Celos

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Marzo dio paso a Abril con un gran cambio en el clima. La primavera comenzó a empujar al invierno para que dejara la ciudad de Londres bajo su custodia.

Helena estaba cada vez más alterada con respecto a la partida de Will (aunque faltasen casi cuatro meses). No estaba segura de si había sido una buena idea dejarlo marcharse. Iba a extrañarlo tanto...

Por su parte, Will también estaba alterado. No quería irse y dejar la vida que llevaba con su novia hacía dos años. Y... Tenía algo para decirle. Aunque, seamos justos con él, llevaba años queriendo decírselo, pero nunca hallaba el coraje.

-Vamos, Will, no seas así. Sólo dile y ya.-Se dijo a sí mismo.

Era sábado por la noche, tarde, muy tarde. Helena había tenido que ir a la Facultad a rendir un parcial especial. Si aprobaba, tenía casi un mes libre para estudiar lo siguiente que tenía que rendir.

Will esperó hasta las doce y media, decepcionado y solo, a que Helena apareciera para empezar a cenar. Pero cuando se hizo la una decidió que no podía esperarla más. Probablemente se había ido con sus amigas a algún restaurante y él estaba allí como un tonto esperándola.

Cuando Will acabó de comer y puso los platos en el fregadero, Helena entró. Will miró disimuladamente su reloj: Las dos.

-Hola, cielo. Muero de hambre. ¿Qué hay para cenar?

Él ni siquiera se volteó. Estaba muy enfadado. Así que contestó:

-Prepárate lo que quieras.

Ella se sorprendió. No esperaba ese trato.

-Pero... Creí que tú...

-Estoy cansado. Me voy a la cama.

Will hizo amago de irse al cuarto, sin mirarla.

Helena rodó los ojos y lo detuvo reteniéndolo por un brazo.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-Will.

La voz suave de ella lo obligó a responder.

-¿Qué te pasa?-Repitió.

-¿Qué me pasa? Pregúntate. Son las dos y te fuiste a las diez. Te esperé hasta la una para cenar, y no apareciste. Y cualquiera diría que te fuiste con tus amigas y te olvidaste de mí.

Ella rió a carcajadas. A Will no le parecía gracioso, de modo que eso sólo logró enfadarlo más de lo que ya estaba.

-Mírame.

-¿Qué?

-No me has visto. Mírame.-Pidió ella con suavidad, conteniendo otra risa.

Will levantó la vista. Helena estaba empapada de pies a cabeza, y llevaba una mochila pequeña en una bolsa de nylon. Antes de que pudiera preguntarle qué le había pasado, ella se adelantó.

-En primer lugar, la clase comenzó tarde porque había demasiados alumnos y tuvimos que cambiar de aula. Luego de la clase, fuimos a rendir al anfiteatro. Al aire libre. Cerca de las doce se largó a llover. Como no había lugar en otro sitio, seguimos rindiendo allí, haciendo un esfuerzo sobrehumano para acabar pronto sin que se mojaran las hojas de los exámenes. En segundo lugar, acabé de rendir a la una. Salí corriendo y descubrí que el auto estaba mal estacionado. La grúa se lo llevó. Lo que me lleva al tercer lugar: Me volví caminando desde la Facultad. Son casi ocho kilómetros. Vine mitad trotando mitad corriendo, y me mojé todo el camino porque afuera llueve a cántaros. No sé qué crees que he estado haciendo, pero no estuve ni cinco minutos con mis amigas ni salí a ninguna parte. Si tienes alguna duda con respecto a eso, pregúntales a ellas. Dirán que es cierto lo que digo. Y todo el camino me he sentido fatal porque sabía que estabas solo, y que con el tiempo que nos queda juntos, quiero aprovechar para estar contigo. ¿Comprendes?

Una rosa falsa [Willena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora