Los Secretos De Adam

Día 1

No hable con Adam por un buen tiempo, no tenía la oportunidad, en la clase no podía acercarme él y por alguna razón él tampoco me buscaba. 

Al final de las clases tampoco nos veíamos seguramente volvió a sus cosas. Así que yo debía volver a las mías, el problema era que yo no queria, no queria regresar a mi antigua rutina de antes, necesitaba a Adam y me dolía aceptarlo. 

Espere a la salida buscandolo, para poder arreglar las cosas, pero nada, simplemente no podía verlo entre la multitud de estudiantes, así que decidí irme a mi casa, Adam no estaba ahí. 

Al día siguiente hice lo mismo, no me rendiría tan fácil. Pero de nuevo, nada. 

al día siguiente. Nada.

Nada.

Nada.

Entonces se me ocurrió otra idea, ir a buscarlo a su casa, pero no me abría nadie, definitivamente Adam no quería verme. 

Hice esto una y otra vez, día tras día, con la esperanza de encontrarlo, y así arreglar las cosas. Pero no. 

Me di por vencida unas semanas de intento, un intento completamente fallido. 

Y pasó lo que no quería, volví a mi antigua vida. Entre más pasaban los días menos sabía de Adam, dejó de asistir a clases, dejó de pasar por mi casillero, en su casa nunca había nadie, siempre estaba todo cerrado, pero yo no podía más, él me había hecho pasar los mejores días de mi vida, nos dejamos de hablar por algo que fue culpa de ambos, era solo un castigo. 

Una vez más estaba sentada en la clase de calculo, viendo las manecillas del reloj que estaba encima del pizarrón, aburrida, con la idea de que Adam vuelva a entrar por aquella puerta acompañado del director, o algo así, o verlo en su típico banco del fondo escribiendo algo que jamás sabré qué es. O a la salida verlo atravesar a todas esas personas, caminar hasta el callejón en donde pasaba gran parte de su tiempo libre. 

Este sería el primer día, oficial sin Adam, era como si nunca hubiera existido, como si nunca lo hubiera conocido, no había nada que me dijera que no fue un gran sueño, no había pruebas de Adam, a excepción de su casa que ahora me traía malos recuerdos y una nostalgia que hacía que tuviera ganas de suicidarme. Así que me prometí no volver a ir a su casa, por bien mío.