d i e c i n u e v e

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Llegue justo a la salida del estacionamiento cuando Zac estaba por salir de esta. Y ahí estaba, en medio de la salida para así no dejar pasar a Zac. Si quería salir, sería a tropeyandome o dejarme subir en su auto.

- Podrías moverte, por favor-. Dijo Zac aún dentro de su auto y con su mano en el volante.

Negué con la cabeza.

-Aun me tienes que llevar al parque de diversiones-. El sólo me vio para luego apartar su mirada y fijarla en otros autos.

Después de unos minutos vio la cabeza en dirección al asiento del copiloto. Una sonrisa se dibujo en mi rostro y fue hacia la puerta del auto. Entre, me coloque el cinturón de seguridad, acomode mi mochila y cerre la puerta para luego ponerle seguro.

Zac arrancó, su mirada estaba fija en la carretera, yo sólo miraba por la ventana, pensaba en cómo había conseguido mi horario este de Martín. Y en cómo acepte tomar fotografías para teatro. Aparte de que no había dicho nada cuando Zac llego al teatro y nos vio a Martín y a mi solos.

Durante todo el camino no habíamos dicho ni una palabra.

Cuando llegamos al parque de diversiones lo primero fue buscar a nuestros amigos entre toda la multitud. Fue un poco difícil, pero en cuanto localice una cabellera rosa, supe que había encontrado a nuestros amigos.

Aun no entendía por que su amigo se había teñido el cabello de color rosa. Recordaba el día en que lo vio en el salón, todas las chicas tenían su vista en el, mientras sus amigos y yo, nos reíamos de el.

Aparte de que el anteriormente nos habia dicho que si se teñia de color rosa su cabello sería por que se habría enamorado. No comprendía por que dé color rosa, podía haberlo hecho de color azul, rojo, café, gris. Pero no, tuvo que ser rosa.

Aunque no lo admitiera en voz alta, extrañaba ver a su amigo rubio, aparte de que quería conocer a la chica de que estaba enamorado.

-Eres una pésima mentirosa-. Por fin hablo Zac.

-No lo soy-. Nos íbamos acercando hacia nuestros amigos que estaban comprando algodón de azúcar. Realmente quería uno.

-Si lo eres, pero me basta con que me digas que yo tengo mejor sonrisa que el-. Me volteo a ver.

-¿Y por que la mejor sonrisa?-. Lo mire de reojo-. Puede haber otra cosa.

-No, tiene que ser la sonrisa, no creas que no vi cuando te sonreía, era de una manera un poco inusual, no era como las que les da sus admiradoras.

-No es como si fuera famoso para que tuviera admiradoras.

Zac si que tenía admiradoras. Las había visto una que otra chica le tomaba fotos a su amigo.

-No, pero es popular-. Se cruzó de brazos-. ¿Entonces?-. Acerqué mi mano a mi barbilla para hacerle pensar que estaba considerándolo-. ¿En serio lo estas pensando?.

-Claro, no puedes competir con un popular.

-No puede ser-. Me sonrió-. Ven, te compró un algodón de azúcar.

¿Como supo que quería un algodón de azúcar?, no es como si estuviera viendo el puesto desde que entró.

-Estoy en lo cierto, no puedes competir con alguien popular,pero a ellos no los conozco tan bien como a ti.

- Pero eso no quita que me robo mi tiempo contigo.

-Pero hace unos minutos estábamos los dos juntos en el auto y no hablamos en todo el camino-. Señale con mi mano en la dirección del entacionamiento del parque.

-Pero yo quería el tiempo que el estuvo contigo, parte de que te estaba abrazando y tu te dejabas, ya ni tu te dejas cuando te abrazo.

-Es lo justo.

-No, no lo es.

Por fin había logrado que Zac no estuviera en modo enojon y estuviera en modo feliz. Pero ahora está en un modo medio.

¿Y desde caundo ella tenía en cuenta los modos de Zac?

-Eres bipolar-. Dije abrazandolo por la cintura.

-Pero así me quieres-. Me devolvió el abrazo.

Adiós, Chico Que Nunca ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora