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- ¿Qué harás en vacaciones Dan?
- Lo más seguro es que siga trabajando en Pets & More; buscaré la forma de ayudarle a papá con los gastos de la universidad. ¿Qué hay de ti?
Se recuesta nuevamente en la cama para seguir hablando.
- Pues creo que debido al trabajo de mis padres tendré que quedarme aquí en la ciudad.
Los padres de Janneth son parte de una importante firma de abogados y el sueño de ellos es que siga los mismos pasos y se vuelva la mejor abogada del estado.
Aunque Janneth tenga otras preferencias.
- ¿Y eso significa que tendremos tiempo para pasar en vacaciones?
- Claro que sí; aparte me debes una salida al cine.
- ¿Disculpa? -- Dice tratando de hacer memoria.
- No lo hayas olvidado Doyle; te vencí justamente hace unas semanas en el dominó.
Él se acuerda de eso.1 Pasó hace 3 o 4 semanas: Todo el sector donde ambos viven se quedó sin luz, y pasaron la tarde del domingo jugando dominó. Ambos apostaron a que el perdedor invitaría al ganador al cine con todos los gastos pagados.
Y de alguna manera Janneth lo hizo tragar tierra.
- Oh, es verdad.
Deja salir una ligera carcajada.
- Bien, -- Continúa. -- te llevaré al cine uno de estos días.
- ¿Lo prometes? -- Pregunta levantando el dedo meñique de la mano izquierda.
Daniel junta su meñique con el de ella, cerrando la promesa.
- Lo prometo.
Una sonrisa enorme se dibuja en su rostro.
Él aparta un poco la mirada y observa el reloj con diseño de una pintura de Claude Monet que tiene colgado en su pared.
8:27 PM
- ¿Tienes hambre?
- Si un poco, ¿me hará de cenar chef Doyle? -- Hace la pregunta con una especie rara de acento ruso.
- Claro que sí madame. Baje conmigo a deleitarse con unos hot cakes a la Doyle. -- Le responde tratando de imitar el mismo acento.
Es un juego estúpido pero divertido que ambos tienen desde hace unos meses.
Sin dudarlo, salta de la cama y me toma la mano de Daniel mientras lo lleva a la cocina.

Después de disfrutar de una buena cena, Janneth y Daniel tienen la tradición de ver una película diferente cada fin de semana. Ya sea que se trate de algún estreno en Netflix o algún trabajo de un director independiente y novato.
En esta ocasión es un trabajo independiente; una película de amor dirigida por algún director francés cuyo nombre es tan difícil de pronunciar como Parangaricutiro.
Janneth, -- Cómo el 99% de las ocasiones.-- se acuesta sobre Daniel mientras que él se acuesta en el gran sillón de cuero negro que tiene en su sala.
Su cabeza está reposando sobre su pecho; ella lo abraza ligeramente y por momentos le acaricia la piel con la yema de sus dedos.
Demostrando cariño por ella, acaricia suavemente su cabeza, metiendo sus dedos entre su cabello. Por momentos logra oírla roncar muy ligeramente.
En algunas ocasiones, ambos han quedado en esa misma posición dormidos cuando la película realmente no es interesante; aunque otras veces es ella quien se queda dormida.
Al finalizar la larga película, Daniel hsce un ligero movimiento sobre su hombro para no despertar abruptamente.
Ella responde con un gemido de disgusto.
- Despierta dormilona.
- No estoy dormida. -- Balbucea.
- Oh, claro que no.
Se levanta un poco y se estira mientras aún está sobre él. Incluso se quita un poquito de baba de la comisura de la boca.
- Asco. -- Bromea antes de reír.
- ¿Con que la baba te da asco, eh? -- Dice en tono travieso. Sonríe con un poco de maldad.
Algo hará, esta totalmente seguro.
- Un poco.
- Entonces, esto te hará vomitar.
Justo después de decir eso Janneth se abalanza contra Daniel intentando lamerle la cara.
Él intenta de frenarla sujetándola de los brazos, pero las carcajadas que le provoca con las tontas caras y gestos que hace, le impide ponerse serio y apartarla de si.
- Jan, no. Detente. -- Dice entre risas.
- ¿Qué? ¿A caso no te gustan mis babas? -- Dice hablando muy chistoso con la lengua de fuera.
- ¡Para por favor!
La risa vence finalmente a Daniel y la suelta. Pero como sospechó, no le lame en ningún momento la cara ni nada por el estilo, sino que se limita a reírse de él.
La aparta un poco y se sienta en el suelo de la sala tratando de agarrar aire.
- Eso no fue gracioso.
- Es que no viste tu cara de súplica. -- Dice entre carcajadas.
- No supliqué.
- Si, lo que digas.
Daniel se gira para verla y tiene la expresión de felicidad de una niña de 7 años.
Se muerde un poco el labio después de que termina de burlarse.
Él mira el reloj en su muñeca, el cuál le regaló Janneth en su cumpleaños 18.
11:50 PM
- Rayos, ya tengo que irme.
- Vamos, esto a penas empieza a volverse divertido.
Si por él fuera, viviría con Janneth.
- Lo siento; pero por si no lo recuerdas, mañana aún tenemos una semana de clases.
Él se levanta del suelo y antes de que pueda hacer algo, Janneth lo toma de la mano y lo mira con ojos de niña inocente.
- ¿Pasarás por mí mañana?
- Obvio que si.
Vuelve a morderse el labio.
- Bien, iré por las llaves de la puerta.
Se levanta del sillón. Él la ve caminar hacia la cocina. Lleva puesto un pants holgado y una camisa con el logo de Batman que en principio era suya, pero Janneth terminó quedándosela.
Regresa con el juego de llaves en la mano y ambos caminan hasta la entrada de su casa; Daniel la ayuda a abrir la puesta ya que desde hace un tiempo empezó a atorarse al momento de querer abrirla.
Al salir a la calle sienten el ambiente fresco de la noche con un poco de viento. No hay tantas nubes y eso les permite ver las estrellas.
- ¿Mañana a la misma hora?
- Recuerda que la última semana siempre entramos una hora más tarde.
Es verdad, no lo recordaba.
Muy bien, disimula Doyle.
- Por supuesto, sólo quería probarte.
- Lo que digas. -- Le golpea ligeramente el brazo.
- Entonces mañana una hora más tarde.
- Así está mejor.
Se acerca y lo besa casi cerca de la comisura de la boca. Él le devuelve el gesto.
- Hasta mañana Daniel.
- Hasta mañana Janneth.
Sus planetas desaparecen detrás de la puerta al cerrarse.
Y por alguna razón, Daniel se siente como un completo estúpido, una vez más.

Enamorado de Janneth Jenkins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora