c i n c o

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Estábamos los dos entre nosotros había poca distancia. Seguías agarrando la sombrilla y abrazandome.

No se por que te deje que estuvieras así ó en realidad si, bueno al punto. Nó iba a seguir así, me estaba dando sueño.

-Hay que seguir con el camino.

Me volteaste a ver.

-¿Por qué?, así estamos cómodos.

-¿En serio?, con una mano me estas medio abrazando y con la otra estas agarrando la sombrilla que en cualquier momento se va caer de lado.

-Que aguafiestas eres, niñata.

-¡Que no me llames niñata!-quite su brazo de mi hombro-Si no vas a seguir, lo haré yo-.

Fui por mi maleta que estaba a mitad de la carretera. La tome y seguí caminando, pero está vez no me seguiste. O eso pensé.

Llevaba una hora caminando cuando me encontre con el anuncio que decía que me encontraba en mi hogar.

La lluvia había parado un poco. Seguía chispiando. Si me iba caminando me haría una media hora.

Entonces decidí irme en taxi.

-¡¿Cómo que no puedo subirme?!.

Cerré de golpe la puerta del taxi y me fui al parque más cercano.

-Apuesto todo lo que tengo a que no te han dejado subir a un taxi por lo empapada que estas-de nuevo eras tu.

-¿Por que rayos me sigues?

-No te estoy siguiendo, sólo que tu siempre te llevas mi maleta.

Tu que, murmure. Baje mi mirada a la maleta que se supone que es la mía. La abrí, no era mis cosas.

-Rayos.

-Exacto, es mi maleta y la quiero.

Te la di y me diste la mia. Deberia ponerle mi nombre.

-Ya te puedes ir, ya tienes tu maleta.

Me di la vuelta para ir a la casa de una amiga que quedaba cerca del parque.

-Exacto, ya tengo mi maleta. Así que espero verte otra vez, niñata.

-¡Que no soy niñata!.

Pensé que ya no te volvería a ver. Exacto. Pensé. Pero ahí estabas de nuevo.

Adiós, Chico Que Nunca ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora