-¿suerte para qué?-

99 7 0
                                    

me han preguntado cuál es la diferencia entre la poesía de marwan y la de andrés suaréz.

y es fácil responder porque desde que tengo uso de memoria me gusta comparar cosas y situaciones y letras y estados de ánimo.

y esa es la diferencia.

que marwan habla de las mujeres a las que ha jodido y andrés habla de las mujeres que lo han jodido a él.

me han preguntado cuál es la diferencia de tú, feliz con ella y tú, triste con ella.

y se resume de nuevo a eso, a un estado de ánimo.

que sí, que sí, que yo he aceptado que la tomes de la mano y que frente de mi la beses mientras ella me observa con los ojos abiertos, como aquellas que les gusta presumir la victoria; que me hables de ella y que le lleves flores en su cumpleaños, y te he dejado mantenerte distante y tirar a la basura la amistad que prometimos porque me importas. me importas tú con ella, y aunque eso se significara tener que aguantar sus berrinches porque me has sonreído en el pasillo o porque me has deseado buena suerte, estoy dispuesta a hacerlo.

estaba dispuesta a ti, feliz con ella.

pero estoy en todo mi derecho a proclamarme en contra si te veo llorando. y no pido disculpas, no me arrepiento de sentir esta impotencia porque por semanas me han preguntado si estaba bien con todo esto. y realmente lo estaba, lo juro, hasta que te escuche sollozando porque te ha pedido un tiempo después de un mes para darse un respiro. y te ha echado en culpa a ti porque era más que nadie tú quien necesitaba un respiro. pero, maldita sea, ¿es que no entiende ella que la quieres y que respiro nunca lo usarías como un sustantivo sino como un verbo siempre y cuando esté a tu lado?

¿es tan difícil entender que tú no respiras si no estás con ella?
yo ya lo he comprendido.

me niego a que estés, entre comillas con un pie de página para explicarlo todo, con ella triste.

te he deseado que estés bien y lloraste un poquito en mi hombro, y aunque la gente me diga que tú y yo fuimos un desliz repentino y que es casi estadísticamente imposible sentir algo en tan poco tiempo, ellos no sienten lo que yo siento cuando te veo llorando.

pero, porque te quiero ver feliz, o menos triste. me mantengo a la distancia y descansen en paz las promesas de una amistad. empezaré tal vez a morderme las mejillas y clavarme las uñas en las palmas de las manos para evitar darte un abrazo. y me haré ciega durante todas las miradas que crucemos para no ver tu dolor, para no ver que no me quieres.

te he deseado que estés bien, y tú despacito me has deseado suerte.

¿suerte para qué? ¿suerte para qué si detrás de ti se han ido ocho gatos negros corriendo, y desde que te fuiste ya he roto dos espejos, pasado debajo de seis escaleras y he visto tres herraduras de cabeza?

¿suerte para qué si tú eras mi amuleto?

ojalá contara con el beneficio de la duda
con el insomnio a media noche y los ojos hinchados que se preguntan hacia adentro qué fue lo que hice para que termináramos.

pero eso es lo malo, que lo sé perfectamente.
que me lo dijiste y lo discutimos y lo aclaramos para que ninguno de los dos se pregunte cómo acabamos separados y con el corazón desgarrado.

entonces, cuando me preguntan si me duele que estés con ella, la respuesta siempre es no.

porque no me dolía que la amaras siempre y cuando pudiera darte lo que yo no pude, siempre y cuando hiciera un mejor trabajo.

todo lo que necesitas y todo lo que yo no pude y esa es la razón por la que terminamos.

porque no te quise demasiado.

que de nada vale la pena comprar un suéter si ya es invierno // poemario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora