Capitulo 8

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Dylan Bradley.

Llego a mi casa y subo a nuestra habitación para cambiarme, espero que esta vez me reciba con cariño ya estoy harto de que me desprecie, no entiende que la amo, me cambio por un pantalón y sin camiseta, salgo de la alcoba y bajó por la escalera hasta llegar a la puerta del sótano, respiro hondo antes de entrar, la veo está sentada al borde de la cama con la mirada en la pared.

- Buenas tardes, amor.

- ...

- no me vas a responder.

- ...

- Bueno, pensaba sacarte de aquí y pasar un día como marido y mujer. - esta vez me voltea a ver - te interesa.

- qué quieres, que sacas con esto.

- solo quiero pasar tiempo contigo, ya te disculpas tes y creo que mereces dar un paseo.

- no soy un maldito Perro y ninguna clase de mascota, maldito infeliz.

- creo que alguien no ha aprendido su lección - digo acercándome poco a poco.

- yo no necesito aprender nada, lo que necesito es alejarme de ti.

- que mal, porque eso nunca va a ocurrir.

- estás demasiado confiado, en cualquier momento me escaparé de aquí.

- no creo que decir eso sea muy inteligente de tu parte, sabiendo como soy, hoy venía con tan buen humor y lo has arruinado sabes creo que necesito recordarte quien manda.

- como golpeándome o violando.

- yo no te violo, eres mi esposa es tu deber.

- no sé en que cabeza cabe esa estupidez.

No le contesto y me le acerco la tomo por el cabello, me golpea con la mano pero eso no es nada comparado con mi fuerza, la tomó por la cintura y la recuesto bien en la cama meto mi mano entre su falda y toco lo que es mio.

- esto es mío, me pertenece a que no - sentí el escupitajo que me dio en la nariz, la abofeteó y me limpio la cara la tomo con más fuerza y la aprieto contra la cama, me estiro y tomó las esposas de la mesita y se la coloco, me paro y volteo a verla camino hasta la puerta de cobertizo donde están mis herramientas.

- suéltame maldito loco.

- sabes mis padre nos han invitado este sábado a una cena van a ir varios familiares a conocer a la flamante esposa de Dylan Bradley, le prometí a mi padre que no te golpearía, pero él no se enterara si te golpeo en lugares que no se noten, había pensado que estaba siendo duro contigo, pero veo que no has aprendido nada.

- no te atrevas, Dylan no te atrevas.

Tomó el látigo con mi mano derecha y cierro el cobertizo me acerco a ella y rompo el vestido dejando ver su tersa piel negra como me encanta, pasar mi mano en su estomago muy pronto estarán mis hijos encubándose ahí, seria maravilloso ver su tripa, es tan suave, la veo tiene la cara en un signo de interrogación.

- esto es para que aprendas a respetarme y seas una mujer obediente.

- lo que tú quieres es una maldita sumisa.

- no, no, no bueno si, pero tu eres tan rebelde y debo apagar la más mínima llama de rebeldía que hay en ti.

Y comienzo con el primer látigo, primero en el estómago, luego las piernas y de nuevo el estómago.

- bas.ta.baà...

Otro golpe más pero en la cadera.

- po...rr.fa....vor.

Señor Bradley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora