Pinky y Cerebro

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Rompí el beso lamentablemente por la falta de oxígeno, sin antes de dejar pequeños besitos en su boca haciéndola reír.

- ¿Te sientes mejor ahora? - Preguntó mordiendo su boca divertida.

- Creo que necesito una dosis más de eso. - Ann volvió a reír divertida tomando mi rostro entre sus manos.

Sin advertirme, volvimos a besarnos y está vez fue definitivamente mejor que el anterior. No lo hacía mejor el juego de nuestras lenguas, lo que lo hacía mucho mejor era que podía distinguir un toque distinto en nuestro beso, era como transmitir todo lo que habíamos callado y sentido, para luego solo expresarlo con el choque de nuestras bocas.

- Mucho mejor. - Delinee sus labios con mi dedo pulgar al separarme.

- No era así como.... - Respiro profundamente, quizás por haberse quedado sin aire como minutos atrás lo había hecho yo. - Como quería empezar a aclarar las cosas.

- Quizás era mejor ir directo a la acción. - Ann golpeo mi pecho con su puño.

- Hablo enserio, idiota. - Fingió molestia y solo atine a dejar un beso en su respingada nariz.

- En ese caso, vamos a hablar. - Golpee su trasero y ella abrió sus ojos.

- ¿Por que jodidos me golpeas en el trasero?

- Me distrae. - Me encogí de hombros mientras me levantaba del piso y Ann negaba con su cabeza y revoloteaba sus ojos.

Cuando comenzamos a caminar, me decidí a tomar la mano de Ann y entrelazar nuestros dedos, uniéndolos como un perfecto rompecabezas. Ella quedo algo sorprendida por la muestra, por que visualizo la acción reflejando algo de sorpresa. Cuando bese sus nudillos, pareció tranquilizarse y pude distinguir una pequeña sonrisa asomándose en su rostro a pesar de la oscuridad.

- ¡¿Que es lo que están haciendo en mi propiedad?! - De la casa, salió un anciano con el bate de baseball.

- Oh oh...

- ¡Dijiste que era seguro!

- Me retracto de mis dichos, ahora corre. - Tire del brazo de Pinky y corrimos a toda velocidad por el campo.

- ¡Promiscuos! ¡Llamare a la policía! ¡Degenerados! - Exclamó el abuelo mientras movía el bate, tratando de intimidarnos.

- ¡Es un abuelo, no nos puede alcanzar aunque quisiera! - Gritó Ann en medio de nuestra carrera.

- ¡Es un abuelo furioso con un bate! - Corregí. - Ya he tenido experiencias con abuelos que tienen emociones demasiado fuertes. - Recordé a Roberta. - No es nada lindo, así que corre por tu vida.

- ¡En deporte siempre sacaba una D! ¡Deportes y Ann no van juntos! - Gimió mientras se soltaba de mi mano y se tiraba al suelo. - Sobrevive sin mí, sálvate tú. - Hablo dramáticamente a lo que voltee mis ojos.

- Ann levántate. - Tire de su brazo.

- Estoy cansada. - Hizo un puchero. Observe detrás para ver que el anciano nos seguía buscando. Pase una mano por mi cabello despeinandolo.

- Ven aquí. - La tome entre mis brazos y la eleve a mi espalda, quedando rodeado por sus piernas. - Dios, me pagaras esto.

- No tengo dinero.

- No me he referido al dinero.

Corrí con Ann en mi espalda, alejándonos del anciano furioso y su bate. Unos kilómetros más, cuando estaba seguro que salimos de la zona de peligro y llegamos al lugar donde quería traer a Ann desde un principio, la solte y estampe mis labios con los de ella, mientras caminábamos hacia atrás.

Bathroom-BTS / JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora