CAPÍTULO 15: PROMESA

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Narra Aoi:

Estaba al borde de la desesperación, tomé aire, subí al avión, me acomodé en mi asiento individual, miré por la ventana y el avión comenzó a despegar, mis lágrimas comenzaron a salir, traté de contenerme, pero no lo lograba, miré al techo, así las lágrimas no podrían salir por más que quisieran, me sentía mal, enfermo, me faltaba Kei, todo a mi alrededor era diferente sin él, tenía miedo a que Kei se olvidara por completo de mi.

El vuelo se pasó muy rápido y lo único en lo que pensaba era en cómo hacer que Arabella jamás encontrara a Kei, pero, eso era un poco difícil, ya que ella probablemente ya estaría moviendo sus influencias para llegar lo más rápido posible hasta mi prometido.

Me froté la cabeza, necesitaba mantenerme en contacto con Yamato para saber cómo se encontraba Kei, por el momento es lo único que podría hacer, no podía estar viajando todas las semanas si no, levantaría sospechas, suspiré, ya habíamos llegado al aeropuerto, me bajé con mis únicas pertenencias que era una pequeña mochila con cosas de "trabajo".

En el aeropuerto vi unas figuras conocidas, eran Arabella y mi padre, ella corrió hacia mí- ¡Cariño!, ¿Cómo te ha ido en tu viaje? ¿Si encontraste el regalo de bodas? –Negué con la cabeza, el corazón se contrajo en mi pecho, quería llorar, pero debía soportarlo- Eh... Fui a la tienda, pero me dijeron que ya se lo habían llevado –Quería estar un poco más con él- Bien hijo, hora de irnos a casa, tu madre les ha preparado una pequeña fiesta antes de su compromiso –se me revolvió el estómago, no quería casarme con Arabella, ella no era para mí, subimos al camaro de mi padre, en un par de minutos llegamos a la casa, dentro habían muchas personas, ninguna que significara algo para mí, pero, al parecer, todos conocían a Arabella- ¡Hola! Qué tal, tú debes ser el prometido de Arabella –asentí- Es un gusto, me llamo Abigail Jefferson –me tendió la mano, yo se la estreché- Es un gusto Abigail, yo soy Aoi Watabi –Ella me sonrió- ¿Y tú quieres casarte con Arabella? –Negué con la cabeza- Oh, ya veo, ¿Tienes a alguien? –Asentí, solté un suspiro- Su nombre es... Kei –dije dedicándole una triste sonrisa- Ya veo, y ¿Es linda? –Me reí- Si lo supieras te quedarías fascinada –Abigail se rió- ¿Tanto así?, supongo que ha de ser una buena persona –asentí- Cuando estás con Kei todo es tranquilo, aunque es un poco temperamental, pero lo es todo para mí –apreté el anillo que estaba en el bolsillo de mi pantalón, Abigail suspiró- Es una lástima que no te puedas casar con Kei, Arabella no es el tipo de persona que me caiga tan bien que digamos –solté un bufido- Ella es una maldita bruja –le dije susurrándole al oído- Y que lo digas –me contestó, así me la pasé en la fiesta, hablando con mi nueva amiga y cómplice Abigail- ¿Entonces es un chico? –Asentí- ¿Y cuántos años tiene? –Sonreí- Veintiuno –Abigail se frotó la cabeza- ¿Y cuánto llevan saliendo? –Sonreí- Para ser exactos cinco años –de repente una voz chillona se hizo presente- ¡Amor! ¿Qué tanto hablas con Abigail? –en un intento por librarme de ella me puse en pie y saqué a bailar a Abigail- ¿Entonces se conocen desde que tenían dieciséis? –Asentí- Fue algo curioso, ya que yo estaba enamorado de él desde primaria y él de mí, pero... ¿Cómo decirlo? –Tomé a Abigail de la cintura y ella me rodeó el cuello con los brazos- ¿No era posible? –me dijo, yo asentí, comenzamos a bailar- Él era el completo nerd de la escuela, se vestía como tal, hasta que un día perdí una apuesta y mi mejor amigo que retó a que le invitase a salir –comencé a recordar ese día en la fiesta como si hubiese sido ayer- Oh ya veo, Y perdiste la apuesta supongo –sonreí- Así fue –le di una vuelta a Abigail y de nuevo la agarré de la cintura- ¿Y después que sucedió? –Salimos de la pista de baile, la canción ya había terminado- Pues... lo demás fue bastante gracioso –Abigail me miró con ternura- Cuéntame que pasó después de que perdieras la apuesta –saqué el collar con el anillo que tenía grabado el nombre de Kei- Después de eso, fui a recogerlo a su casa, pero era un desastre, iba todo mal arreglado, pero lo que ese día me cautivó fueron sus ojos, lo llevé a comprar ropa, y lo obligué a que se pusiera unos contactos –Abigail se rió- Pobre Kei –sonreí- Valió la pena, porque cuando llegamos a la fiesta nadie lo reconoció, al principio fue un poco incómodo, pero después hablé con él y tenía una actitud más relajada, acabamos en el armario siete minutos, y ahí fue cuando ambos nos confesamos, después de eso estaban haciendo no sé qué cosa de pelear en el agua y era mi mejor amigo contra Kei, después me metí, y fue cuando mi amigo metió la pata gritando a los cuatro vientos que le debía la apuesta y Kei se enfureció –Abigail estaba encantada- Y después de eso yo estaba inconsciente, cuando abrí los ojos Kei me daba respiración de boca a boca, pero aproveché para besarlo y desde ahí comenzamos a salir –ambos sonreímos- ¿Entonces estás aquí por la fuerza? –Asentí- ¿Y mantienes contacto con él? –negué con la cabeza- No puedo, registran todas mis llamadas, y no puedo viajar sin que mi padre se entere por su cuenta hacia donde voy –Abigail me tendió su móvil- Llámale, este número no es conocido por nadie de aquí, mucho menos por tu padre –le dediqué una sonrisa en agradecimiento y ella me la devolvió al instante, tecleé el número de Kei, al segundo tono contestó- ¿Bueno? –Las lágrimas corrían por mis mejillas- ¿Kei? –Dije tratando de que mi voz no se quebrara- ¿Aoi? –Sonreí- Sí, so-soy yo amor –escuché como se acercaba el teléfono- ¿Cómo? –miré a Abigail- Una amiga me ha ayudado –Miré a Abigail, el corazón me latía rápidamente- ¿No te pueden rastrear el número? –Sonreí- No... porque no saben de cual número te llamo –Kei guardó silencio- Bien... me alegro –sonreí- ¿Estás bien? –me dijo, mi voz temblaba por la bocina, supuse que por eso preguntaba- Sí, estoy bien, cariño, quiero que me prometas algo –hubo un silencio- Quiero que me prometas que no harás cosas arriesgadas y estúpidas en este tiempo que no estaré –Escuché a Kei suspirar- Promételo Kei, o de lo contrario yo haré una estupidez para verte –escuché a Kei llorar- Yo... lo prometo, pero tengo miedo jaja, tengo miedo de que Arabella pueda hacerte algo y yo... –mi corazón se encogió- Te prometo que yo me encargaré de ella, ella no te puede tocar porque eres mío, si se atreve a tocarte un solo cabello o rosarte siquiera una mejilla la mato, ¿Me has entendido? –Kei sollozaba- Así que por favor espérame un año y medio, valdrá la pena, te lo juro, sólo no vayas a hacer algo imprudente –la voz se me quebró, lo último que escuché fueron los llantos de desesperación de Kei, Abi me abrazó.

LA APUESTA DEL MILLÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora