| 11 |

630 69 19
                                    


La verdad era que Alex tenía otros planes en mente; había pedido que se convocara a la manada para discutir un plan y acabar con la cacería, pero en realidad ella esperaba mantenerlos a todos ocupados para poder convocar una reunión con el líder. ¿Bastante inesperado? Quizá un poco, pero había cosas que debía hacer ella sola.

Había obtenido pocas horas de sueño y debido a eso en momentos se sentía algo débil, pero nada que una runa de energía no pudiese arreglar. Ni siquiera había anochecido y ya tenía una cita con la muerte, vaya ironía.

Bufó con frustración al no ver a nadie llegar y volvió a revisar la hora en la pantalla de su celular; ya habían pasado diez minutos después de la hora acordada, y aquello era bastante raro dado a que las hadas no solían ser impuntuales. Se cruzó de brazos y bajó la mirada al piso, repitiendo los recuerdos en su cabeza.

—Es de mala educación llegar tarde — espetó sin alzar la mirada y un tono de voz molesto — No me hagan desperdiciar tiempo.

Alzó la cabeza para encontrarse con solo un seelie, cuando en realidad esperaba más. Aunque aquello no la decepcionó en absoluto, simplemente la confundió.

—Quítate la máscara — aquello salió de su voz más como una orden que una petición. Alex podía sentir la penetrante mirada del hada aún a través de dicha máscara, como si estuviese retándola. Le tomó un par de segundos, pero aún así lo hizo y la primera reacción que tuvo la chica no fue lo que esperaba.

Por supuesto que sabía que las hadas eran de belleza sobrenatural, pero su primera impresión no fue de sorpresa, sino de empatía. Quizá fuera por el mero hecho de que con tan solo haberle visto el rostro todas sus dudas se habían disipado; no le cabía duda de que el hombre con el que estaba parada era su padre. Y no era sólo por el hecho de que sus rasgos eran prácticamente idénticos, sino por el sentimiento que se había colocado en sus entrañas al verlo por primera vez.

—Parece que te tomó muy poco tiempo para considerar mi oferta — habló la criatura por primera vez, en su rostro se pintó una malévola sonrisa que Alex quiso borrar de un golpe.

—No la consideré. Vine aquí a hacer un trato —. Ithamandriel se acercó a ella, la miraba entrecerrando los ojos para examinarla de pies a cabeza.

Su primer impulso fue retroceder, pero no lo hizo. El hada continuó acercándose a ella de tal manera que solo los separasen pocos centímetros. Era considerablemente más alto que ella, así que Alex tuvo que alzar la mirada para verle el rostro aún, y de esa poca distancia pudo notar el iris violeta del hombre que aparentaba solo un par de años más que ella. En un gesto cariñoso y casi paternal le acarició la mejilla levemente. La chica se estremeció ante el contacto y se apartó bruscamente.

—Dime, ¿qué es lo que deseas? — preguntó sin apartar la mirada de ella.

—Quiero a Stiles devuelta — pidió. Ithamandriel inclinó un poco la cabeza al escuchar la peculiar petición.

—¿Es eso lo único que deseas? — inquirió, casi como si pudiese ver a través de ella.

Alex se tomó un par de segundos antes de contestar aquello, puesto que no estaba segura de querer decir lo que pensaba.

—No... — el hada la escuchó con atención — Quiero saber... — la pregunta resonó en su cabeza, mas se negaba a salir de sus labios.

—Quieres saber si de verdad eres mi hija, ¿no es así, Alexandra? — ella no respondió, dándole a entender que eso era exactamente lo que quería saber — Sí, Alex. Sí lo eres.

De cierta forma aquello ya se lo esperaba, pero no quería decir que el impacto que tuvo fuera menos doloroso. Y era así por el mero hecho de que aún cuando su madre la odiara, ella siempre quiso conocer a su padre, pues guardaba la esperanza de que tal vez en él pudiese encontrar una familia. Y ahora que lo tenía justo enfrente, estaba decepcionada ya que sabía que Ithamandriel solo la veía como un arma o un objeto.

—Te lo concederé bajo una condición —Alex ya se esperaba eso, además de que ya sabía exactamente lo que él quería.

—Lo haré — resopló la chica.

—Alex, quiero que sepas que esto no lo hago para hacerte un mal, o como para poseerte de alguna manera. Lo hago por tu bien. Lo hago para salvarte la vida.

—No tienes que justificar tus atroces acciones bajo excusas vacías.

—No es así, Alexandra. Quiero salvarte. Pero me temo que si no lo haces me veré obligado a seguir sus órdenes y hacer cosas de las que me voy a arrepentir. —¿A quién se refirió?

Alex no le prestó atención, pues sabía que cualquiera de sus palabras podrían ser simplemente disfrazadas. Pero también sabía que las hadas no podían mentir, y eso le hacía cuestionar su sentido común.

—Solo devuélveme a Stiles — exigió.

—No tienes de qué preocuparte...




• • •




—Demonios — maldijo Iris — la muy hija de perra se atrevió a engañarnos para irse a hacer no sé qué. ¡Mierda! ¿Qué acaso no valora su vida?

—Me parece que sí. Pero creo que de cierta forma valora más la de sus amigos que la suya propia — respondió Lydia en un encogimiento de hombros.

—¿Deberíamos buscarla? — murmuró Liam.

La manada estaba reunida en casa de Scott, tal y como habían acordado. Matt suspiró y le lanzó una mirada a Iris, quien ya se había puesto en acción con una runa de rastreo.

—No será necesario — dijo Melissa, quien acababa de aparecer en el umbral de la cocina, acompañada por la nombrada cazadora de sombras.

—Solo llegué un poco tarde, qué exagerados son — bufó la chica, disimulando a la perfección cualquier rastro de nervios que pudo haber sentido — Es que me dio hambre y fui por una hamburguesa. Y les traje. Pero me dio más hambre y me las comí.

—No hay problema, prefiero el venado — contestó Malia con una sonrisa, mientras que el resto solo rio.

Iris observaba con atención los movimientos de Alex, pues tanto ella como Matt sabían que no les estaba contando toda la verdad. La conocían lo suficiente como para saber que algo iba mal.

—¿Estás bien? — le susurró Matt al oído, tomándola suavemente por el brazo y apartándola un poco para que solo ella pudiese escuchar.

—Claro que sí, ¿por qué no lo estaría?

—Dímelo tú. Alex, ya sabes que si algo está mal puedes decírmelo, puedes confiar en mí — la chica lo miró a los ojos. Sabía que aquello era cierto, pero aún así no podía arriesgarse a decirle a él ó a quien fuera, pues ella estaba segura de que alguien intentaría detenerla.

Y él le había advertido que si alguien intentaba hacer eso, no saldría con vida. Así que optó por la opción más estúpida pero segura; salvarlos a ellos antes que a sí misma.














CTM no sé porque tardo tanto en actualizar alv :v

Memories • nefilim II ( tw )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora