Divino Regalo

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En el descanso...

— ¡Oye! —dijo Karen.

— ¿Si? —respondió Raven. 

— ¿Te acuerdas que me debes una explicación a porque me ayudaste?

— Aaa eso...si, fue porque me caes bien y no soporto a las personas con aires de superioridad que quieren dañar a otros.

— Gracias.

— No hay de que. Oye ¿Tienes con quien estar en el receso?

— Pues la verdad no, soy nueva en esta ciudad y en la escuela así que no conozco mucha gente. ¿Por que?

— Pues porque pensé en que quizás querrías...no se, pasarte el rato conmigo y mis amigas.

— ¡¿En verdad?! —preguntó entre asombrada y sorprendida.

— Claro, eres una chica fabulosa, inteligente y muy bella jamás dejes que te convenzan de lo contrario.

— Pero si aún ni me conoces, ¿Cómo puedes decir todo eso?

— Ah, bien dicho, no te conozco pero no voy a descansar hasta hacerlo.

Luego de eso las cuatro chicas se fueron a comer a la terraza del colegio y aprovecharon para conversar y conocerse un poco mejor.

— Entonces...Karen ya te contamos algunas cosas de nosotras, ¿Qué te parece si nos cuentas un poco mas de ti? —habló Ann.

— Bien como ya les dije soy de otra ciudad.

— ¿De dónde? —preguntó Cym.

— De L.A.

— ¡Increíble! ¿Por qué te mudaste? —preguntó Raven.

— Es que...si les digo pensaran que estoy loca.

Las tres se miraron y Raven habló:

— Vamos no puede ser mas raro que nuestras vidas, con confianza, di lo que quieras.

— Pues nos mudamos porque según mi padre, no estábamos muy seguros ahí.

— Perdón por sonar entrometida pero...¿Y tu madre? —quiso saber cautelosa Cymbeline.

— No tengo, o bueno se que tuve que tener una alguna vez pero no la pude conocer.

Raven y Annabel se miraron.

— Que curioso, a Cymbeline a ti y a mi nos falta nuestra madre —dijo la ultima.

— ¿En serio? ¿Y a ti Raven?

— A mi me falta mi padre.

— Esto si que es raro...

— ¿De casualidad no sufres de THDA y dislexia? —preguntó Ann.

— Solo de THDA.

— ¡Igual que yo! —dijo Raven.

— Muy raro —añadió Cym.

— Demasiado. Oye Karen se que es muy pronto pero quería saber si querías ser amiga nuestra.

La chica asintió con una hermosa sonrisa y dijo:

— Por supuesto, claro que me encantaría.

— ¿Estas 100% segura? —rió— Mira que luego no te vas a librar de nosotras tres, seremos amigas para siempre.

— Creo que correré el riesgo —respondió riendo.

— Ok. Ya es oficial somos un grupo de 4.

La Hija Del Sol ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora