Consíganse un hotel

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En la mente de Will.
***

El entrenador Jackson era odioso. La tarea de limpiar los baños no era difícil sino absolutamente aburrida, ya que cada baño tenía además los vestuarios... No era tanto trabajo como parecía pero era agotador.

Lyn había dejado bien en claro que del vestuario de las mujeres iba a ocuparse ella sola. Miles la acompañó para llevarle la contra y porque no era sencillo limpiar el vestuario.

Helena y yo estábamos esperando a que los dos entrenadores nos dijeran hasta qué hora íbamos a quedarnos.

-Me parece que nuestra tarea de pareja es limpiar.-Dijo Helena, pensativa.

Sonreí y le acaricié una mejilla con el nudillo de mi dedo índice.

-No me gusta eso.-Dije.-Podríamos hacer otra cosa.

Helena sonrió. Tomó mi cadera y me acercó a sí.

-¿Algo como qué?

Sonreí alzando una ceja.

-¿Tienes alguna sugerencia?

-Se me ocurren varias...

Pero antes de poder besarnos, la entrenadora Sally entró. Estaba tan empapada como todos.

-He conseguido que solamente se queden dos horas.-Frunció el ceño.-Lo lamento pero el entrenador Jackson no iba a ceder más que eso... Eran dos horas o hasta las ocho.

Suspiré y tomé la mano de Helena.

-Está bien... Gracias.

-Apenas terminen pueden irse, hablaré con las porteras para que escriban que se fueron a las dos horas aunque no sea cierto.-Nos guiñó un ojo.

Helena sonrió.

-Gracias...

-...Sally. Todos me dicen Sally, cariño. Tú debes ser Helena. Will habla mucho de ti... Más de lo que corresponde en una clase de fútbol.

Me encogí de hombros.

-Si no estoy en la cancha, lo único que puedo hacer es repartir agua y hablar de mi novia.

La entrenadora Sally rió.

-Como digas... Oye, sabes que no es personal, el entrenador Jackson selecciona los equipos, yo sólo obedezco sus órdenes.

-Lo sé. Está bien, no se preocupe.

La entrenadora asintió y se marchó, cerrando la puerta del gimnasio.

Helena y yo nos quedamos solos. Se me puso la piel de gallina mientras me acercaba a ella sin dudarlo... No había luz por la tormenta, aunque ya volvería...

No había querido decir nada, pero Helena tenía una musculosa ajustada que, mojada como estaba, no dejaba mucho para imaginar, y a ella en especial le quedaba mucho mejor que a todas sus compañeras... Si no la besaba iba a volverme loco.

Tomé su barbilla y apoyé mis labios sobre los suyos. Ella intentó apartarme pero la sostuve con fuerza. Necesitaba que se quedara conmigo...

Al final cedió y me correspondió.

-Will...-Susurró.

-¿Mmm?

-Tenemos que comenzar a limpiar... O nunca acabaremos.

Una rosa falsa [Willena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora