checó la fiebre y demás- Es sólo un resfriado, debes quedarte en cama por una semana, o de lo contrario podrías tardar más en mejorar –asentí, el médico se fue inmediatamente- Gracias por venir Henry –dijo Aoi al médico- No hay de qué muchacho, sabes que para eso está la familia –estrecharon manos- Por cierto –Aoi sonrió- dime –el doctor habló de nuevo- Nada, olvídalo –el médico sonrió y se fue, me sentí un poco avergonzado. Aoi se recostó a mi lado, me acariciaba el cabello, me sentía ridículamente bien, la fiebre de vez en cuando me bajaba, toda la noche me estuvo cuidando, hasta que cayó en brazos de Morfeo, yo seguía despierto, no lograba conciliar el sueño, algunas veces me dormía media hora, otras unos minutos pero no podía dormir más, ya sea por la fiebre o por el calor que sentía, sin querer había despertado a Aoi, al quitarme la playera y el pantalón de algodón que me había prestado, estaba en ropa interior- ¿Estás bien? –Dijo un poco soñoliento- Si, lo siento, te desperté –Aoi negó con la cabeza- Está bien, ahora, recuéstate junto a mí –hice lo que me dijo, me recosté a su lado y me abrazó por la cintura, entrelacé mis manos con las suyas, me sentía feliz, pero a la vez quería vomitar, me levanté corriendo al baño, cerré la puerta, comencé a vomitar, me sentía un poco mal, la toz y el vómito no ayudaban, hacían que me sintiera más mareado de lo que ya estaba, Aoi entró y me dio unas pequeñas palmaditas en la espalda- No me veas –le dije avergonzado- Lo siento, pensé que necesitarías ayuda para que te sostuviera el cabello –dijo soltando una pequeña risita- ¡No soy mujer! –me quejé- Además... Yo no tengo el cabello largo –hice mala cara y Aoi rió, lo siento, abrió una puerta y sacó un cepillo de dientes, lo tomé con las mejillas encendidas por la fiebre y por mi vergüenza y me lavé los dientes- Jajaja –comenzó a reír- ¿Qué? –Dije con el cepillo en la boca- Nada... es solo que imaginé una estupidez –lo miré con las cejas alzadas- ¿Ahora qué? –le dije serio- Pues... te imaginé diciendo: ¡Estoy embarazado! ¡Vamos a ser padres! –Sonreí- ¿Eres idiota o solo finges serlo? ¿Sabes que los hombres no se pueden embarazar verdad? –Aoi asintió y me miró serio- ¡Claro que lo sé!, pero se me hizo tierno imaginándote diciendo eso, aunque fue un poco grotesco y extraño... bueno... tú sabes, viéndote con una panzota –comencé a reír- ¡Qué miedo!, eso jamás pasará –Aoi comenzó a sonreír- A menos que consumas mucha cerveza y acabes con una inmensa barrigota y seas gordo y viejo –fulminé a Aoi con la mirada- Sal, quiero acabar de vomitar en paz...
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LA APUESTA DEL MILLÓN
RomanceAoi, el guapo, el popular del colegio, es retado a tener una cita con Kei, el mayor nerd y marginado de la escuela... Lo que Aoi no sabe, es que Kei está perdidamente enamorado de él... Con el paso del tiempo, Kei se enterará más sobre la peligrosa...