Porque estás llena de historias, misterio, y sonrisas de lado. Mientras tratamos de regular lo irregulable, y de volvernos invencibles. Porque le hablo a tu boca mientras besás mis ojos, y escribís un 'te quiero' en el aire que queda suspendido hasta en el centro de la Tierra. Porque buscás parecerte a todo lo que busco; y me encontrás.
Porque nunca supe en cuántos mundos habitabas, y nunca supiste en cuántos mundos quería que habites. Nunca entendí si eras real (o intentabas serlo), solamente que te hallaba frente al espejo repitiendo diálogos mentales al ritmo de un pestañeo intenso.
Y así era todo, así nos tratábamos, sin dulzuras ni suavidades que nadie quería.
Cuando estabas lejos los nervios se mantenían a flor de piel, pero todavía adormecidos, o mejor dicho atontados por la visión lejana y exacta que tenía de tu cuerpo; así como cuando te acercabas empezaban a aflorar plenamente. Las sensaciones extrañas, ajenas a una realidad primordial, permanecían intactas incluso cuando te ibas; y como para nosotras el tiempo no existía, no sabía cuando sería posible verte, ni tocarte, ni quererte.
Creo que todo me asustaba, pero sin embargo no hizo falta volver a hablar, ya no importaban el silencio ni la oscuridad, ahora se trataba sobre la intimidad, sobre los deseos y los miedos que nunca nos animamos a confesarnos, sobre los secretos con que nos protegemos para no hacernos daño.
Todo se volvió muy triste y sórdido, y a veces, hasta parecía una comedia.
Es lo que tienen en común las personas y los sentimientos, que pocas veces se ponen de acuerdo.