Agoté el tiempo intentando tener una historia nueva, buscando recuerdos en mis cajones para intentar creerme algo de lo que escribo, reviviendo momentos en los que me hallo frente a mí junto a alguien, dispersando la fantasía por entender lo que se proyecta y utópicamente encontrarme en el reflejo final. Pero no, no era eso lo que se imponía en mis formas de búsqueda, porque después de algunos años de pedagogía teatral e introspección metamórfica, la dificultad ya no estaba en montar algo bonito, o atrapante, sino en que suceda.
Una línea sobre otra línea formando el 5 de cada mes que se volvía un espacio en blanco posado en algún vértice entre tu cuerpo y el mío, indicando la resolución de tus propuestas fieles a mi firme decisión de ser una indecisa. Y decidiste esperarme, volviéndote la humanidad entera, consciente hasta los huesos de todo lo que era nuestra guerra de argumentos en contra de los inicios de este futuro, en contra de todo lo que me dejaste proclamar "dentro de serie", en contra de los amores preestablecidos.
Pero tu intención se compró al sistema capitalista, e invirtiendo en humo, te lo hice saber sin decirte que lo sabía.
Corriste a mi par, y te quedaste conmigo en agosto, y creí que nunca te describiría un beso, pero hiciste que inventar no parezca tan difícil, hiciste que todo parezca de agua.
Entonces verte de espalda y reconocer tu voz era un acto de misericordia, pero verme de frente y reconocer mis entrañas era un acto de dulce rebeldía, y sin querer me decías algo de que las pasiones eran descartables y yo te decía que el mensaje se dirige exclusivamente a la espera.
Pero lo que sentimos fue tanto que tuvimos que inventar nuestra propia unidad de medida,
una relación capicúa de estaciones,
invierno verano invierno y afiebrando por una sonrisa.
Y lograste que me ahogue en tinta,
e intentando medir qué tanto te adentrarías en mi
lo volví algo extenso
y luego extinto
y luego añejo
y un poco terco,
y mis palabras fueron llenándose de inercia, hasta que comprendí que siempre tuve unas primeras ilusiones de vivirte de cerca, y que tu mirada me hizo algunas preguntas que nunca nadie podrá responder.
Reincidía a tus manos en enero, y después marzo, y después junio, y después...
Gritos.
Ya no se permite la entrada.
Ahora estás tan acá que puedo verte intentando comprender nuestros esquemas, pero quizás al final del cuento solo seamos una atormentada verdad disfrazada de libertades ilusorias
y quizás el techo se venga abajo
inevitablemente
y disparemos nuestras armas
consecuentemente
pero acá no va a estallar una bomba
y ahí no se va a morir un corazón.