CAPITULO 2 "POR MORAL"

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El sonido de las personas caminar en el pasillo le hizo regresar a la realidad, así fue como abrió los ojos repentinamente y miró el techo, se removió un poco, vagos recuerdos de su estadía ultima le remontaban a un bar, jaló su brazo izquierdo y sintió un leve tirón, al observar la causa de aquello, se dio cuenta que tenía un catéter en el brazo conectado a un suero en un tripeé, pudiendo confirmar que estaba en un hospital. Al voltear a ver los lados se dio cuenta que estaba solo, miró su vientre un poco y recordó que de repente se le había nublado la vista y de ahí no recordaba nada -¿Cómo llegamos aquí?- se preguntó a sí mismo.

En la recepción, un rubio de acento extraño chasqueaba los labios inseguro de lo que estaba haciendo, pues la señorita estaba diciéndole que no podía dejar solo al rubio en ese estado, así que había aceptado hacerse cargo del joven en esos momentos, estaba preocupado ya que a sus ya 31 años, jamás se había hecho cargo de nada, ni de sí mismo. La joven le dijo que si gustaba esperar que despertara el joven, podía hacerlo en su habitación, así que Ludwig fue donde se encontraba ese rubio nalgón que decía estar preñado.

De repente se abrió la puerta, Alfred se cubrió con la sábana y espero a ver quién era el que entraba a su habitación, vaya sorpresa se llevo al ver al rubio de aquel bar, el culpable de su problema actual -¿Qué haces aquí?- cuestionó con sumo asombro.

-¡Gracias por traerme aquí!- Dijo fingiendo la voz - De nada Alfred...no podía dejarte tirado en la entrada del bar, mi yo" moraloso" no podía concebir tal hecho-

-Moraloso no es un palabra..., no existe- se sentó y se tocó el vientre - Aun así gracias..., es lo mínimo que podías hacer ¡como responsable de que este así!-

-¿Responsable yo?, no hombre, eso que tienes no creo que sea mío, con cientos de gente he fornicado sin condón y jamás he embarazado a nadie, así que no, no es mío- estaba en negativa.

-Lárgate de aquí ya…- le señaló la puerta.

-Ganas de irme no me faltan, tengo sueño, y gracias a ti no me lleve a la cama al italiano aquel-

-¡Entonces que haces aquí!-

-La enfermera me dijo que no puedes quedarte solo en tu estado, así que me obligó a quedarme- alzó sus hombros dándole poca importancia al asunto.

-No te sientas obligado, después de todo tú no lo quieres, lárgate, puedo solo-

-Claro....por eso te andas desmayando en la afueras de un bar- dijo sarcástico.

-¡Cállate...!-refunfuñó.

-Bueno, iré afuera, voy por un café, tengo sueño, ya bájale a tus gritos Alfred, dicen que le hace mal a las criaturitas no nacidas-

-No le digas a criaturita a mi bebé, es un bebé...-

-Como sea, ya vuelvo- salió de la habitación y fue hacia la cafetería.

Compró un poco de café, se masajeo las sienes y caminó de nuevo de regreso a la habitación de Alfred quería ya dejar en claro de que no era el padre de ese bebé, y que si así fuera, no podía hacerse cargo de tal responsabilidad. Caminó por los cuneros, vaya lugar al que se le había ocurrido cruzar en esos momentos. Miró a través del vidrio de este y pudo ver a varios bebés durmiendo, a una enfermera castaña que alimentaba a una tierna bebé, la observó y le hizo ojitos coqueteando con la dama, a lo que esta le correspondió, lo suyo no eran las damas pero esa mujer era guapa. Al poco rato se acercó un hombre emocionado, mirando desesperado aquel bebé que cargaba esa bella enfermera, la mujer acercó al menor al vidrio para que el sujeto aquel pudiese verlo, este emocionado miraba a su pequeña hija. La enferma se alejo y dejo al bebé en su cuna. Ludwig admiraba el rostro de aquel hombre que por su físico rondaba por su misma edad, ¿cómo un bebé podía causarle emoción basta?, quizás porque era el hijo deseado de un matrimonio, o hijo de alguien que amaba. Negó con su cabeza un poco y el hombre de su costado lo volteó a ver.

-¿Cuál es tú hijo?- le preguntó.

-Ahh…yo...no, no tengo aun hijos- sorbió un poco de su café.

-¿Enserio?, vaya...es lo más hermoso que he experimentado en mi vida, dar vida a otra vida, ¿tienes pareja?-

-No tengo, pero…, él dice que yo lo preñe no le creo, es que no..., yo no fui-

-¿Embarazaste a alguien y no quieres hacerte cargo?, no pues, no sé qué decirte, si no crees que es tuyo, puedes pedir que se haga una prueba de paternidad, así realmente confirmas si es tuyo o no-

-Prueba de paternidad, ya veo, gracias amigo y muy bien por el bebé, te quedo bonito-

-Es bonita...es niña-

-Ohh...-se alejó para ir con Alfred y proponerle aquello para que le dejase en paz con aquel tema.

Alfred estaba sentado con el rostro fruncido, Ludwig no quería al bebé. como iba a hacerse cargo solo de eso, se cubrió el rostro con la mano y quiso empezar a llorar, se sentía frustrado, mal, iba a volverse loco con tan lio, de repente entró el alemán ese, causante de sus males, se secó sus lágrimas diminutas rápido y miró con seriedad al rubio.

-Oye Alfred, tú dices que ese bebé es mío hazte una prueba de paternidad y si confirmas que es mío, pues te ayudo- se rascó la cabeza ansiosamente -Y si no es mío, pues lo siento...-

-Ludwig, déjalo, sea o no sea tuyo, me haré responsable de mi bebé, no te pediré nada, ya puedes estar tranquilo y seguir con tu vida- bajó la vista y apretó las sábanas, dejando ya salir sus sentimientos a través de sus lágrimas.

Ludwig sonrió, estaba feliz al saber que el rubio no iba a pedirle nada, pero al verle sumamente triste y llorar, sabía que algo andaba mal, se le acercó y se sentó en la orilla de la cama -Hey....Alfred...-

-No sé cuidar de un bebé, no quiero decirle a mis padres, ni a mis hermanos, tengo miedo, voy quedar gordo, nadie me va a querer, mi vida se echara a perder, no se comen, ni sé si se bañan, no sé cómo cuidar de un bebé y ya estoy esperando uno, yo no lo quería, menos viniendo de una persona que no conozco, aun no pensaba tener hijos, ni si quiera creo ya en el amor y ahora debo crecer a un hijo solo......no puedo....tampoco puedo solo simplemente abortarlo...todo esto me asusta mucho-

El germano no buscaba que decirle, en su lugar igual estaría asustado, le acarició el cabello, no sabía qué hacer, a veces odiaba su lado bueno, ese que estaba a punto de decir que él lo iba a ayudar, pero Alfred levantó su rostro para mirarle, esa lágrimas sinceras le convencieron, quizás era cierto, hace un mes habían tenido un encuentro sexual muy delicioso que se habían gastado los condones y estuvieron haciéndolo sin ello, puede que si lo haya embarazado, y ese bebé dentro de su vientre, podría ser suyo, una parte de él. Con sueño, malestar en la cabeza y ver a Alfred así en ese estado, terminó por aceptar esa carga.

-No estarás solo, te voy a ayudar con tú criaturita....-

-¡No es criaturita!, ¡Es un bebé!...-se talló la nariz con su puño y miró con sorpresa al alemán - ¿No mientes?, yo no te pido que estemos juntos, como hombre no me interesas, yo solo no quiero pasar esto sin ayuda de nadie, no sé qué va a pasar, solo te pido apoyo por el momento, por favor-

-Está bien, te ayudare, solo porque me gusta ver tu trasero, dicen que cuando están embarazadas las mujeres, les crece las caderas y las nalgas-

-Pervertido....-le empujo un poco para alejarlo, se limpió la cara y pudo sonreír, aquel comentario le había dado mucha gracia.

-Jejeje es enserio, ahora duérmete, espero que te den de alta pronto-

-Yo también, y gracias por quedarte conmigo- dijo sincero regalándole una sonrisa.

-Descuida- le revolvió su cabello para después pararse y sentarse en un sillón que estaba en aquella habitación.

Alfred se acomodó en la cama y cerró sus ojos para poder descansar, aquello de tener un bebé en su vientre le hacía ponerse a la defensiva y cansarse más de la cuenta.

INEVITABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora