Durante los días siguientes a su regreso de las vacaciones por la Golden Week, ninguno tuvo mucho tiempo libre. Los chicos del club de volleyball habían disputado las preliminares de la Inter High, que se jugaría en junio, antes de los exámenes. Aunque Narumi no había podido asistir debido a sus compromisos, no solo con su hermano mayor, sino también con su padre, había conocido rápidamente la noticia de la clasificación de Fukurodani gracias a un mensaje de Akari, quien había terminado arrastrando a Anri a los partidos, según ella en contra de su propia voluntad. Por otra parte, las clases tampoco les habían dejado mucho tiempo para verse. Ono-sensei les había dado una semana para entregar el proyecto del cohete propulsado por agua, por lo que, aprovechando el escaso tiempo libre del que disponían, durante aquellos días Narumi solo había visto Akaashi. No obstante, aquellos momentos que habían pasado juntos se habían visto limitados a conversaciones centradas en la materia y a alguna pregunta cortés por parte de Narumi sobre cómo iban los entrenamientos.
Aquella mañana, ya liberados de la carga de los trabajos, Narumi se sentía con más energía. La noche anterior había estado preparando la tarta de fresas y nata que en su momento había pactado con Komi y estaba deseando ver la cara del chico cuando comprobara que ella no había olvidado su trato.
—Kita, vas a llegar tarde —Narumi llamó a la puerta de la habitación de su hermano. Ella ya se disponía a bajar para tomar su desayuno, pero no había escuchado movimiento por parte de su hermano. Al abrir la puerta, comprobó que la habitación de Kita permanecía a oscuras— ¿Qué te pasa? ¿Estás malo?
—Me duele la tripa —una voz lejana respondió de debajo de las sábanas.
—Déjame ver —Narumi se sentó y apartó las sábanas para ver el rostro de su hermano, aunque éste peleó con ella para que no le desarropara—. Kita —el niño se negó a mirarla—. Kita, mírame.
—No.
—¿Es esto por haber perdido ayer? —durante varios segundos, no hubo respuesta. No era la primera vez que Kita usaba la misma estrategia para no ir a clase. Con su madre o Sakurai-san podría funcionar, pero no con ella.
—No quiero ir a clase.
—Pues vas a ir, porque no estás malo.
—¡No puedo ir! —Kita se incorporó rápidamente— ¡Perdimos por mi culpa!
Narumi suspiró con resignación. Kita se dejó caer de nuevo sobre la cama y se cubrió la cara con las sábanas otra vez, emitiendo un gemido leve. El día anterior habían jugado la final de las preliminares. Había sido un partido duro, trabado, en el que ninguno de los dos equipos lograba crear ocasiones manifiestas de gol. Sin embargo, en una de las acciones, el delantero del equipo contrario había conseguido dejar atrás la defensa y quedarse mano a mano con Kita. El niño había intentado parar al jugador, pero, al meter la mano para arrebatarle el balón de los pies, calculó mal y le derribó. Fue penalti y expulsión y el equipo de la escuela privada Hongō terminó perdiendo el partido por dos goles a cero, un duro castigo.
—Escúchame, Kita. Ahora puede parecerte el fin del mundo, pero no lo es.
—Eso es fácil para ti decirlo —el niño escupió prácticamente aquellas palabras—. Tú no sabes lo que es competir a nivel deportivo y en lo único que competías antes abandonaste. No deberías darme lecciones.
Narumi presionó sus labios en una fina línea. Sintió ganas de propinarle una bofetada a su hermano pequeño por lo que acababa de decir, porque él no podía llegar a entender por qué se sentía así, por qué ella había abandonado lo que más había disfrutado en toda su vida: la música. Narumi achacó aquellas palabras a la frustración y al dolor que sentía por verse responsable de aquella dolorosa derrota, pero debía aprender a controlar sus palabras.
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El color de una sinfonía (Primera Temporada) [Haikyuu. BokutoxOC]
FanfictionSiempre le habían dicho que podía colorear el mundo con solo tocar su violín, pero el mundo había terminado por volverse en blanco y negro. Sus prioridades habían cambiado y ya no quería destacar. Por eso no lo entendía. No entendía por qué alguien...