CAPITULO 9: ARREPENTIMIENTO, DOLOR Y LÁGRIMAS

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Encontré la nota, esta decía:

Querido Kei, siento no poder despedirme de ti amor, pero simplemente no puedo, me es difícil tener que decirte adiós, porque esto no es un adiós, lo que me parece increíble es que papá adelantara la fecha para mi salida, de verdad siento no poder estar contigo en estos momentos amor. Te pido que por favor no me busques, no quiero que me veas de esta manera, te ruego también que no hables con mi padre, él no acepta opiniones de nadie que no sea él.

Esta mañana he recibido un mail de mi padre, me ha dicho que iré a Nueva York, he escrito esta carta con el fin de decirte que si deseas quedarte en el apartamento eres libre de hacerlo, te he dejado un juego de llaves en el comedor listas para que te las lleves, cuídalo por mi...

Algo más que quiero decirte es que, cuando vuelva de Nueva York quiero que te cases conmigo, ¿Aceptarías? Si dices que sí de nuevo no esperaré más y nos casaremos ese mismo día en la iglesia. Desearía poder atrasar el tiempo y estar contigo como hace un par de horas.

Quiero que me prometas que no te volverás alguien rebelde o malo, no quiero que te expongas a ningún peligro.

Espero con ansias tu bienvenida

Att: Aoi

P.D. No olvides que te amo, y no te olvidaré

Me levanté a toda prisa, tenía todo puesto, así que tomé un taxi y fui directo al aeropuerto, tenía que verlo, aunque él no me viera, tenía que verlo por última vez. El taxi no tardó nada en llegar al aeropuerto, corrí a la aerolínea a la que supondría sería la de Aoi, corrí lo más rápido que pude, había mucha gente haciendo fila para abordar, busqué por todos lados, pero nada.

Sentí una mirada, vi que enfrente de mi había un gran cristal, por ahí pasaban las personas que abordaban hacia el vuelo a Nuevo York, Aoi estaba asomado, vestía un polo blanco que resaltaba sus ojos y unos jeans ajustados, miré el anillo de compromiso en mi mano, lo apreté contra mi pecho y corrí lo más rápido que pude, colándome entre la gente que estaba en la fila, una aeromoza me detuvo- ¿Qué se le ofrece? –Estaba desesperado- Necesito ver a alguien, no tomará nada –ella negó con la cabeza- Necesita su boleto –negué con la cabeza- ¡Usted no entiende! –ella me miró con fastidio- Lo siento, debe irse o llamaré a seguridad –Aoi ya estaba caminando con maletas en mano- ¡Por favor!, necesito pasar –subí por la barandilla de seguridad y de un salto llegué al otro lado, escuché un silbato sonar, detrás de mí dos guardias corrían, no importaba, alcanzaría a Aoi- ¡Aoi! –grité, no se giró- ¡Aooooi! –Grité de nuevo- Aoo –sentí como me derrumbaban al piso-

Aoi había volteado, pero de nuevo se giró, tenía los ojos llorosos, vi como usaba su polo para limpiarse, me levanté, esta vez retenido de los brazos por los guardias, hice un esfuerzo sobre humano y me solté, corrí los más rápido que podía, las piernas me fallaban, Aoi ya entregaba su equipaje, ya entregaba el boleto y el pasaporte, me acerqué a él, lo giré y le planté un beso, él correspondió- Te dije... dije que no me siguieras –lo abracé, esta vez llorando- Lo sé, pero... tenía que verte –Aoi me abrazó- No puedo aguantar tanto tiempo, así que vete Kei, no nos podemos ver, o querré quedarme –lo besé de nuevo, esta vez haciendo el beso más largo, tal vez así lograría que se quedara, me aparté de él, respiraba entrecortadamente- ¿Qué sucede aquí? –Aoi y yo giramos al mismo tiempo- Padre –decía Aoi, ni si quiera alzó la mirada, estaba sometido, frente a nosotros estaba un señor bajo, con entradas y una gran barriga, tenía los ojos verdes de Aoi, y vestía un traje negro y pulcro- ¿Puedes explicarme qué diablos está pasando aquí? ¡Deberías estar en el avión ahora! –Aoi ocultaba sus ojos de tristeza- ¿Y tú quién diablos eres? –Lo miré con recelo- Soy Kei Sukishima y yo soy...–Aoi me miró con tristeza- Papá, él, es... mi prometido –dijo tomándome de la mano y mostrándole el anillo a su padre- Esto... ¡Esto es inconcebible!, ¿Quieres deshonrar el apellido de tu familia? –Aoi miró a su padre con resentimiento- Estoy enamorado de él, y creo que deberías aceptar mis preferencias –miré a Aoi, sus ojos habían dejado de sacar lágrimas, ahora me apretaba de la mano, él también llevaba su anillo, de un color plateado, igual que el mío, pero el suyo estaba grabado con las palabras "Kei", miré un momento el mío, tenía la palabra "Aoi" en él, miré a Aoi y luego a su padre- No aprobaré esta relación –miré con enojo a su padre- Perdone, pero no es decisión de usted el que su hijo tenga una relación –su padre me miró con rabia- Tú no eres nadie para hablar así, y ahora que lo pienso, tú no tendrías por qué estar aquí, ¡Está decidido!, Aoi irá a Nueva York y manejará la compañía ahí, irá a vivir con su tía y no regresará hasta que se haya olvidado de ti maldito mocoso. Iba a responder, pero Aoi se acercó a mí, me miró a los ojos- Todo irá bien amor –Sentí unas manos separarnos, era el señor Watabi- No aprobaré esto, así que vayan olvidando lo que ha pasado entre ambos –negué con la cabeza, corrí a donde estaba Aoi, lo besé con todas mis fuerzas, riéndome de su padre, levantando mi mano para pintarle dedo. Después de aquello lo único que recordé fue que los guardias me llevaron a una cabina de seguridad, me golpearon hasta que me quedé sin fuerzas "cortesía del señor Watabi", llegó mi hermana, lloré, llegamos a casa, lloré. Pasaron los meses y me sentía como si hubiese sido ayer lo del pleito, desde que se fue mi amado.

Quería suicidarme, traté de tomar medicamento para dormir con cerveza, pero no tomé la suficiente cantidad de pastillas como para morirme, lloré, cada tanto vomitaba por el shock, Flourence estaba conmigo las 24 horas del día, trataba de hacer que se despejara mi mente, pero no podía, inclusive hice un arreglo al anillo, ahora lo usaba con una cadena.

Despertaba cada tanto, sudando, llorando, desesperado, no sabía qué hacer, los días pasaban, todo era una mierda, no sabía qué hacer, solo una vez traté de auto flagelarme, pero me desmayé al ver la sangre, dejé de ir a la escuela, ahora todo lo presentaba a través de una computadora, así pasé un año, me sentía muerto en vida.

Perdí el contacto con Aoi debido a que su padre cambió todo, su número telefónico, su e-mail, modificó todo para asegurarse que entre nosotros no hubiese nada.

Decidí caminar, necesitaba aire fresco, fui a la casa de Aoi, abrí la puerta y me encontré con una gran sorpresa- ¿Qué haces aquí? –le dije- Venía a arreglar un poco la casa, estaba sola y polvorienta, no podía dejarla así –Yamato me miró con tristeza- Me enteré de lo que pasó en el aeropuerto –dijo- Pasó hace un año –le dije mirando hacia otro lado- Lo sé, ahora pienso que sería bueno que fuésemos a otro lugar, para despejar un rato la mente –Salimos de la casa de Aoi. Subimos al auto de Yamato, fuimos a la misma playa a la que él me había llevado la tarde antes de que él se fuera- Bonito adorno –dijo indicando el anillo de compromiso que tenía colgando de la cadena- ¿Se iban a casar? –dijo Yamato sonriendo- Supongo que sí... –dije con un hilillo de voz- Regresará –dijo dándome un golpecito en el hombro- Él siempre cumple sus promesas, aunque tenga que hacerlo rompiendo un par de reglas –eso me animó un poco-

Bajamos del auto y caminamos por la arena- ¿Y cómo te sientes? –dijo mirándome, pareciera que podía ver más allá de mis ojos, ver lo que en realidad pensaba- Me siento horrible, estoy en modo neutral, todo lo hago automático, no por gusto –Yamato sonrió- Así me sentía todavía hace un par de meses, supongo que no es fácil superar a alguien que tal vez y ya no puedas ver... en mi caso, porque ya está muerto –me sentí mal por Yamato- Yo... lo siento –dije jugando con la arena- Tú me recuerdas un poco a él –dijo mirándome de reojo, yo lo miré también- Me siento un zombi –le dije, él soltó una carcajada- Sé lo que sientes Kei –hubo silencio entre nosotros, no nos miramos, no hablamos, solo contemplamos la vista del mar.

Sentí su mano rozando mi pierna- Yo... -Yamato me miró, se acercó a mí, me besó, no lo frené, dejé que siguiera besándome, imaginaba que era Aoi, así que seguí jugando, su lengua invadía mi boca, no era la misma sensación, esta sensación me producía pánico, miedo y horror, nos separamos- Yo... lo siento –no lo miré a los ojos- Creo que deberíamos subir al auto –Yamato abrió la puerta del piloto y yo la otra, ambos nos abrochamos el cinturón y me dejó en casa- Pasa, creo que hay un poco de té en la alacena –Yamato agradeció y tomó asiento en uno de los sofás de la sala, preparé el té, me sentía un poco sucio, estaba traicionando a mi novio, era un maldito hijo de perra, cómo podía hacerle eso.

Salí de la cocina con el té en la mano, se lo tendí a Yamato, dio un sorbo y segundos después se acercó a mi boca, pasándome un poco de té, su boca tenía olor a enjuague bucal, lo seguí besando, hasta que Yamato me apartó- Creo que no es lo correcto Kei –asentí, era verdad- Lo siento, por un momento quise llenar el hueco de Ukyo –asentí- Yo... también lo siento –Yamato salió de la casa. Esa fue la última vez que lo vi...

Pasó otro año, lo había marcado en mi calendario como: "2 AÑOS DESDE QUE SE FUE". Flourence compraba pastel para animarme todos los últimos días de mes, ella ya tenía novio, de hecho, estaban pensando en casarse, pero todavía no era definitivo. Supongo que eso sería por mi causa, ya que su novio la había invitado a que vivieran juntos, pero ella no accedió, porque tenía que cuidar de mí en situaciones tan difíciles, es por eso que por mi culpa no se ven tan seguido como lo desearían, diario miro las fotos en las que salimos él y yo, y de vez en cuando hablo con Akise, nos hemos vuelto un poco más cercanos desde que Aoi se fue, gracias a él he podido salir un poco de la fosa.

LA APUESTA DEL MILLÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora