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Pets & More abrió hace más de 10 años.
Empezó como una pequeña veterinaria para la atención médica de perros y gatos en la sala del dueño, August Mahnke.
Pero gracias a la buena atención y esfuerzo de August, Pets & More se volvió una tienda con gran variedad de artículos para mascotas y veterinaria en tan sólo 3 años.
Después del primer año se cambió al local que ahora le pertenece en el centro de la ciudad.
Daniel ha trabajado en Pets & More durante casi dos año.
El equipo de trabajo actual de la tienda es Anderson como gerente y cajero de la misma, el médico veterinario Walter Dalhouse y Ramón, Alexánder y Daniel como el equipo de ventas.
Hacía unas semanas eran 4 vendedores, pero Henry presentó su renuncia para seguir sus estudios.
Al llegar la tienda, el médico Walter está en consulta con un Bóxer de aproximadamente un año, pues aún tiene la mirada de niño. Se coloca su camiseta tipo polo color morada con el logo de Pets & More en el lado izquierdo de su pecho.
- Anderson. -- Saluda sin detenerse.
- Daniel, qué bueno que llegas. -- Le responde detrás del mostrador.
Lleva puestos sus típicos lentes y tiene esa expresión de que las ventas no han sido buenas. Aunque probablemente la mañana haya sido buena.
Anderson siempre ha sido muy exigente al momento de las ventas, ya que para él, cada cliente que entre a la tienda debe de consumir para que se puedan generar buenas ganancias.
Al cruzar la tienda observa a una pareja en el área de perros. Están viendo a un pequeño cachorro de Husky siberiano dormido de manera extremadamente inusual. Pues se ha quedado dormido sobre su propio traste de alimento.
Del otro lado de la tienda, Alexánder atiende a un señor en el área de correas y arneses.
Daniel pasa al área de servicio para dejar su mochila. Antes de cerrar su casillero, Ramón sale de la bodega.
- Rams. -- Dice mientras lo saluda.
- Dan, cuánto tiempo sin verte.
- Vaya, es verdad, pareciera que fue apenas ayer la última vez que nos vimos. Oh espera, fue así.
Ambos se echan unas risas, pues en efecto, ayer fue la última vez que se vieron.
- ¿Qué tal la escuela? -- Le pregunta a Daniel mientras salen nuevamente a la tienda.
La pareja que observaba el Husky se ha retirado y Alexánder está acompañando al cliente a la caja.
- Ha estado bien, -- Le responde. -- ésta es la última semana de clases.
- Recuerdo cuando tenía tu edad. No quise asistir a la graduación pues más de la mitad de mi salón me caía mal, y mis amigos tampoco irían. Asistir sería perder el tiempo.
Aunque no lo aparenta, Ramón tiene 30 años. Pero su estatura y razgos lo hacen ver de 19 o 20 años.
Siempre ha llevado el pelo corto y no acostumbra a rasurarse tan seguido.
- Pues yo sí asistiré a la mía.
- ¿Y bailarás con la chica los planetas?
- Ese es el plan en principio.
Ramón se cruza de brazos y suelta una risa seca.
- ¿Osea que aún no la invitas?
- Tranquilo, se lo diré en el transcurso de la semana.
- Pues espero que sea pronto, o no querrás estar solo en el baile de graduación. -- Le dice a modo de una amenaza o profecía mientras se dirige a atender a una clienta en el área de productos de higiene.
Daniel no se había detenido a pensar en si otra persona invitaría a bailar a Janneth durante el baile. Aunque no descartaba la idea de varias personas en lista.
Eso se recordó.
Caminó a la caja. Alexánder de despedía de su cliente mientras Anderson guardaba el dinero.
- Anderson.
- Doyle.
- Necesito pedirte un favor.
- No te pagaré anticipado, la quincena fue hace 3 días.
Anderson en ningún momento apartó la vista de la caja y el dinero que acomodaba.
- ¿Qué? No, no. Otra cosa.
Por fin lo miró a través de sus lentes, con expresión de indiferencia.
- ¿Y qué cosa es?
- Verás...
Apenas empezó a hablarle y Anderson desvío su mirada a algo detrás de Daniel y rápidamente entró en movimiento.
- Oh, muchacho. Sí llegaste. -- Dijo interrumpiendo a Daniel y dejándolo plantando en la caja.
Alexánder seguía a lado de Daniel y sonreía con cierto aire de desinterés.
Al volver a ver qué era más importante para Anderson, lo vió platicando con un muchacho un tanto regordete, despeinado con cara de idiota.
- ¿Y ése quién es?
Como si lo hubiera escuchado, Anderson se acercó con el caraidiota a donde estaban Alexánder y él.
- Doyle, Glapion. Éste es James, va a ser el nuevo vendedor en la tienda y quiero que le ayuden a acoplarse y a conocer todos los productos del lugar. En especial quiero que lo enseñes tú, Doyle.
Excelente. Tendré que andar de niñera.
- ¿Qué hay? - Saludó Alexánder.
- ¿Qué tal? Soy Daniel.
No se movió, no se acercó a saludar ni nada. Simplemente levantó la mano y dijo:
- Hey.
Había algo en él que irritaba de alguna manera a Daniel. No sabía lo que era, pero no le parecía para nada.
- Bien, ahora que se conocen busca una camisa para James, en bodega aún deben haber varias. -- Ordenó a Daniel.
- Anderson, le iba a decir...
- Ya habrá tiempo de que me digas tus penurias. Ahora a trabajar.
Sin más, regresó a la caja para atender a Ramón y su cliente que iban llegando. Ignorando completamente lo que Daniel tenía que decirle.
Alexánder le dedicó una mirada Daniel antes de volver a los pasillos, dándole a entender que enseñar al caraidiota sería una molesta. Pero no había de otra.
James seguía parado frente a él.
- Muy bien, acompáñame.
- Okey.
Inclusive su voz perezosa le irritaba.
Lo llevó a bodega, y como Anderson dijo, aún había camisas de la tienda. El detalle era que le entrasen en la panza al caraidiota.
Milagrosamente una de las camisas era lo suficientemente grande para el pequeño tanque de Rotoplas que estaba frente a él.
Pasó toda la tarde enseñándole lo básico de los artículos de la tienda y comentándole el trato con los clientes entre otras cosas.
James, no prestó mucha atención.

Enamorado de Janneth Jenkins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora