CAPITULO 3 "UN MECÁNICO"

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Después de haber salido del hospital, Ludwig le había acompañado a su departamento, el médico le había recomendado descansar, evitar los disgustos, vitaminarse, comer bien y cuidarse mucho, el estar en aquel estado de gravidez era de suma importancia el cuidarse bien, para evitar complicaciones en él y el producto. Al llegar, el alemán se portaba servicial, quizás no era un mal hombre después de todo, al menos eso pensaba Alfred. Le ayudo en todo momento, aquello le pareció encantador. Pensó por un instante y recordó que Ludwig se había quedado con él toda la noche, que ya no había podido irse a pasar la noche con el italiano, que de seguro no había comido y que no dudaba que estaba cansado, así que decidió invitarlo a comer.

Ludwig permanecía atento a Alfred, en todo lo que podría necesitar, el doctor había hablado de cosas malas que podría pasarle a Alfred o al bebé si no se cuidaba y esas cosas podrían acabar en su muerte, exageraba aquello pero no por eso dejaba de preocuparle, una vida era una vida, pero Alfred valía por dos. Miraba de reojo todo el departamento de Alfred, vaya que era un niño rico, tenia de todo, su casa era 4 veces más grande que la suya, económicamente al bebé no le iba a faltar nada, un peso menos. Por los cuadros que veía en la sala, Alfred era un licenciado ya, tenía un buen puesto, pues siendo tan joven gozaba de una buena vida a su parecer, sonrió un poco, había fecundado un hijo en un hombre rico, era una buena acción, hubiera sido peor si fuera pobre igual que él. De sus pensamientos fue llamado por esa voz chillona de la cual ya se estaba familiarizando.

-Ludwig ¿te quedas a comer?- preguntaba Alfred sentado en su sillón -Tengo cosas en el refrigerador que podríamos calentar, espagueti, hamburguesas, papas fritas-

-No, no te preocupes, tú descansa- negó con su cabeza, esos lugares no eran para él y de cierta forma le incomodaba estar ahí.

-Pero...quiero agradecerte por tomarte la molestia de llevarme al hospital, sé que dejaste por ahí al calentón de Feliciano y que frustre tú noche, bueno, frustramos, bebé y yo tú noche de pasión, sé que has de sentirte fatal por eso-

-No me siento fatal, que si algo frustrado por tú, por sus culpas-corrigió -Pero estoy bien-

-Ludwig-murmuró en voz baja, inclinó su vista y suspiró. Al instante alzó la vista y abrió los ojos, miro al rubio que estaba cerca de la puerta asustado -¡Mi automóvil!, ¡Ludwig!, ¡Mi auto!-

-¿Traías un auto?, ahh yo te lleve en taxi, no tomé tú auto-

-Ah!, se quedó en el estacionamiento del bar, tengo que ir a buscarlo- Se levantó del sillón con dificultad palmando los bolsillos de su pantalón para encontrar las llaves.

-Heee... Hey!, espera- le tomó del brazo -Te dijeron que descansaras, llama  alguien que vaya por él, tú no debes hacer esfuerzo hoy-

-No puedo llamarle a nadie, aun no quiero que se enteren de esto, tengo que ir- unió sus cejas poniendo una cara de preocupación, hasta que tuvo una idea -¿Y si vas tú?, tú puedes ir a buscarlo por favor-

Ludwig negó a esa petición, una cosa era que compusiera vehículos, otra el manejar uno, lo soltó repentinamente y continuó negando con la cabeza -No, yo no puedo, yo no-

-¿Por qué?, Ludwig por favor- le miró suplicante.

-No iré...- sentenció.

-Ludwig...-

-¡No!-

-Mmm....-frunció el ceño y avanzó para salir de su departamento.

-Alfred ¡espera!- caminó a paso veloz para alcanzarlo-Alfred déjame acompañarte-

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