Persuasión de lo complejo

109 2 1
                                    

Las variaciones del momento no me permitieron sostener la cuenta del tiempo, pero pasó lo que debía pasar hace mucho, sólo que ninguna sabía qué era lo que determinaba eso que sentíamos.
Y mi corazón latía rápido.
Fueron 2 o 3 segundos, y lo soñó todo.
En un día hizo un mundo un tanto vertiginoso, como si supiera que era exactamente ese el límite que debía cruzar si se animaba acercarse. Por momentos parecía impetuosa, y en otros, un adagio lento su retirada, que se prometía eterna cada vez que me miraba.
Fueron 4 o 5 segundos, y pudo con todo.
En esa circunstancia me hizo encontrar el destino original de mis palabras, y dejó de darme miedo el contacto desmedido entre dos seres desconocidos, hablar de lo que me hace sentir su música; soñar despierta. Me dejó de dar miedo que me viera de cerca.
Desde entonces me cuestiono si es esta la solución a una pregunta que no existe, pero que acertadamente sabemos; si soy yo quien merece quedar perpetuada en su cuerpo.
Fueron 6 o 7 segundos, y lo resolvió todo.
Yo tan acostumbrada a entregarme instintiva, alocada e ininterrumpidamente al azar, y ella tan cronológicamente metódica, logró que por primera vez y pura complacencia quiera acordarme de la fecha, porque era lo único que parecía ser infinito y fugaz simultaneamente, después de ella, y el único recuerdo al que podía aferrarme teniendo la evidencia social de que realmente había ocurrido, en caso de que ella no resultara tan verídica como parecía, y yo más creativa de lo que había creído.
Si perdemos el tiempo hablando de lo rápido que se va, entonces me perdería a mi hablando de esto, y preferiría estar encerrada en relojes de arena para permanecer al menos en un tipo de pecera que intente comedir mi desvirtuada idea de lo que somos. Porque no, en realidad no puedo contenerme de decir todo esto que siento, que es lo que tenía tan apegado a las paredes de mi cuerpo, lo que removió y sale a flote para evaporarse por mis ojos... Y sale, se me escapa, se va, aunque quiera hacerles creer que lo mantengo firme dentro mi.
Tenemos décadas enterradas en los bolsillos, y andamos con un manojo de segundos como si valieran lo que vale el mundo, como si valieran lo que vale un momento de esto.
Aunque lo sempiterno en mi vida se termina a las 7 a.m, tengo ahora una historia conjugada entre sus ojos, y la certeza de que en el mundo hay tantas cosas hermosas, y muy pocas personas descubriéndolas.

HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora