-Derechito y Rápido-

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A veces sólo quiero tomar un auto y escapar.
Sólo huir.

A veces sólo quiero conocer una nueva ruta, una nueva vista, un nuevo lugar, una nueva cafetería miertera, y luego sólo irme.

Sin despedidas así puedo romper mi corazón otra vez en una seña de auto castigo por no decirte adiós cuando dejé el maldito continente por diez meses como si fuese un juego infantil. Como si fuese a verte la siguiente semana o la siguiente Navidad. Como si todavía estuvieses ahí (nunca estuviste ahí).

A veces sólo quiero tomar un auto y dejar de pensar. Aunque nunca haya aprendido a manejar.

Tú lo hiciste. Tú puedes manejar. Y tal vez también aprendiste a dejar de pensar en mí.
Pero es que para empezar nunca he sabido si has pensado en mí.

Desearía poder dejar de pensar sobre ti. Sobre los seis fines de semana que faltan para verte. Sobre tu novia de dos meses o más con geniales caderas y cabello salvaje. Sobre lo que pudimos ser. Sobre lo que no fuimos. Sobre lo que eres con ella.

Desearía que mi mente simplemente me hiciera caso cuando le dijera que parara por un segundo, que pensara en blanco.
Que sólo se dejara de preocupar sobe si vas a abrazarme. Sobre si todavía te va a gustar abrazarme. Sobre si todavía vas a diferenciarnos a mi hermana gemela y a mí.
Sobre qué pensarás sobre mi pérdida de peso. Sobre qué pensarás sobre mí siendo Harley Quinn o el maldito Hades el siguiente Halloween.

Sobre si cambiará tu idea de mí. Sobre si vas a disculparme por sólo irme. Sobre si me amarías lo suficiente (no todo el amor es romántico) para que incluso te importara una mierda.

Pero sobre si me has extrañado, mayormente.

QUIERO QUE MI MENTE SE CALLE.

Quiero dejar de pensar sobre toda la mierda que pudimos haber sido. SOBRE LO QUE YO ARRUINÉ. Sobre cómo las relaciones amorosas están sobre valoradas pero cómo todavía quiero una (si es contigo).

Quiero dejar de pensar por seis semanas, y luego, cuando te vea, dejar que la ansiedad me consuma.

Quiero arruinar las cosas otra vez, ¿sabes? Porque no quiero que me enseñes cómo manejar, o que me hagas reír, o que me abraces, o que salgas conmigo. No quiero que me beses en la mejilla, o que tengas tu rollo príncipe azul alrededor de mí, o que me cuides, o que me hagas sentir amada, o que me hagas sentir viva, o que juegues domino conmigo a las dos de la mañana en la casa de mi abuela, o que te acurruques conmigo o que estés cerca de mí.

Por favor, no.

Porque, sin importar qué, siempre terminó cayendo.
Y caer duele más que chocar.

Cuando vas cayendo, es (relativamente) lento; tienes tiempo de pensar en la caída y en cada uno de tus huesos rompiéndose y en el sonido de sus crujidos contra lo que sea que vayas a pegar.

Chocar sería más fácil.
Derechito y rápido.

Así que tal vez sólo tome tu carro y maneje tan jodidamente rápido. Y luego llore, y luego choque, y luego muera sabiendo que algo tuyo fue alguna vez mío.

Ahora, respóndeme algo: ¿cómo controlas tus lágrimas? ¿Cómo no puedes cansarte de la vida y de tu maldita mala suerte?

Es que me muero por saber el secreto.

Porque una vez me dijiste en la noche (cuando estábamos ambos tan cansados para que nos importara algo) que tu primer beso fue con una chica con el mismo nombre que yo y que había sido asombroso; pero no me besaste para ver si también era asombroso; sólo tomaste mi mano porque nos tomábamos mucho de las manos, lo que era muy bueno porque me gustaba sentir el pulso de tu pulgar sobre mi mano.

Y de verdad disfrutaba verte de cerca porque tus ojos siempre brillaban y me hacía pensar que estabas hecho de rayos de sol o polvo de estrellas.

Pero lo que no parezco entender es lo mierda que es el destino; porque, si yo hubiese sido esa chica, las cosas hubiesen sido muy diferentes; y si hubiese dicho adiós, también lo serían.

No estaría escribiendo sobre ti entre lágrimas y no hubiese arruinado mi maquillaje así de mucho. Pero tal vez estaría mirando un punto fijo en el techo extrañando besarte en vez de preguntarme cómo sería en verdad hacerlo.

De ambas formas, estaría rota buscando reparo.

Pero no te preocupes, tú no eres el problema.

He visto esto durante los años que he vivido en mi cuerpo con esta mente enferma.

Llámalo amor propio, auto destrucción; la cosa es que yo amo tan fuerte, que me rompo.

que de nada vale la pena comprar un suéter si ya es invierno // poemario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora