8va Bala

202 26 15
                                    

<<Había una vez, un Dios que se sentía solo, tan solo que las pasiones de una noche no alcanzaban para minimizar el vacío que se formaba en su corazón...>>

<< Un día, decidió que ya tenía suficiente de aquella vida, y en un impulso, bajó a la tierra para alejarse de todos aquellos espíritus que solo pretendían unir sus cuerpos mas no sus almas; y fue así, como en su torpeza, cayó encima de una niña humana. Después de muchos malentendidos, sucesos y encuentros fortuitos, ambos terminaron siendo inseparables.>>

<<El tiempo pasó, y las cosas cambiaron: la niña se convirtió en mujer, su belleza floreció y la amistad se transformó en algo más. La primavera llegó y los sentimientos fueron correspondidos, sin embargo no todo fue color rosa: uno de los espíritus con quien tuvo intimidad, celosa de la relación que ahora tenía, maldijo a la mujer con infertilidad y una enfermedad que le arrebataba la vida poco a poco, dejándola fría una mañana de otoño.>>

<<El dulce Dios lloró en la tumba de su difunta esposa, y devastado, siguió aferrado a la tumba a través de los años, corroyendose a tal punto de ser un muerto en vida, hasta que un día, de la estéril tierra emergió una vida, que creció alimentada de sus lágrimas y se convirtió en la más hermosa flor que haya visto en su vida, haciendo gala de sus blancos pétalos y emanando un suave perfume que secó sus penas, convirtiéndose en la medicina que sanó su destrozado corazón.>>

🍁🍁🍁🍁

Ya pasó dos semanas desde aquella noche de pasión desenfrenada, y Víctor aún tiene algunas secuelas del acto.

Actualmente las marcas de su cuerpo ya estaban a punto de desaparecer, pero ese día cuando recien despertó, creyó que todo había sido un sueño y había caído dormido en el jardín por la cantidad de marcas rojizas que adornaban su cuerpo, sin embargo, nada mejor que un terrible dolor de caderas que lo dejó inmovilizado por una semana junto a una pequeña fiebre para hacerle entender que esa noche fue totalmente real.

Y excitante.

Y aunque no recuerde completamente lo que pasó en esas horas de salvaje pasión, ahora la idea que más rondaba en su mente era que deseaba volver a repetir esa experiencia; aunque claro, primero debía obtener la colaboración de su amado Yuuri.

La verdad era que desde esa noche, Yuuri no lo había vuelto a tocar.

Por supuesto, tomarse de las manos y uno que otro beso aún se hacía presente, pero siempre era Víctor el que lo iniciaba primero, el pelinegro solo le seguía la corriente con un dulce sonrojo. No quería parecer necesitado, pero le gustaría que Yuuri también buscara su contacto alguna vez, aunque suponía que esa cosa de la vergüenza de los japoneses tenía algo que ver.

Víctor, ¿Qué tanto piensas?

¿Mmm?

El día de hoy habían decidido pasar tiempo en el jardín. Yuuri mandó a colocar una pequeña manta y a traer una mesa baja de la enorme casa para satisfacer el capricho del peliplateado de almorzar rodeado de flores, sin embargo había acumulado algo de trabajo en las semanas que había cuidado a su pareja, por lo que el pelinegro tuvo que llevarse varios documentos para revisar mientras esperaban por la comida.

Estaba pensando en lo que pasó hace dos semanas.

Ah... —Yuuri no necesitaba aclaración alguna, pues ya sabía perfectamente a qué se refería, y en consecuencia su mente comenzó a recordar también...

________________

...Ese día, Yuuri despertó temprano para ver que había averiguado Mila sobre el desastre del día anterior.

CrisantemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora