Corazones Rotos - Despedidas

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Pongan la canción desde aquí  

Raven marcó insistentemente cinco veces pero nada sucedió.

—Él...él se fue Annabel...me abandono.—dijo mientras tapaba su rostro con sus dos manos pero sin llorar.

— Ay linda quizás el tuvo una razón para hacerlo, tal vez...—

— ¡No! ni siquiera lo justifiques. Yo le di mi corazón y él solo lo escupió como goma de mascar. No pienso llorar por él. Ni tampoco quiero escuchar su nombre de nuevo, a partir de ahora Di Angelo para mi esta muerto.—

Todas las chicas miraron preocupadas a Raven pues se estaba tornando algo fría, pero decidieron mejor no decir nada pues sabían que lo que necesitaba ahora su amiga era apoyo.

—Si tu lo dices.—hablo Cym.

—Solo...no te vallas a amargar por eso, te queremos como eres y no vale la pena que cambies por alguien como ya sabes quien.—añadió Karen.

—Y no lo haré. Simplemente desde ahora seré mas precavida y veré de no darle mi corazón a cualquier baboso.—aseguro la rubia.

—Además estamos todas juntas. Y en familia lo superáremos.—apoyo Anna.

—Así sera.—

—Oigan gastamos mucho tiempo aquí. Ya estamos en descanso.—dijo Cym.

— ¿Que tal si vamos por nuestras cosas y no entramos a las demás clases? Total solo faltan dos horas para salir.—sugirió Karen.

—Si, me gusta esa idea. Igualmente no tengo ganas de nada por ahora.—respondió Raven desganada. 

—También podríamos escuchar música.—dijo Anna — Eso siempre te anima.—

—Si...es que no se que tiene la música que me hace tan feliz.—

— ¿Que estamos esperando? ¡Vamos!—

Luego de eso las muchachas fueron hasta él aula de clases donde tomaron sus bolsos y luego se sentaron en la zona boscosa del instituto cerca de la naturaleza donde había paz y quietud.

— ¿Ya te sientes mejor amiga?—pregunto Cym.

—Si, esto es fabuloso gracias chicas.—

Fin de la song . 

—No hay de que. ¿Iras al parque hoy?—quiso saber Karen.

—Si. No puedo perder la practica que llevo con "la mora".—

—Cuando los muchachos se enteren van a querer dejarle los huevos de pajarita.—se carcajeo Anna.

—Annabel...—dijo en tono de advertencia la rubia—Jmm eso si lo encuentran—susurro para ella misma.

Y luego de eso estuvieron dos horas charlando, comiendo papitas, quesitos y escuchando música hasta que llego la hora de irse a casa.

—Bueno, nos vemos mañana no me esperen porque tengo que dejar a América aquí en la tarde porque papá no puede.—dijo Ann.

—Esta bien. —

Luego en el parque...

— ¡¡¡Travis!!!—grito la morena que se abalanzo a abrazarlo.

—Hola... —respondió el castaño apagado.

— ¿Estas bien bebé?—

—Si... —

La Hija Del Sol ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora