"You've been running for so long,
still breathing.
Hoping soon to find a song
Worth singing."
***
Lo que vas a leer a partir de ahora no es fiel al cien por cien, debo admitir.
Pero no porque la realidad no fuera la suficientemente interesante como para contarla, o porque me dé la real gana. Todo se debe al método que Andy encontró para contactar conmigo:
Cartas.
Un poco anticuado, pero realmente efectivo. De un modo u otro (tal vez mediante aliados o incluso trayéndomela él en persona. Nunca llegué a averiguarlo) casi todas las semanas encontraba una carta oculta en el alféizar de mi ventana.
Eran muy rústicas, escritas con una tinta negra que se corría fácilmente, sobre un papel amarillento y verjurado. Pero las esperaba con ansia, eran como los fascículos de un libro que no podía esperar a leer. Y aunque algunas eran realmente extensas y sumamente detalladas, aún quedan pendientes algunos datos minúsculos que nunca llegué a saber. Es por eso que los haya modificado un poco, pero sólo para encajar la historia.
En fin, sigamos:
Andy llevaba toda la noche recorriendo la ciudad; evitando las luces de las patrullas, escapando de la jaula en la que llevaba atrapado toda su vida por los angostos callejones sin luz.
El corazón le iba a cien por hora, golpeando con aires percusionistas dentro del pecho. El aliento era cada vez más forzado, y varias gotas de sudor empezaban a resbalarse por su frente. De su boca salía un húmedo vaho cuando el aire de sus pulmones entraba en contacto con el espeso viento frío que soplaba por doquier. Pero eso no era tanto por la adrenalina, sino por el mero hecho de estar logrando algo que en un principio parecía imposible. Era cierto lo que decían: se podía evitar la mirada de F.E.A.R. si uno era lo suficentemente cuidadoso.
Y eso ponía aún más en duda su credibilidad.
Lo pasó mal, de eso no me cabe duda. Pero el sabor del éxito superaba con creces las horas de sueño perdido.
Para cuando el lánguido sol de la mañana comenzó a asomarse tímidamente en el horizonte, ya había sorteado las verjas que rodeaban la ciudad. Nada más saltarlas, un suelo de arena que se adhería a toda su ropa apareció bajo sus pies. Nadie paraba a los que estaban lo suficientemente locos como para adentrarse en el Desierto.
Estaba fuera oficialmente, al otro lado de la civilización. Lo había logrado, había conseguido efectuar su huida. Y lo mejor de todo; aún seguía vivo. ¡Estaba vivo!
Eso era lo más jodidamente alucinante de todo.
Ahora sólo quedaba dar el siguiente gran paso: encontrar a los Rebeldes. Pero no sabía por dónde demonios buscar, ni siquiera para empezar.
Tal vez estuviesen en el norte.
Tal vez en el este.
O en el puñetero quinto pino, lo cual colocaba toda la situación en un estado un poco más peliagudo de lo que pensó en un principio.
Y tampoco se había llevado muchos víveres; no le cabían en la mochila y pesaban demasiado como para acarrear con ellos todo el trayecto. Tenía agua como para tres días, cuatro si la racionaba mucho.
Menos de una semana para encontrar a los Rebeldes antes de morir deshidratado.
Lo mejor era ponerse en marcha.
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REBELDES: La Historia de los Salvajes
FanfictionF.E.A.R es la voz de la razón. F.E.A.R es la ley del decoro. F.E.A.R es la voz de tu conciencia. F.E.A.R es la esencia de tu ser. Todos hemos crecido bajo la sombra de los dioses. Nunca lo hicimos de otra manera. Nos protegen, nos ayudan, nos ap...