NEW YEAR'S DAY

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"All the graves of the ones remembered

In a desert we call home."

***

Nadie sabía de dónde habían salido. Nadie sabía cómo habían escapado. Ni quiénes eran. Nadie sabía absolutamente nada. Sólo que existían. Que se habían burlado de los dioses. De F.E.A.R. Y eso era lo que todos temían.

Pero aún temían más que todo aquello fuese algo que estuviese sucediendo fuera del entorno de la organización, fuera de lo hasta entonces controlable. Como el Desierto y los Salvajes. Aquellos individuos también eran considerados como tal, debido a su condición de sediciosos. Pero, a diferencia de la mayoría, eran los únicos que se habían revelado en contra del enemigo.

Hasta la fecha, nadie se había atrevido a dar un paso tan claramente agigantado. Si se cometían injusticias, no tenías más remedio que cerrar la boca y asentir con la cabeza, si tu vida era lo suficientemente preciada para ti.

Era evidente que estos nuevos Salvajes, salidos de las entrañas de la ciudad, no tenían desprecio alguno hacia la muerte. Y por eso, F.E.A.R. los apodó como "Los Rebeldes".

La organización entera empezó a inventar falsas conspiraciones, crímenes inexistentes, mentiras. Todo para transformarlos en los enemigos públicos número uno. Bueno, en realidad eran los únicos enemigos que había. Nadie antes había intentado algo así. Y si lo había logrado, ya había desaparecido.

La primera aparición de los Rebeldes ocurrió durante la celebración de los Años Nuevos:

Había sido una semana de intenso trabajo; toda la ciudad se había sumido de forma detallada en la decoración de los edificios y calles, en propagar los cánticos y lemas de F.E.A.R. como villancicos, en preparar todos los materiales, todos los planes. Y lo peor de todo: los fuegos artificiales.

La hora de los fuegos artificiales se había convertido en una hora de miedo, una hora de odio y terror. El ruido que provocaban al explotar y los destellos confusos que lanzaban al aire recordaban vagamente a las bombas que habían caído sobre la tierra durante mucho tiempo. Tal vez demasiado. Aunque ya muy pocas personas se acordasen de aquello, aunque sólo las más ancianas lo hubieran vivido en sus propias carnes, los demás habíamos aprendido a odiarlos igualmente. A temerlos sin saber exactamente por qué.

F.E.A.R. insistía en mantener la tradición para recordar cómo era antes el mundo, lleno de fuego y dolor. Sólo cuando los fuegos acababan, simbolizando el comienzo de la Nueva Era, los años de F.E.A.R., la gente respiraba un poco más aliviada.

Mas eso no evitaba que decenas de personas empezasen a llorar asustadas, niños y adultos, mientras otros se tapaban los oídos, cerraban las ventanas o simplemente se escondían en los cubos de la basura. Nadie quería ver los fuegos artificiales. Los temían.

F.E.A.R. lo había mandado así.

Y ese era su propósito, seguir manteniendo a la sociedad atemorizada, ridiculizada y acobardada, fácil de manipular. Con tal de que eso no ocurriese de nuevo, la gente seguiría al mismo Diablo.

No se alejaba mucho de lo que en realidad estaban haciendo.

Resumiendo, todo sucedió el día de los Años Nuevos, bien entrada la tarde.

Los festejos ya estaban en marcha, las calles adornadas con guirnaldas pobres; las pocas luces exteriores tintineaban como velas en una tormenta, y la gente comenzaba a salir de sus viviendas a medida que una música lúgubre tocada por unos instrumentos oxidados acorralaba la ciudad. No era una fiesta muy jovial, pero era la única que la gente conocía; un suceso tan extraordinario y escaso que se convertía fácilmente en maravilloso y esperado. El más mínimo cambio en la rutina ponía a la gente de buen humor.

REBELDES: La Historia de los SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora