—No se puede decir tampoco que me dejaras elección.
Narumi miró de reojo a Akaashi mientras terminaban de recoger el aula y sonrió con suficiencia. Podría haber sido un movimiento sucio, pero había dado sus frutos y eso era lo importante. Narumi conocía a Akaashi lo suficiente como para saber que él no iba a querer acudir a aquella cena, así que tuvo que obligarle 'por las malas'. Presentarse en su casa antes de que él llegara del entrenamiento para hablar con sus padres del asunto era un movimiento que habría puesto muy orgulloso a Matsuyama Eiji de haberse enterado.
Desde que su padre le había otorgado la tarea de organizar la cena, Narumi no había parado de trabajar. Tenía que hacer llamadas, dar órdenes, organizar citas, elegir colores y texturas... Resultaba un trabajo agotador, pero, también, algo se había despertado en su interior, algo que hacía que, incluso para su sorpresa, se entusiasmara por la tarea que estaba realizando. La organización de la cena le estaba haciendo olvidar casi por completo el vacío que le producía haber dejado el violín. Casi.
—¿Cuántas veces vas a repetirlo? Ya te dije que lo siento. Pero no tenía elección.
—Siempre tenemos elección.
—¿Vas a darme ahora un sermón? —Narumi abrió el armario de la clase e introdujo el cepillo y el recogedor en su interior— Admítelo, estás nervioso por esta noche.
—Lo estoy, sí. No se conoce todos los días a alguien de la importancia de Matsuyama Eiji.
—Pues no tienes de qué preocuparte. Es un padre normal —Narumi hizo una pausa—. Bueno. Casi —no tenía muy claro cómo serían los padres que no tenían bajo su control varias multinacionales de envergadura mundial. No obstante, Narumi encontraba su vida bastante normal. Había tenido una infancia feliz y su padre había estado muy presente en ella. Pero suponía que eso no solía ser lo normal.
—Mis padres me están repitiendo desde por la mañana que no meta la pata —el chico colocó los borradores con tranquilidad, pero Narumi pudo leer por la expresión de su cuerpo que estaba resignado.
—Akaashi-san, está bien —Narumi se acercó y le apretó en el brazo cariñosamente, mostrándole una sonrisa—. Todo va a salir bien. Es solo una cena. Nada más. Sé tú mismo, ¿de acuerdo?
El chico asintió. Los dos recogieron sus mochilas tras haber guardado todos los utensilios de limpieza y salieron del aula. Solo tuvieron que caminar unos pasos por el pasillo en dirección a las escaleras para escuchar dos voces conocidas para ellos. Parte del equipo de volleyball de Fukurodani estaba en el descansillo de la primera planta, observando con expresiones divertidas a Konoha y Anri, quienes estaban discutiendo una vez más por algo que ni Akaashi ni Narumi querían saber. Siempre están igual, pensaron los dos a la vez, rodando inconscientemente los ojos.
Konoha pasó su brazo por el hombro de Anri y la atrajo hacia él. La chica le golpeó en las costillas con el puño y el chico se dobló. A pesar del dolor, Konoha emitió una carcajada, mientras Anri se cruzaba de brazos y miraba para otro lado.
—¡Naru-chan! —gritó Anri corriendo hacia su amiga al verla aparecer por el pasillo acompañada de Akaashi.
—¿Qué pasa ahora?
—El imbécil éste de Konoha.
—¡Eres muy desagradable! —le gritó el chico, aún acariciándose el costado.
—Y tú un pesado. ¿Es que no tienes nada mejor que hacer que sacarme de mis casillas?
—Es que es muy fácil. Siempre entras al trapo.
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El color de una sinfonía (Primera Temporada) [Haikyuu. BokutoxOC]
FanfictionSiempre le habían dicho que podía colorear el mundo con solo tocar su violín, pero el mundo había terminado por volverse en blanco y negro. Sus prioridades habían cambiado y ya no quería destacar. Por eso no lo entendía. No entendía por qué alguien...