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Sangre

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Sangre. No existía una mejor palabra para describir aquel vívido sueño que estaba teniendo. Tanta muerte era aquella la que le rodeaba, como una especie de aura que no quería desaparecer.

Muerte. El cuarto jinete del Apocalipsis, podía escuchar los relinchos del caballo en el que montaba. Y a decir verdad, la asustaba como un demonio. Por qué aquella persona que mataba a tanta gente sin cesar, que causaba tanto dolor; era ella misma.

Nos vemos en el infierno, perra.

Se vio a sí misma enterrando un puñal en el corazón de la mujer. Vio cómo la vida se escapaba lentamente de su cuerpo. Y en ese momento se sintió una bestia, alguien sin alma o sentimientos.

Alex despertó de golpe, sintiéndose algo mareada por el repentino levanto. Su reputación era agitada y estaba empapada en sudor; se llevó una mano al pecho intentando calmar su agitación y los escalofríos que le recorrían de cuerpo entero.

Le tomo un par de minutos tranquilizarse, pero cuando lo hizo decidió salir de la cama y dirigirse al cuarto de baño. Eran las ocho cincuenta y seis. ¿Por qué ni Lydia ni la señora Martin la habían despertado para la escuela? No sabía, pero no le dio mucho tiempo para pensarlo. Decidió darse una ducha bien fría para despertar e intentar olvidar todas las escenas de su sueño, pero a pesar de todo, se habían quedado grabadas en su memoria cómo si en lugar de sueños, fueran recuerdos.

En realidad no se detuvo a pensarlo mucho, simplemente se cambió de ropa con sus jeans oscuros, una blusa negra, obviamente su chaqueta porque esa no falta y sus botas militares. A veces le daba mucha risa, ya que la señora Martin seguido le decía que parecía retrato por usar tanta ropa parecida.

Antes de salir tomó su celular y su libro favorito, el arte de la guerra, para aclararse la memoria con algo de buena lectura. A pesar de todo, en ese momento no se preocupaba mucho por la cacería salvaje, ni el extraño amigo de Lydia al cual no lograba recordar su nombre.



•••




Acosador era la palabra más cercana a describir cómo Matt se sentía en esos momentos. Como un completo acosador, observando desde lejos a aquella chica que amaba; Iris se lo había dicho, pero en realidad solo había puesto de excusa que tenía que cuidar que los jinetes fantasma no se acercaran a ella. Bueno, aunque en parte también era eso. En parte.

El chico suspiró hondo y se acercó a la banca en la que Alex estaba sentada, absorta leyendo aquel libro que él mismo le había regalado años atrás. Antes de salir, Matt se había asegurado bien de esconder todas las runas en su cuerpo que quedaban a simple vista, la de bloqueo en su cuello la tapó con la chaqueta, y la de visión en su mano derecha con un guante que le llegaba a los nudillos.

Dios santo, solo quería escucharla hablar. Solo quería que lo mirara, aunque fuera por un segundo; pero se sentía avergonzado, porque sabía que no podía solo estar ahí y saber que la cacería salvaje estaba allí sólo por ella. Lo peor de todo, era que en ese momento, estando junto a ella, ni siquiera lo recordaba, de hecho era cómo si ni siquiera le importara.

[...]

Alex no levantó la vista de su libro para absolutamente, ni siquiera cuando escuchó la voz de un chico desconocido junto a ella.

—Ese es un buen libro.

Alex siguió con la vista pegada en el párrafo en el que se encontraba.

—Lo sé, ya perdí la cuenta de las veces que lo he leído. — dijo con una sonrisa de lado — ¿Lo has leído alguna vez, ó sólo haces el comentario para ligar?

Pudo escuchar al chico reír. La curiosidad le ganó y alzó la vista por fin. Se sintió extraña al encontrarse a sí misma mirándolo tan atentamente; había que admitir que era muy guapo. Tal vez fuera su oscuro cabello revuelto, su sonrisa traviesa, sus lindos ojos claros de color indescriptible, o tal vez su muy buena complexión física, quizá simplemente que era alto. Los chicos altos siempre le llamaban la atención.

—Yo no me ligo a cualquiera. Sólo a aquellas que considero especiales. — a Alex le fue casi inevitable sonreír, pero tenía sus emociones bien controladas.

—¿Eso es un sí, o un no? — el chico rió ante su pregunta.

—Sí, sí he leído ese libro.

Alex se lo quedó mirando por un rato. Había algo sobre él que le resultaba demasiado familiar, mas no sabía decir qué era, pero estaba segura de que sentía que lo conocía de toda la vida, una vez más recalcaba que odiaba tener ese sentimiento.

Por un momento, aquel rato fue hermoso para el chico, sabiendo con certeza que podía escucharla hablar de libros para toda la vida y nunca cansarse, pero al verla ahí le daba unas ganas inmensas de solo acercarse a ella y besarla. Y siendo él tan impulsivo, no dudaba de que fuera a hacerlo si no se iba antes.

—Soy Matt. — la chica apretó los labios, vacilando antes de presentarse, porque bueno, en ese pueblo nadie era quién decía ser.

—Alex. — ella frunció el ceño levemente antes de volver a hablar — ¿De causalidad no nos habíamos visto antes? ¿nos conocemos?

Alex juró que por un segundo pudo ver el semblante del chico volverse sombrío, pero debió ser solo su imaginación, ya que cuando volvió a mirar él seguía sonriendo.

—No lo creo. Debo irme, fue un gusto.

La chica estuvo a punto de decir algo antes de despedirse, pero en cuestión de segundos el chico había desaparecido. Le resultó misterioso y agradable, qué lástima que quizás no lo volviera a ver.

Mientras tanto, Matt no hacía más que preguntarse cómo demonios se suponía que debía olvidarla ahora. Seguir adelante, ese era el plan; ver a Alex una última vez para poder avanzar. Pero no funcionó, pareciera que ahora solo la deseaba más que antes. Por el momento solo quería olvidar.

Tenía que dejar pasar sus sentimientos por ella. Tenía que olvidar que la cacería salvaje estaba en Beacon Hills solo por ella.

Tenía que olvidarlo todo.

Aunque fuera por un momento.








-Dixon.

Memories • nefilim II ( tw )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora