Capítulo XVIII: Necrus

38 2 1
                                    

Capitulo XVIII: Necrus

Y así comenzamos a seguir a aquél idiota que osó acercarse a Dafne. Caminábamos entre los parajes que ofrecía la vereda que nos llevaría al supuesto templo. ¿Cómo es que habíamos llegado a seguir a un completo extraño?, no tengo idea pero me aseguré de que hubiera una gran distancia entre él y Dafne. Y vaya que ese nombre no inspira confianza, Filipo....pff.

Los bosques llenos de altos árboles daban escalofríos conforme nos adentrábamos más y más hacia el corazón del bosque, podría jurar que éramos observados, sentía en mí miradas, desde curiosas hasta furibundas. Se avecinaba una tormenta y el viento soplaba, parecía una ola repentina que pasa por los árboles, retuerce sus ramas y mece los troncos conforme pasa. Las nubes se acomodan a su paso, moviendo la luz, dejando ver entreclaros. Las hojas bailan conforme la ola pasa haciendo ruidos al compás de sus movimientos corpóreos, sonando como pequeños cascabeles que en conjunto forma un sonido incesante que me hace temblar por dentro. Parece que Zeus mando una leve descarga por mi espalda. El frío no se hace esperar debido al ventarrón, nos juntamos como grupo para mantener el calor. La obscuridad es inquietante, pero seguimos a Filipo que nos va guiando con su antorcha, cuya luz baila tambaleante sin apagarse, como si fuera mágica.

Y tras una buena caminata, nos encontramos ante unas ruinas, lo que vemos ante nosotros es un templo tan antiguo que parece de los tiempos en que Cronos gobernaba. Estaba adornado por el dios Pan, de enredaderas, maleza y supongo que criaturas del bosque. A pesar de todo era bastante accesible. Entramos y quedamos asombrados por la inmensidad del recinto, de su porte de poder que a todos nos hizo temblar. Aquellas ruinas se veían pequeñas mientras que el interior era asombroso.

Fue hasta momentos después que Néstor dijo algo que nos llamó la atención:

-¿Dónde quedó Filipo?-dijo

Miramos a nuestro alrededor, pero en vano. No se le veía por ningún lado. La luz que nos iluminaba dentro venía de la antorcha de Filipo, que estaba colocada en lo que parecía un altar.

-¡Filipo!!-la voz de Andrómeda hizo eco en las paredes del templo. Pero al poco tiempo una voz misteriosa respondió:

-Llegan tarde-dijo. Al momento todos intentamos desenfundar nuestras armas, pero se habían desvanecido. Nos miramos todos asustados, pero listos para el combate.

-No teman- continuó la voz- acérquense al altar y encontrarán las respuestas que buscan.

Y al acabar de decirlo, algo parecido a la niebla se formó alrededor del interior del templo, rodeándonos y haciendo un sendero en línea recta hacia el altar.

No había opción, y en un acuerdo mutuo avanzamos, cautelosos hacia el centro del recinto.

Batalla por Grecia; DESTINO:OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora