Un mes después, la relación entre Louis y Harry había avanzado notablemente. Habían tenido varias citas más y habían compartido uno que otro beso. Ambos se sentían a gusto con el otro y aunque parecía que iban rápido, todo se sentía correcto cuando estaban juntos, así que no tenían miedo. Y sí, ya podían decir que realmente estaban saliendo.
Un sábado por la noche Harry había invitado a Louis a cenar en su penthouse de dos pisos y era la primera vez que entraba en él, también la primera vez que ambos estarían juntos, a excepción de las tardes en la academia de fútbol, con Dylan. Louis se ofreció para ayudar en la cocina pero sólo logró cortarse un dedo mientras picaba los tomates. La cocina elaborada no era lo suyo, para nada. Lo suyo eran los desayunos simples. Por esa razón, se fue a la sala de estar para jugar algún videojuego con Dylan. Ambos se llevaban muy bien y tenían algunas similitudes en su personalidad y gustos.
—¿Te duele mucho Lou? —Harry preguntó preocupado una vez que Louis volvió a la sala de estar junto a él y Dylan había ido a su habitación. Era una cortada realmente pequeña pero su instinto de protección era más fuerte que él.
—No es nada Hazz, estoy bien —el mayor comentó riendo. Ya había puesto una banda adhesiva y la herida tardaría dos días máximo en desaparecer.
—Eres muy torpe —el de ojos verdes dijo riendo como un niño pequeño.
—Sí, pero así te gusto —Louis dijo y su corazón, al igual que el de Harry, latía a millón. Él estaba sentado en el sofá y Harry estaba de cuclillas frente a él, con las manos en sus rodillas.
—Y mucho —Harry se inclinó más hacia él, haciendo que sus narices se rozaran, el rizado hablaba de una manera tan lenta y con una voz tan grave que Louis sintió derretirse. O tal vez era por lo cerca que estaban sus rostros y cómo sus alientos se combinaban en el aire.
Louis abrió ligeramente su boca, invitando a Harry a besarlo. En cuanto lo hizo, ambos cerraron sus ojos, disfrutando de las sensaciones que la boca del otro les brindaba. Los labios de Harry, para Louis, eran más adictivos y nocivos que el café, el alcohol, o cualquier droga. Las manos de Louis estaban enredadas en el cabello de Harry, acariciandolo. Y las de Harry por su lado, en ambas mejillas de Louis, acaraciandolas con su pulgar. Jugaban con los labios del otro, manteniéndose tan cerca como podían. Louis tenía un peculiar sabor a chocolate y un poco de vino, que habían estado bebiendo hace unos minutos, y algo que sabía a... Louis.
—¿Papá? ¿Entrenador? —Louis se separó tan rápido como pudo de Harry al escuchar la voz de Dylan, quien los observaba con curiosidad desde el último escalón de las escaleras. —¿Qué hacían?
—Nosotros... —el ojiazul intentó hablar pero Harry lo interrumpió.
—Nos besábamos —habló de la manera más relajada posible, restándole importancia al asunto. Louis no comprendía cómo podía estar tan tranquilo cuando su hijo acababa de descubrirlos besándose.
—Oh, bien —asintió —. ¿Así que ahora, usted y mi papá... ya sabe? —le preguntó a Louis con una sonrisa pícara, moviendo sus cejas de arriba a abajo. Harry soltó una risa y Louis sólo pudo sonrojarse. Tal vez Dylan sabía más del tema de lo que él creía, y no era para sorprenderse, pues era un niño bastante inteligente y comprendía cosas que muchos niños a su edad no.
—Sí, Dylan. Louis y yo estamos saliendo —Harry afirmó con una sonrisa y el más pequeño miró de él a Louis, antes de sonreír, luciendo como una replica miniatura de su padre.
El horno sonó, avisando que el pollo estaba listo y Harry fue hacia la cocina mientras Dylan y Louis fueron hacia el comedor, a poner la mesa.
Y con el tiempo los días como ese ya eran constantes. Ellos tres, cenando en la casa de Harry o la de Louis, aunque Dylan siempre prefería ir a la de Louis por Sirius.
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Soccer Trainer (L.S)
FanfictionHarry Styles es uno de los grandes de la industria musical, seis discos multiplatino, dos Grammys, un corazón de oro y un hijo de siete años. Su hijo entrena fútbol desde los cinco años y se destaca en la cancha. Y él, por supuesto, ama verlo jugar...