las consecuencias de tus labios sobre los mios

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besarte fue el primer error. y es que cada mala historia comienza con un sí que debió ser no.

no he escuchado de ti desde el domingo cuando prometiste llamar a pesar de que tus madre y tu no padre decidieron separarse. cuando prometiste llamar y te olvidaste porque después de que mis piernas se enredaron con las tuyas habías tenido suficiente. Habías tenido suficiente y no te molestaste en decírmelo.

tu lengua me atacó en cuestión de segundos. un barco hundiéndose y pulmones ahogándose que hicieron a mi cuerpo convertirse en una máquina auto defensiva y a mi alma, en un acto de protección, salir de mi piel. nos vi desde fuera, la forma en que tus labios bailaban, como tu enorme nariz y mis lentes torpes se atravesaban. pero de todas formas nunca me pediste que los quitara del medio. porque te gustaba mirar e rostro de una chica desde arriba.

te pregunté si no estabas asustado de besarme otra vez, y tú me dijiste que nunca podrías estarlo. entonces lo hice, y jalaste de mi cabello como en una mamada pero mis gafas se cayeron y tu lengua estaba ahora realmente dentro de mi garganta. viví el calor y por un par de horas todavía nos sentíamos como una burbuja apretada que nos unía con el puente de nuestras lenguas forjadas.

y después de que te fuiste, me dejaste con cinco cosas.

número uno, insomnia. ahora no puedo dormir por las noches o tomar una siesta porque no puedo quedarme dormida con los recuerdos repitiéndose como un disco rayado en mi cabeza. por tus labios, tu lengua enredada con la mía y la forma en que tirabas de mi cabello con la misma fuerza de la que yo te empujaba por la nuca. porque ahora sé realmente como se siente un beso de verdad y no puedo detener aquel cosquilleo en el estómago cuando me acuerdo de la calidez de tu lengua y cómo es que tu rostro es exactamente idéntico al de mi ex. y cuando al fin logro dormirme me despierto sudada y agitada una hora después porque los papeles en mi escritorio, movidos por el ventilador, de repente sonaron como un mensaje de texto. y cada vez pienso que el mensaje es tuyo. y nunca lo es.

número dos, miedo. miedo porque, joder, amé aquel beso. porque sentí la urgencia de gemir y tocar tu entrepierna a penas un poco con la punta de mis dedos.  porque no me había sentido así en un rato y porque eres idéntico a la persona por la que sentí aquello. tú eras la versión mejorada y el comienzo de un patrón que me persigue con grandes narices, grandes orejas, sonrisa torcida, labios rojos y aquellos malditos ojos verdes y brillantes. Miedo porque no tengo miedo de no encontrar a alguien como tú, miedo porque sé que lo haré.

número tres, conjuntivitis porque no creo que sea una coincidencia que tu ojo izquierdo este tan rojo e hinchado como el mío. porque enterraste tu cara en la mía y dicen que toma tres días mostrar algún síntoma de la enfermedad, el mismo tiempo que te tomó dejar de hablarme.

número cuatro, alcoholismo. porque no hacen licor de color verde y por una mitad de segundo puedo ahogarme en algo a parte de tus ojos. y porque perdí mi dinero aquella noche para poder besar tus labios en vez de la boca de una botella.

número cinco, vacío. porque lo he dicho una vez, y lo diré dos veces. ahora sé cómo se siente un beso. y el tatuaje del ancla en tu brazo no me detiene de ahogarme ni pone mis pies en la tierra. al contrario, sólo abre una grieta y me arrastra al océano cada vez que alguien menciona tu nombre o nuestro beso o la forma en  que me envolviste entre tus brazos y suavemente acariciaste mi hombro o tu voz cuando me dijiste que escapáramos de aquella fiesta, y sólo me hace recordar cómo le dijiste a todos lo caliente que sería venirte en mi rostro con aquellas gafas aún puestas. porque me limito a responder, cada que preguntan, que nosotros fuimos un beso de alcohol. porque excavaste un hueco en mi pecho con nada más que tu lengua.

y recientemente escuché un poema sobre este chico comparando los besos con un gran montón de gatitos. y me gusta usar la misma referencia. pero tus besos fueron simplemente demasiado húmedos y los gatitos decidieron rasguñar mi rostro.

que de nada vale la pena comprar un suéter si ya es invierno // poemario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora